Cata Menor
Alcohol, adicciones y hostelería, por Pau Arenós
Al abstemio se le acosa, se le acompleja, se le invita a brindar, aunque sea un culito
David Seijas: "Me dominaba el alcohol. Yo no conducía mi vida: solo era el copiloto"
Raül Balam: "Tengo una enfermedad. Soy un adicto y lo seré toda la vida" | VÍDEO Mesa para dos
Pau Arenós
Coordinador del canal Cata Mayor
Periodista y escritor, con 17 libros publicados, entre ellos, novelas y cuentos, y media docena de premios, como el Nacional de Gastronomía. Ha estado al cargo de las revistas 'Dominical' y 'On Barcelona' y ha dirigido series de vídeorecetas y 'vídeopodcast'. Entre las últimas publicaciones, 'Nadar con atunes y otras aventuras gastronómicas que no siempre salen bien' y el recetario 'Cocina en casa'.
En descargo, podría ser: alcohol, adicciones y periodismo. O alcohol, adicciones y administración pública.
El alcohol como charco en el que toda la sociedad mete los pies.
El consumo responsable, bla-bla-bla. Sí, de acuerdo. Bebo vino. Creo que no tengo un problema. O tal vez sí.
Esta reflexión tiene como precedente el artículo que escribí sobre David Seijas, que fue jefe de sumillería de El Bulli y codirige una empresa de búsqueda y comercialización de vinos, Gallina de Piel.
El de David es un caso singular porque ha conseguido, con ayuda de una terapeuta, un sistema propio para continuar en el mundo del vino, catar y no beber.
Más allá de la metodología, me interesan las frases que dan contexto, como cuando dice que beber “está bien visto”.
No se censura el bocadillo de desayuno con cerveza ni el carajillo posterior, no se censura el pedete divertido, no se censura el gintónic de media tarde, no se censura el maridaje sin fin, no se censura el botellón, no se censura el desparrame coctelero.
En cambio, al abstemio se le acosa, se le acompleja, se le invita a brindar, aunque sea un culito. Recibe más consideración de raro el abstemio que el bebedor.
Me gusta el vino y comprendo, ¡cómo no!, la dimensión cultural. Pero, admitámoslo, algo va mal. En la hostelería, y alrededores, donde me encuentro, el consumo de alcohol, por la facilidad de acceso, es amplio, habitual, preocupante.
Conozco un montón de personas con el hígado graso (no solo por la bebida, claro), enfermedad silenciosa que avanza. Al acecho, otras patologías.
“Siempre quise pasarlo bien”, dice David. Yo también. El alcohol es divertido hasta que deja de serlo.
¿Solución? Reducir el consumo. Quien pueda. Quien no, que lo abandone porque, claramente, sí tiene un problema. No hay aquí una pretensión moralizadora, ni castrante, sino poner sobre la mesa, con o sin mantel, una situación visible que se pretende invisibilizar.
El alcohol genera capitales, millones, y buenos impuestos.
¿Alcohol, adicciones y hostelería? Alcohol, adicciones y sociedad.
Suscríbete para seguir leyendo
- El de la Policía Nacional para los robos en las viviendas: "Si los ves, no toques nada
- Comprobar si mi número de La Grossa de Sant Jordi 2024 tiene premio
- ¿Dónde se baila en Barcelona a partir de los 40 años?
- El primer gran 'beach club' de Barcelona abrirá en junio: así será su oferta
- Pedro Sánchez, en directo | comparecencia y última hora de la posible dimisión
- Alerta de la Policía Nacional sobre una estafa que puede afecta a miles de personas
- Un juzgado de Barcelona concede una incapacidad absoluta a una vendedora con fibromialgia y agorafobia
- El mensaje que manda Hacienda tras devolver el dinero de la renta