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Cuando se te amarga el jarabe

Pablo Iglesias, en el Congreso, el pasado 13 de mayo

Pablo Iglesias, en el Congreso, el pasado 13 de mayo / AFP / ANDRÉS BALLESTEROS

Es gracioso las diferentes medidas que tienen algunas varas. Y lo malo que es a veces el poder tirar de hemeroteca. Hace unos años, Pablo Iglesias recetaba jarabe democrático a todo el que le preguntara por los escraches. Porque era un derecho de todo el mundo, el poder opinar y manifestarse libremente. Vivimos en una democracia. A nadie se le ocurriría decir que no tenemos derecho de expresión, y por qué no, el de pataleta ante lo que nos parece injusto. Y por supuesto que podemos ir ante la puerta de quien consideramos responsable para expresar libremente lo que nos parece su gestión, porque tenemos derecho a reivindicar que las cosas se hagan bien, que para eso les pagamos el sueldo.

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Pero el jarabe se vuelve amargo cuando la puerta es la tuya, porque dentro están tus hijos, tu familia, cuando el que se juzga es tu trabajo y tu gestión. Entonces los derechos no son los mismos, ¿o sí? ¿Acaso los derechos y libertades dependen de quien los enarbola? ¿Tal vez dependen del lugar donde los hagas servir?

No obstante, pocos políticos han tenido la suerte de contar con tantos miembros de los cuerpos de seguridad y fuerzas del estado para su tranquilidad. Ay, Pablo, mientras aclaremos estos temas de igualdad para todos, menos mal que tenemos a la Guardia Civil, que no hace distinciones entre ricos y pobres, pijos y hippies.

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