Cata Menor

¿Existe la cocina de Barcelona?, por Pau Arenós

La gastronomía barcelonesa, como la madrileña, ha sido construida gracias a la suma de muchos, empapada de las diferentes oleadas migratorias

Celebremos el Delta de l'Ebre

'Marimontañear': el auge del 'mar i muntanya'

Windsor: patatas bacalao

Windsor: patatas bacalao / Jordi Otix

Pau Arenós

Pau Arenós

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las metrópolis son como bayetas: lo absorben todo. La gastronomía también está sometida a la impregnación.

Saber, de un modo científico, cuáles son los platos que las grandes ciudades han expandido es altamente complejo y confuso.

Podríamos decir que Londres ha manchado el planeta con el curri por su potencia como altavoz –colonización y adaptación–, y que es Nueva York la responsable de que la pizza sea un icono planetario, también por el mismo efecto de bocina.

La cocina barcelonesa, como la madrileña, ha sido construida gracias a la suma de muchos, empapada de las diferentes oleadas migratorias.

En la última edición, el ‘Corpus de la cuina catalana’ ha aceptado en sus filas el gazpacho por la gran implantación, ante la perplejidad de algunos puristas ridículos, que entienden lo que comemos como algo divino e inmutable.

Alertan de que lo siguiente podría ser el ‘sushi’ y es tan alarmista como la previsión de un meteorólogo apocalíptico porque los litros gazpacheros que se consumen en las casas son un océano respecto de las gotas de pescado crudo.

La cocina de Barcelona no existe porque son muchas, además de por la escasez de platos documentados, en varios casos, aclimataciones: los canelones (diferentes a los italianos), la zarzuela, la bomba, el arroz de pichón, el arroz Parellada, el pijama, el bacalao ‘a la llauna’, el llom ambmongetes’ (y el repertorio de las fondas de ‘sisos’)

¿Y los ingredientes? Las capturas del puerto, y esas gambas que venden como de Palamós y son del vecindario, y las hortalizas del Parc Agrari, y curiosidades como el vino de Collserola o pequeños obradores de quesos o ahumadosY la tupida red de pastelerías.

Por eso se agradecen esfuerzos como el del restaurante Windsor, donde han indagado en busca de un hipotético Menú Barcelona, basado en la lectura de un libro de Néstor Luján.

Lo cuento en una crónica y me satisface que el ‘allioli’ sea protagonista, para horror de los remilgados.

La cocina de Barcelona no existe, pero sí las cocinas de Barcelona, que son también las cocinas de Catalunya y todas aquellas cocinas variadas, fragantes, generosas que han dejado huella en el tiempo y las calles.

Los platos de la semana

*¿Y quién no ha comido esperma (de pescado)?

*Mencía, godello y prieto picudo: las uvas de moda del norte de España para refrescar los brindis

*"Pocas recetas superan a la patata asada": reflexiones culinarias de la escritora Laurie Colwin

*¿Son el espárrago verde y el blanco lo mismo?

*10 restaurantes donde comer estupendamente al mediodía por menos de 20 €

*¿Qué vino marida con Marilyn Monroe? ¿Y con Rosalía? La sumiller Meritxell Falgueras responde

*A la caza de la reseña positiva en Google o TripAdvisor: así buscan los restaurantes las 5 estrellas

*Doppietta: un italiano distinto

*12 buenos restaurantes del barrio de Gràcia que no deberías perder de vista

*Esto es lo que se come en la mejor pizzería de Europa

*¿Sabes qué es un 'hidrosumiller'?

*3 cremas frías para combatir el calor

*'Sikil pak: te enseñamos a hacer este rico y sencillo platillo maya

*¿Cómo hacer pan sin gluten? La receta definitiva

*Multimedia | Guía de los alimentos de temporada: mayo, el mes de la cereza

Suscríbete para seguir leyendo