Biografía sorprendente

El polaco que no tenía ni idea de cocinar y se ha convertido en The Pasta Man

Mateo Zielonka, que acaba de publicar 'Pasta masterclass' (Debate), se ha convertido en un referente mundial en redes sociales

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Mateo Zielonka, conocido en redes sociales como The Pasta Man.

Mateo Zielonka, conocido en redes sociales como The Pasta Man. / Dave Brown (Cinco Tintas)

Ferran Imedio

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The Pasta Man podría ser nombre de superhéroe, y lo cierto es que la historia que ha convertido a Mateo Zielonka en acreedor de este apodo puede parecerse a la de un tipo con superpoderes... en la cocina. Porque no se entiende de ninguna otra manera que un polaco veinteañero sin conocimientos de cocina se haya convertido, apenas un decenio después, en un referente en redes sociales en el mundo de la pasta (@mateo.zielonka). Pero así ha sido. Más medio millón de seguidores en Instagram flipan con sus originales creaciones elaboradas con ingredientes naturales: a rayas o a topos, rojas, verdes, negras... Y la visita a Barcelona del ahora treintañero (todo un cocinero en estos momentos) para presentar el libro 'Pasta masterclass' (Cinco Tintas) ha servido para conocer al detalle ese periplo vital desde su Lodz natal hasta su Londres de adopción.

Es el segundo trabajo tras 'Pasta Man', también en colaboración con Cinco Tintas. Si aquel era más desenfadado y menos enciclopédico, este cuenta con más de 30 variedades de pasta estirada, rellena y extruida y más de 40 recetas para rellenos y salsas que harán las delicias de los amantes de este tipo de cocina.

Mateo Zielonka, The Pasta Man, en una foto del libro 'Pasta Masterclass' (Cinco Tintas).

Mateo Zielonka, The Pasta Man, en una foto del libro 'Pasta Masterclass' (Cinco Tintas). / Dave Brown (Cinco Tintas)

Pero volvamos a la historia personal de Zielonka. "Trabajaba como asistente personal, y me gustaba. Hacía de chófer conduciendo los mejores coches y resolviendo todo tipo de encargos... Un poco de todo", comienza a relatar el simpático y cercano chef. Hasta que fue a visitar a un amigo que trabajaba en un restaurante de la capital británica. El plan era hacer algo de turismo y volver a casa. Pero le ofrecieron una vacante en el establecimiento de su amigo, un 'deli' israelí, y Zielonka, ni corto ni perezoso, dijo aceptó guiado por la "idea romántica" que tenía en la cabeza sobre el trabajo de los cocineros.

En Londres y ni idea de inglés

De modo que dejó su trabajo en Polonia y "empezaba una nueva vida", recuerda ahora sobre aquellos momentos en los que, imprudente él, no sabía que iba a vivir en un cuchitril al norte de la ciudad, que trabajaría tanto por tan poco dinero y que todo era tan caro. Imprudente él, poco le preocupaba su nula experiencia en el sector ("el máximo contacto que había tenido con una cocina profesional fue un trabajo en McDonald's cuando era adolescente, es decir, nada"). Tampoco le importaba que no supiera nada de inglés. "Tenía ganas de aprender", resume.

Por eso, a este fan de 'Los Soprano' porque los mafiosos cocinaban y se reunían en torno a una mesa disfrutando de la comida, pronto le dieron más responsabilidades y fue saltando de un restaurante a otro, acumulando conocimientos aunque sin tocar la pasta jamás. Estuvo un par de años en la cocina del extremeño José Pizarro y luego pasó cuatro meses en Padella, donde tuvo el primer contacto con la pasta fresca. Breve experiencia antes de saltar a Bristol para ayudar a un amigo en la apertura de un restaurante.

A su regreso, se tomó dos meses de relax. ¿Tomando en sol en la terraza? ¡No! Practicando en casa con una máquina de hacer pasta que se había comprado. "Quería que me saliera como la que veía en Instagram pero no habia mucha información en las redes sociales, así que tuve que practicar mucho", explica, rememorando cuán "horribles" fueron sus primeros intentos. "Pero soy obsesivo, 'workaholic', y trabajé, trabajé y trabajé hasta que conseguí aprender. Solo llevo seis años y medio haciendo pasta pero sé mucho porque la hago cada día", subraya este "entusiasta de la pasta".

Buen ejemplo de esa actitud inconformista es que, cuando entró en 180 Studios, café y galería de arte en el Strands de Londres donde ahora luce su talento, se quedaba tres horas después del cierre del local para seguir perfeccionando su técnica y sus ideas. Allí introdujo sus platos de pasta como sugerencias del día pero tal fue su éxito que acabaron formando parte de la carta fija. Ahora Zielonka tiene allí su propio estudio de pasta.

Su éxito, más allá de la cantidad de seguidores que suma en redes desde abrió su cuenta hace cinco años "con fotos de elaboraciones que eran perfectas", también se mide por hitos como la campaña que hizo para Burberry, imitando las formas, texturas y colores de su ropa; por los viajes por el mundo explicando su 'know how', y por los números que maneja con su empresa, Mateo Kitchen, con la que monta eventos para centenares de personas que prueban sus creaciones, llegando a consumir toneladas de pasta.

"Me sorprende el éxito -confiesa- pero debo decir que cualquier persona puede conseguirlo si se lo propone. Se trata de enfocarse en algo, sea lo que sea, con la intención de hacerlo lo mejor posible". En su caso, se centró en la pasta. Y le ha ido muy bien. "La comida conecta a la gente porque es un lenguaje internacional. Genera buenos momentos y recuerdos. Y, en el caso de la pasta, si la elaboras tú, es buena para la mente, porque te relaja hacerla, y para el cuerpo, porque se usan ingredientes naturales. En el fondo, mi misión es esa: animar a la gente a cocinar en un mundo en que cada vez estamos más alejados de los fogones".