Cata Menor
La tapa como engaño, por Pau Arenós
La cocina de autor tiene en el tapeo la excusa para la racioncilla a precio alto
Alcohol, adicciones y hostelería
¿Existe la cocina de Barcelona?
Pau Arenós
Coordinador del canal Cata Mayor
Periodista y escritor, con 17 libros publicados, entre ellos, novelas y cuentos, y media docena de premios, como el Nacional de Gastronomía. Ha estado al cargo de las revistas 'Dominical' y 'On Barcelona' y ha dirigido series de vídeorecetas y 'vídeopodcast'. Entre las últimas publicaciones, 'Nadar con atunes y otras aventuras gastronómicas que no siempre salen bien' y el recetario 'Cocina en casa'.
La tapa no es un formato original de servir la comida, pero sí el nombre. 'Tapa' ya como palabra universal, una aportación del castellano al mundo.
Las pequeñas raciones forman parte de la gastronomía japonesa tradicional, sin olvidar los ‘mezze’ de Oriente Medio o los ‘cicchetti’ de Venecia.
Expertos en tapas majestuosas y en tapas sarnosas, con ensaladillas pochas y amansadas patatas bravas, se impone un modelo que, demasiadas veces, es tramposo.
En el restaurante dicen:
–Hemos pensado la carta para compartir.
Se extiende esa modalidad, que pasa por divertida y relajada. ¿Cuántas veces has escuchado la frase?
Huye: estás a tiempo.
Problema número uno: si vas solo, pringas por la limitación de las opciones. El caso más escandaloso que conozco es el de Barr, que ocupa, en Copenhague, el espacio de Noma. De cuatro segundos, tres son para colectivizar. Los solitarios no son bien recibidos.
Problema número dos: no es tapa, es plato. He pagado recientemente 15 euros por ¡un espárrago!, que mis vecinos de barra se repartieron: preciosista, cubierto con pilpil, con probable pelea por quién se iba a llevar el tercer pedazo.
Al ser (supuestas) tapas, no pides dos platillos por cabeza (más postre), sino tres o cuatro (más postre) por comensal, y la cuenta comienza a naufragar. O es plato o es tapa.
Ah, y la desapacible sensación de haber probado de todo y no haber gozado de nada.
La cocina de autor tiene en el tapeo la excusa para la racioncilla a precio alto.
Recuerdo a un recién coronado con una estrella (entonces aún no la tenía) que, al avisar de que no quería un desparrame, me dijo sin despeinarse.
–No te lo comas todo.
¿Sugerencia de invitación? De ninguna manera. Una bonita factura.
Al poco contrató a una agencia de comunicación para convidar a periodistas.
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