Más de 9.900 grados

La incineradora del Besòs informó de que alcanzó temperaturas imposibles según las leyes de la Física

La Generalitat envió millones de datos "erróneos" al juzgado que investiga la incineradora del Besòs

"La incineradora manipula datos y la Generalitat no lo revisa"

Los investigadores sospechan de los niveles de combustión que Tersa comunicó a la Generalitat, mientras que la empresa defiende que son correctos

La incineradora de residuos metropolitanos de Tersa, en Sant Adrià de Besòs.

La incineradora de residuos metropolitanos de Tersa, en Sant Adrià de Besòs. / JORDI OTIX

Jordi Ribalaygue
J. G. Albalat
Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las pesquisas en torno al supuesto exceso de contaminación en la incineradora de residuos de Tersa y el registro que la Guardia Civil practicó este miércoles en la planta situada en la confluencia entre Barcelona y Sant Adrià de Besòs obligan a consultar las leyes básicas de la Física para despejar interrogantes. Al margen de esclarecer los niveles de polución que la fábrica arrojó a la atmósfera, otro aspecto en que los investigadores están reparando son las supuestas temperaturas desorbitadas que alcanzaron los hornos donde arde el mayor número de toneladas de basura en Catalunya. Los listados que la Generalitat aportó al juzgado de Badalona que indaga en los hechos muestran máximas que superan los 9.900 grados centígrados. Dos físicos y un toxicólogo aclaran a EL PERIÓDICO que no existe material conocido en la Tierra que resista un calor tan superlativo.

Las fuentes científicas consultadas cuestionan la veracidad de los datos, por plasmar unos índices de combustión que, en realidad, nada en el planeta puede soportar. A su vez, fuentes próximas a la investigación consideran que los resultados son, cuanto menos, extraños. A la acusación particular ejercida por la plataforma vecinal Aire Net, le sugiere que las cantidades están manipuladas en origen y que, además, el órgano de control -en este caso, el Govern- no las revisa. Por su parte, Tersa defiende sus mediciones y esgrime que no pueden analizarse de forma aislada sin ponderarse con otros patrones.  

A tenor de los cálculos minuto a minuto del Departament d’Acció Climàtica, la central rebasó los 4.000, los 5.000, los 6.000, los 7.000, los 8.000 y los 9.000 ºC en diferentes fechas entre 2019 y 2021. Tal como aparecen documentados en las hojas de cálculo que obran en la causa, no suelen tratarse de escaladas fugaces: por ejemplo, las temperaturas desmesuradas se prolongaron casi sin interrupción durante más de cinco horas entre el 6 y el 7 de abril de 2021, según la documentación examinada por EL PERIÓDICO. El Ministerio de Transición Ecológica precisa que la combustión en una central de incineración de basura tiende a fluctuar entre 900 y 1.200 ºC.

“Es imposible que llegara a 9.000 grados. Se desharía el horno y se fundiría el metal del horno y todo. Tampoco es posible 5.000, ni 6.000, ni 7.000. Debe de haber un error del detector”, deduce un científico de una universidad catalana. Por su parte, Tersa responde que no destruye desechos a tales temperaturas. En todo caso, la empresa pública -propiedad del Ayuntamiento de Barcelona y el Área Metropolitana- niega que exista una confusión en las anotaciones. Alega que cabe tener en cuenta diferentes parámetros para interpretar las cifras con corrección.

La compañía no aclara a qué variables se refiere para entender los motivos para que no figure entonces la temperatura real de ignición. El algoritmo para calcular a cuánto se calcinan los residuos es cuestión crucial en las indagaciones. 

Un científico de un alto organismo, doctor en Física, desgrana por qué los valores son chocantes: “El material que aguanta las temperaturas más altas es la fibra de carbono, con alrededor de 3.500 grados centígrados. La lava está a unos 1.200 grados. Todos los metales se funden entre 1.000 y 2.000 grados. A 9.000, todo se va instantáneamente al cuerno. Obviamente, ni la incineradora ni los gases llegan a 9.000 grados”.   

