Las batallas del próximo mandato (2)

El principal reto del Eixample: la contaminación

Parafraseando a Oscar Wilde, todo en el Eixample va de contaminación, excepto la contaminación, que va de salud

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A1-158727780.jpg / ZOWY VOETEN

C. Cols

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Dejar de fumar. Ese es el principal propósito del Eixample más allá del horizonte del 28 de mayo, día de las elecciones municipales. Recogerán los programas electorales de los partidos propuestas de todo pelaje para el más poblado distrito de la ciudad. Recuperar nosecuantos interiores de manzana, extender la mancha de las ‘superilles’, inaugurar nuevos hoteles, impedirlo, facilitar la vida a los ciclistas, o lo contrario, facilitársela a los ‘cochistas’, avanzar hacia un plan de usos más estricto que recién aprobado, o al revés, dinamitarlo, franquear el paso al tranvía por la Diagonal, dejarle ahí donde está… Aunque sea un tópico echar mano de Oscar Wilde, de vez en cuando es perfecto citarle. “Todo en el mundo va de sexo, excepto el sexo, que va de poder”. Eso dijo. Todo en el Eixample va de contaminación, excepto la contaminación, que va de salud.

Cuenta el cirujano holandés Arnold van der Laar en un libro que publicó el pasado 2022, ‘El arte del bisturí’, que el cáncer de pulmón era muy raramente diagnosticado antes del siglo XX. Eran comunes otras variantes de esa enfermedad, como el cáncer de la boca del estómago, muy vinculado al consumo de alimentos en mal estado. La invención del frigorífico fue la mejor medicina contra esa dolencia. El tabaco, es cierto, llegó a Europa cinco siglos antes, pero el cigarrillo, con ese insano hábito de tragarse el humo que fomentó la industria tabaquera con la ayuda de tantos y tantos actores, e incluso de médicos, es algo más reciente, apenas 100 años. Como el humo de los coches, un producto genuinamente del siglo XX, responsable de una tercera parte de los cánceres de pulmón, según revelan algunos estudios médicos.

Lo curioso es que siendo Barcelona la ciudad española más adicta a la contaminación (en la esquina de la avenida de Roma con Urgell está la única estación de la península que en 2022 superó los límites de NO2 fijados por la Unión Europea) puede que durante la campaña electoral se entremezclen inadecuadamente algunos conceptos, advierte Miquel Ortega, tal vez uno de los mayores especialistas, de forma amateur, en esta materia. Es la persona que está detrás de una web de referencia, contaminació.barcelona, de imprescindible consulta para comprender por qué esta invisible materia (no se ve, pero causa unos 200 casos de cáncer al año y más de 900 de asma infantil) es en última instancia el principal reto del Eixample en el próximo mandato, no las terrazas, no la seguridad, no las motos que aparcan en las aceras, no los patinetes que circulan por ellas y ni siquiera, dice, Ortega provocador, el cambio climático.

Si uno es un entusiasta de los puzles científicos, lo interesante de este reto, es decir, que el Eixample sea un lugar respirable, es que no es, en contra de lo que se opina, un juego de solo dos piezas, menos coches, menos contaminación. Las variables, o sea, las piezas del puzle, son muchas más y hay que girarlas varias veces para entender qué imagen revelan.

Primera cuestión. Las medidas raramente tienen un efecto inmediato, explica Ortega. La decisión de poner fin a la gasolina sin plomo tuvo un impacto progresivo, pero lento, vinculado a la vida útil de los vehículos. El problema es que en el caso de España la repercusión fue menor porque las autoridades fomentaron, por decirlo de algún modo, una adicción al diésel, más por razones de protección de la especialización de la industria de la refinería local que de sentido común.  Así, la mejora fue menor que en otros países.

Más impacto tuvo, sobre todo en estaciones de medición como la del Eixample, la entrada en vigor de la llamada Zona de Bajas Emisiones (ZBE). Los afectados, dueños de vehículos de repente fuera de la norma, consideraron que aquello fue toda una declaración de guerra. No andaban equivocados si, como ha quedado acreditado tantas veces en el pasado, se acepta que las guerras son aceleradores de la historia. Desde el punto de vista tecnológico, sin duda alguna, pero incluso sobre esta cuestión hay que ser cautos, avisa Ortega.

Se ha idealizado, advierte, la imagen de ese futuro perfecto en el que una parte del parque automovilístico de la ciudad habrá sido sustituida por el coche eléctrico, que funciona sin motor de combustión, sí, pero que es notablemente más pesado y que por ello, por su rodadura más agresiva, es un mayor generador de PM, el material particulado, ese cóctel nitratos, sulfatos, carbono y metales que es terriblemente dañino para la salud. Es un tipo de contaminación, eso sí, que se comporta de forma muy distinta a los gases. No es capaz de vencer a la inexorable ley de la gravedad, de ahí la importancia, por ejemplo, de blindar los entornos escolares. La distancia a los vehículos, a la hora de evaluar el impacto sobre la salud, es cuestión simplemente de unos pocos metros.

La contaminación, si es que se acepta que ese es el mayor reto del Eixample, del cual penden de forma derivada no pocas políticas, estará poco o mucho en el programa electoral de cada candidatura, tal vez no de forma clara, pero sí implícita. Con todo, hay que subrayar que las cifras revelan que en los últimos  años, o sea, mientras el gobierno de la ciudad ha estado en tres manos políticas distintas, la calidad del aire ha mejorado. En esas dos décadas la OMS y la Unión Europea han bajado los umbrales que evalúan la calidad del aire, pero eso no significa que la situación actual sea la peor de todas. Es solo una percepción. No es malo que así sea. Significa que el nivel de exigencia es más alto. Bienvenido sea.

Proyectos que saldrán de las urnas

La calle de València llevaba antes el tráfico de Besòs a Llobregat y ahora es justo al revés. La de Aragó fue una vía de tren al aire libre. Los tranvías circularon por el Eixample hasta entrados los años 70. Los interiores de manzana como parque público fueron inexistentes hasta 1987, vamos, más de 100 después de que naciera urbanísticamente el Eixample. ‘Mutatis mutandis’ podría ser un buen lema para el escudo este distrito (si lo tuviera) ahora que en el mandato toca a su fin y ha sido el territorio de algunas mayúsculas transformaciones. Hay que cambiar lo que hay que cambiar. Esa sería la traducción más o menos aproximada de esa expresión latina, pero ahí está precisamente la discusión, que no todas las candidaturas coinciden en que lo ejecutado sea lo que había que ejecutar, sobre todo los ejes verdes y la prolongación del TramBesòs hasta las puertas del Eixample.

Si de una serie de tratara, la próxima temporada de ‘Eixample’ carece aún de guion. El 28 de mayo se vota el sí o no de la política de ejes verdes y, también, la conexión de las dos rutas de tranvía existentes, que como un Guadiana están interrumpidas por la Diagonal entre Francesc Macià y Girona.