Comer por menos de 15 €

Menú del día: Can Matías-Bar Zamora, los guardianes de Vilassar de Mar

Este local lleva desde los años 70 lleva alimentando a propios y extraños, habiendo generado a estas alturas una comunidad tremendamente fiel

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Lomo en salsa del restaurante Can Matías-Bar Zamora.

Lomo en salsa del restaurante Can Matías-Bar Zamora. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

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La verdad es que escribir este tipo de crónicas cada vez cuesta más. Y no solo por el hecho de que cada vez se avance una casilla más en el tablero, sino porque el tablero, a su vez, se va acortando. Y sí, naturalmente que va viniendo relevo y que esto no es el apocalipsis (al menos todavía) pero es verdaderamente doloroso procurar ser optimista mientras el Ayuntamiento de Barcelona, en lugar de preocuparse por el comercio de proximidad (como predica), certifica el deceso de una bodega emblemática del barrio de Gràcia como es la Bodega de Cal Pep, en la calle de Verdi, 141.

Debido a una pasmosa inflexibilidad de la administración (no apreciable en otros casos clamorosos de incumplimientos de normativa urbanística), el próximo 19 de diciembre a las 12.00 se precintará el lugar a causa de que un día de principios de 2022 en el que, excepcionalmente, se superaron los decibelios permitidos. Viendo las catastróficas consecuencias de ello a uno le dan ganas de dejarlo todo y que ellos se coman -con patatas fritas congeladas- este desastroso modelo de ciudad dedicado al visitante en palmario prejuicio del vecino.

Can Matías–Bar Zamora

Jeroni Marsal, 62. Vilassar de Mar

Tf: 93.759.23.86

Precio: 11,50 €

Pero si hay algo cierto, es que la cabezonería siempre se impone y se va a seguir en la brecha, le pese a quien le pese, porque las casas de comidas y los bares son el último reducto de la cultura gastronómica social. Y de eso un poco va la visita de esta crónica, en la que acabamos Roberto (quien regenta el recomendadísimo bar del Club de Tenis del Garraf) y servidor en Vilassar de Mar tras darnos un garbeo por el Maresme con mucha hambre y el tiempo echándose encima.

Tenía apuntado que el Can Matías-Bar Zamora era uno de los lugares predilectos de quienes frecuentan esta histórica localidad del Maresme y se trataba de poder disfrutar de este veterano lugar, que desde los años 70 lleva alimentando a propios y extraños, habiéndose generado a estas alturas una comunidad tremendamente fiel. Tanto que tener asiento no es empresa fácil.

Salvamanteles del restaurante Can Matías-Bar Zamora.

Salvamanteles del restaurante Can Matías-Bar Zamora. / Alberto García Moyano

Afortunadamente, pese a que bordeábamos las 15.00 horas a nuestra llegada al lugar (del que no os puedo mostrar la foto de la entrada a causa de las obras de la fachada del edificio al que pertenece), el recibimiento fue el propio de quien arranca el turno. Si bien no tengo costumbre de ir a comer a esas horas (procurad ir al menú del día siempre antes de las tres, quienes trabajan en las casas de comidas os lo agradecerán), fue una bendición encontrarse ahí. Y es que estábamos en un templo de culto local, mucho más de lo que nos habían advertido.

Potaje de garbanzos del restaurante Can Matías-Bar Zamora.

Potaje de garbanzos del restaurante Can Matías-Bar Zamora. / Alberto García Moyano

Rápidamente acomodados, menú cantado, con esa clase que me recuerda tanto al arte que tienen en la Bar-Bodega Bartolí para ello. Con elecciones en los primeros platos como el 'trinxat' (que, ¡ojo!, se encuentra en más menús de los que parecería) o mi elección: el potaje de garbanzos. Servido en el clásico perolo de manera que puedas repetir tanto como gustes. Con muchísima densidad, sabrosura y, lógicamente, con sus causantes: jamón, costilla, chorizo y morcilla. Ahí es nada.

Los segundos constituyen otra ronda de cantos de sirena de los que lamentablemente debes quedarte con un solo plato, pero la ventaja de ser dos e ir bien compenetrados para estas lides es que se prueban más cosas y se multiplica la diversión.

Pincho moruno del restaurante Can Matías-Bar Zamora.

Pincho moruno del restaurante Can Matías-Bar Zamora. / Alberto García Moyano

Los segundos constituyen otra ronda de cantos de sirena de los que lamentablemente debes quedarte con un solo plato, pero la ventaja de ser dos e ir bien compenetrados para estas lides es que se prueban más cosas y se multiplica la diversión. Para el recuerdo de esta visita el lomo en salsa (de calibre generoso a la par que tierno) y el pincho moruno. Con un adobo tan magnífico que lo he clasificado junto a mi favorito de Barcelona: el que preparan en el Bar Casino Seat de la calle de la Mecánica, 20, en el barrio de la Marina del Port.

Tarta de queso del restaurante Can Matías-Bar Zamora.

Tarta de queso del restaurante Can Matías-Bar Zamora. / Alberto García Moyano

Los postres de Can Matías no se hacen en casa PERO sí se elaboran en una pastelería de Vilassar, así que es prácticamente lo mismo. Menuda señora tarta de queso la que gastan. Y sin necesidad de estar haciendo cola y pasando frío para hacerte con un trozo.

No es de extrañar que no haya lugar para sentarse en semanas. Más que merecido el éxito popular de este sitio que lleva trabajando felicidad desde hace cinco décadas y que, gracias a esta generación que lo lleva (joven y con la chispa adecuada), podrá estar otras cinco sin despeinarse. Lugares que te hacen mantener la fe y seguir luchando contra los envites a los que estamos acostumbrados en los últimos tiempos.