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Afortunadamente, solo pueden aporrear cacerolas

Una mujer golpea una cacerola en la calle de Núñez de Balboa de Madrid por la gestión de la crisis del coronavirus por parte del Gobierno, el 12 de mayo.

Una mujer golpea una cacerola en la calle de Núñez de Balboa de Madrid por la gestión de la crisis del coronavirus por parte del Gobierno, el 12 de mayo.

En los primeros años 80, con la carrera recién terminada, empecé a dar clase en un centro privado de la calle de Núñez de Balboa de Madrid. La misma calle donde ahora se manifiestan los de las cacerolas envueltos en la bandera, la misma en la que estaba la sede de Fuerza Nueva, el partido de extrema derecha de entonces, liderado por Blas Piñar, diputado nacional. Lo primero que vi el día que me incorporé al trabajo fue una pintada en la fachada de granito: "Enseñanza roja, no". Y no hacía falta especular mucho para suponer quiénes eran los autores.

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Seguramente por su cercanía -y porque era un centro privado, caro, de cierto lujo- había matriculados todos los años un puñado de alumnos y alumnas que cada 20 de noviembre aparecían uniformados con su camisa azul falangista y su boina roja, que desfilaban calle arriba cantando el 'Cara al sol' y que declaraban la cercana calle de Goya "zona nacional". En febrero de 1981, durante la tarde del golpe de Tejero -y quién sabe quiénes más en la sombra- varios de ellos nos señalaron con el dedo a los profesores y nos advirtieron: "Estáis en las listas". Y sabíamos a qué se referían. Fracasado el golpe, alguno -sobrino de un ministro de la época- anuló su matrícula, valientemente, y no lo volvimos a ver.

Recuerdo una vez que, reunido con la madre de dos hermanos en mi hora de tutoría, la mujer me dijo muy acalorada que siempre advertía a su hijo -"la niña me preocupa menos", apostillaba- que se tenía que esforzar porque, si no, "los de abajo nos van a pisar". Sinceramente, al principio yo no entendía nada de nada. "¿Los de abajo? ¿Los vecinos del piso de abajo?". Hasta que me lo aclaró ella: "La gente, la gentuza". Supongo que yo mismo era parte de esa gentuza para ella.

Hoy estos mismos o sus clones actuales son los que se están manifestando aporreando las cacerolas, saltándose las normas sanitarias de distanciamiento, pidiendo grotescamente la dimisión del Gobierno, porque, afortunadamente, no pueden hacer otra cosa.

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