Errores descartados

Cabe recordar que los minutajes que el Departament d’Acció Climàtica trasladó a la jueza instructora con los valores de polución de partículas y otras sustancias de Tersa entre 2017 y 2021 están bajo sospecha por contener probablemente millones de datos equivocados. Advertida por este medio de que los inventarios reúnen cantidades altísimas que revelarían supuestas infracciones reiteradas, la ‘conselleria’ replicó que había detectado que la información que remitió a la magistrada incluía “datos erróneos”. Los atribuyó a un supuesto fallo masivo al omitirse la coma de los decimales en los dígitos volcados en unos documentos Excel. 

Agentes de la Guardia Civil, durante el registro de la incineradora de Tersa este miércoles.

Agentes de la Guardia Civil, durante el registro de la incineradora de Tersa este miércoles. / JORDI OTIX

El departamento ha chequeado la documentación en los últimos días, a la búsqueda de inexactitudes antes de reenviarla corregida al juzgado. Requerida por este medio para clarificar el porqué de las temperaturas aparentemente desproporcionadas en la quema de desperdicios, Acció Climàtica se ha limitado a repetir que “se produjo un error humano y se deben revisar todos los datos”. 

En todo caso, el posible descuido en la copia de los balances de contaminación se concentra entre el 3 de diciembre de 2018 y el 7 de octubre de 2019, mientras que la mayoría de las mediciones desmedidas de calor son posteriores a esas fechas. Además, las temperaturas de los tres hornos de Tersa que constan en el juzgado no son susceptibles de estar alteradas por carecer de comas: la Xarxa d’Emissions Atmosfèriques de Catalunya (XEAC) las inscribe sin decimales. 

Más caliente que el sol

Todo apunta a que, a diferencia de lo ocurrido con los índices de componentes contaminantes, no se interponen erratas en las temperaturas reflejadas en el duplicado entregado al juzgado y extraído de la red de monitorización de la Generalitat. Es decir, Tersa comunicó a Acció Climàtica que abrasó desechos a unas cotas que se antojan “absurdas e incoherentes”, a juicio de otro físico. Para dejarlo claro, añade que las sondas usadas para estimar el calor en las plantas incineradoras, los termopares, “no tienen fiabilidad en las medidas por encima de 1.100 grados”.

Para los denunciantes de Aire Net, los cómputos incorporados al sumario son una “burla”, según la presidenta de la entidad, Silvina Frucella. “Con 9.000 grados, estamos hablando de casi el doble de la temperatura de la superficie solar. No es un error de un solo día, hemos visto valores igual de altos de forma sostenida y durante horas en diferentes meses de distintos años”, enfatiza. 

La plataforma tampoco se cree saltos extremos -por ejemplo, de 1.008 a 9.393 ºC en tan solo un minuto- ni temperaturas negativas extraordinariamente bajas, como -718 o -801 ºC, que también figuran en los listados. “Son auténticas proezas”, ironiza Frucella.

“La temperatura físicamente más baja posible es -273,16 ºC, denominada cero absoluto, a la cual los átomos se paran completamente -ilustra el doctor en Física-. Nada puede estar a -700 ó -800ºC. Es absurdo. Esos números no tienen sentido ni aunque se pasaran a grados Fahrenheit. Simplemente, están mal”.

Tersa reconoce que, obviamente, no se deshace de despojos a temperaturas glaciales e insiste en que es necesario descifrar los guarismos contextualizados con indicadores adicionales. En los balances se observa en distintas ocasiones que alguno de los hornos cayó durante varios minutos -cuando no durante horas- por debajo de 850 grados, el mínimo para contener la irradiación de sustancias tóxicas. No queda constancia de si el descenso se debió a que el mecanismo de cremación se estuviera deteniendo. 

La compañía esgrime que la combustión fue adecuada porque, aduce, no se sobrepasó el umbral autorizado de expulsión de dioxinas. "Los datos no generan ninguna duda a Tersa y, teniendo en cuenta su correcta interpretación, se ajustan a la normativa", concluye.

Suscríbete para seguir leyendo