"No sabíamos qué teníamos al lado de casa": La inquietud por la contaminación aflora en la exposición sobre Tersa

El Pati Llimona (Regomir, 3, Barcelona) acoge hasta el 15 de junio la exposición ‘Sant Adrià i Barcelona, zones de sacrifici ambiental’, basada en la investigación de EL PERIÓDICO sobre el presunto riesgo para la salud que la incineradora de Tersa causa en su entorno y los testimonios de vecinos que viven cerca de la planta, preocupados por la contaminación que achacan a la empresa pública que quema la basura del área metropolitana. La muestra parte de los artículos publicados por el diario a lo largo del último año y también de unos análisis de la Universitat Rovira i Virgili (URV), que detectaron concentraciones desmesuradas de dioxinas y furanos cancerígenos en torno a la central. Los informes del grupo de investigación en toxicología de la universidad originaron la denuncia de la coordinadora vecinal Airenet, de la que deriva la causa que mantiene a Tersa bajo sospecha en el juzgado.

Precisamente, el activismo de Airenet ha sido el motivo de una mesa redonda este viernes en el centro cívico del Gòtic que alberga la exhibición, enmarcada en el festival Enfocats, dedicado este año a la crisis climática. A la vez que ha servido para presentar y completar la muestra, el acto ha dado cuenta de la tenacidad de un pequeño grupo de vecinos que levantó la voz de alarma ante los hallazgos científicos que discutían que la incineradora que más toneladas de desechos calcina en Catalunya resulte inocua. 

Airenet surgió para pedir explicaciones a las administraciones sobre los resultados inquietantes que los trabajos de la Rovira i Virgili revelaron. Seis años más tarde, está propiciando que la existencia de la instalación se cuestione por primera vez tras más de medio siglo de funcionamiento, al mismo tiempo que la Fiscalía y la Guardia Civil han indagado en la actividad de la compañía.

“Antes de 2017, vivía como una turista en Barcelona. No sabíamos qué teníamos al lado de casa”, ha expresado Silvina Frucella, presidenta de Airenet, que ejerce de acusación en el caso que se dirime en un juzgado de instrucción de Badalona. Frucella ha advertido contra la ignorancia que favorece que perduren las “zonas de sacrificio”, tal como los activistas califican a la parte baja del Besòs, donde Tersa se afinca junto a las fábricas de producción eléctrica de Endesa y Naturgy, también en Sant Adrià. “Ser una zona de sacrificio significa vivir como vecinos y no saber lo que pasa en nuestro entorno”, ha rematado Alejandro Ovejero, también integrante de la plataforma. 

Frucella ha alertado contra las “explicaciones calmantes” con las que, sostiene, las instituciones procuran sofocar la protesta vecinal. “No luchamos contra la incineradora Tersa, sino contra un sistema administrativo y político que la blinda”, ha esgrimido.  

Más riesgo de cáncer

La Rovira i Virgili concluyó hace una década que el peligro de contraer cáncer en Sant Adrià es tres veces mayor que en Mataró, Tarragona o Girona, donde también tomaron muestras en torno a otras incineradoras. Uno de los profesores de Toxicología que participó en los estudios elaborados entre 2014 y 2017, Joaquim Rovira, ha confesado que los resultados los sobrecogieron. 

“Nos asustamos al ver esos niveles. Pensábamos que había habido un error analítico. Pero analizamos una tercera muestra y nos dio el mismo resultado”, ha recordado. El investigador ha afirmado que el de Sant Adrià puede ser “quizá uno de los casos más importantes de contaminación por dioxinas en España”. 

Rovira ha subrayado que las cantidades de dioxinas y furanos que detectaron en el aire y el suelo en distintos puntos de Sant Adrià llegaban a triplicar los de la avenida Diagonal, una de las vías donde el tráfico es más denso en Barcelona. El profesor ha puntualizado que las comprobaciones no permiten señalar a Tersa como el único responsable de las emisiones, también teniendo en cuenta que la Ronda Litoral pasa por allí mismo, “con la salvedad de que se han analizado zonas de tráfico y no tenían esos resultados”, ha distinguido. 

Tampoco ha pasado por alto que la “infrafinanciación” de los grupos de investigación como el suyo fue un inconveniente para efectuar los análisis sobre la planta. No obstante, se dio el “pequeño milagro” de que salieran adelante, al coste de 500 euros por el estudio de cada muestra. En contraste, Airenet recordó que Tersa lleva comprometido casi medio millón de euros de fondos públicos para contratar abogados con los que defenderse.

El público que ha intervenido ha manifestado desasosiego ante las incoherencias en los registros de mediciones y temperaturas de Tersa, que han llevado a la Guardia Civil a restar credibilidad a los datos que la firma envía minuto a minuto a la Generalitat. Una de las asistentes ha preguntado si su salud puede verse comprometida por residir a unos dos kilómetros de la central. “Para saberlo, deberían analizarse más pruebas y hacerse estudios con más puntos de muestreo”, ha contestado Rovira, partidario de nuevas investigaciones en las inmediaciones de la central como medida de “protección a la salud”.

Al coloquio también han acudido los periodistas Jesús G. Albalat y Jordi Ribalaygue, responsables de la investigación de EL PERIÓDICO sobre el ‘caso Tersa’. “Son los vecinos los que dan la batalla. Nosotros somos altavoces”, ha recalcado Albalat. Durante la conferencia, se ha proyectado el documental ‘Historia de una contaminación: La incineradora del Besòs’, dirigido por la jefa de Imagen de este medio, Bárbara Favant.