Falta de lluvia y terreno llano

La sequía agudiza el endémico olor de cloacas en el Poblenou de Barcelona

Operarios en un acceso al alcantarillado de Barcelona, en una imagen de archivo

Operarios en un acceso al alcantarillado de Barcelona, en una imagen de archivo / Danny Caminal

Andrea Gabarró

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El olor a cloaca mortifica desde hace años ciertos barrios de Barcelona, especialmente aquellos más llanos en los que la red de desagües apenas tiene inclinación natural. Uno de los más significados es el Poblenou, donde los vecinos reclaman actuaciones de mejora desde hace más de una década. La prolongada sequía actual extiende esta molestia crónica, porque la falta de lluvias ya no se circunscribe solo al verano.

El Ayuntamiento de Barcelona se reunió con la Asociación de Vecinos del Poblenou el pasado 15 de diciembre para abordar específicamente este fenómeno, tras meses de insistencia de la entidad. El concejal del distrito de Sant Martí, David Escudé, acudió en representación del nuevo gobierno municipal.

La conversación ofreció pocas sorpresas, lamenta Joan Maria Soler, de la AVV del Poblenou. Abordaron los dos focos principales de malos olores: el alcantarillado de la ciudad y la depuradora de aguas residuales situada en el Fòrum. Las dos fuentes de hedores son muy distintas en su lógica de producción y en posibles abordajes.

Sin solución clara

El encuentro terminó sin fechas ni medidas contundentes, sostiene la entidad vecinal, que reclama “un plan de control sistemático”, porque “no es un tema ocasional, sino que forma parte del sistema”. “Nos explicaron algo que ya sabíamos de antemano, la falta de inclinación del barrio; y nos dijeron que este asunto compete a l'Agència Barcelona Cicle de l’Aigua (BCASA), con quién se comprometieron a agendarnos una cita cuando antes”, apunta Soler.

El Poblenou ha desarrollado un cierto estoicismo respecto al aroma de las alcantarillas: “Forma parte de la personalidad del barrio", ironiza. Se ha notado históricamente con más intensidad las tardes de épocas cálidas. La recurrencia, sin embargo, no ha disipado la preocupación vecinal: “Los malos olores son un reflejo del interior de las alcantarillas”.

No son el único barrio afectado, también Ciutat Vella lidia con la misma falta de pendiente de sus alcantarillas, que dificulta la circulació “Que no llueva hace que estén más sucias y los olores y los problemas de salud sean más graves”, reconoce. n espontánea de las aguas hacia el mar. “La horizontalidad del territorio es una realidad física, pero si no se vigilan mucho las cloacas se atascan rápidamente y la concentración de sedimentos da lugar a esos aromas”, expone.

Obras recientes y Plan Endreça

Fuentes municipales señalan a EL PERIÓDICO que el alcantarillado de Barcelona es una red unitaria, es decir, que la recogida de aguas residuales y pluviales no está compartimentada por zonas. Además está mallada para favorecer la dispersión de los malos olores. No obstante, reconocen que los barrios con menor pendiente y más cercanos al mar se ven más afectados por episodios malos olores.

Limpieza de las alcantarillas del Poblenou en 2013

Limpieza de las alcantarillas del Poblenou en 2013 / Albert Bertran

El consistorio ha intervenido en varias ocasiones en el alcantarillado para mitigar el impacto olfativo de la orografía. Por ejemplo entre noviembre de 2012 y julio de 2013 llevó a cabo tareas de limpieza extraordinarias para combatir los malos olores, que llegaron a recoger más de 2.000 toneladas de residuos. La intervención más reciente es la actualización de 180 metros del colector que hay bajo la calle Marià Aguiló, emblemática del barrio, que se aprovechó para reurbanizar el tramo entre Joncar y Taulat.

Este mandato el consistorio aprovecha el presupuesto del nuevo Plan Endreça para hacer seguimiento de incidencias sobre hedores y realizar mejoras puntuales en puntos negros del espacio público, incluyendo infraestructura subterránea si es necesario. Las actuaciones puntuales, sin embargo, no satisfacen a la AVV del Poblenou: “Consideramos que se necesita un programa de control y revisión sistemática y sostenida en el tiempo sobre el estado de las cloacas”.

Filtros en la depuradora

Las emisiones de la depuradora son harina de otro costal. En 2021, el AMB aprobó un proyecto específico con una inversión de 7,4 millones de euros, financiado por la Agencia Catalana del Agua (ACA). Consistía en instalar de “un sistema avanzado de desodorización del aire dentro del reactor biológico” de la depuradora, que no garantiza la eliminación al 100% de los malos olores pero sí una reducción.

Las obras empezaron a finales de 2020 con una duración prevista de tres años, así que todavía no hay resultados concluyentes. Camilo Ramos, presidente de la Federación Asociación de Vecinos de Barcelona (FAVB), asegura que “las pruebas que se habían hecho no han dado muy buenos resultados” pero asume que “el proyecto no ha terminado aún” y deberá constatarse su efectividad este 2024.

Aplicación móvil de uso ciudadano

En paralelo a la presión del movimiento vecinal, una aplicación gratuita de ciencia ciudadana recopila incidencias y casos detectados por la ciudadanía. Se trata de ‘OudorCollect’, que permite a sus usuarios colocar sobre un mapa marcadores sobre el olor de lugares concretos de Barcelona, con el grado de intensidad y de agradabilidad. A más verde el marcador, más amable el olor. A más rojo, más desagradable.

Según esta compilación virtual, los olores que más predominan en la zona del Besòs y el Poblenou son “aguas residuales”, “basuras” y “barro”. La intención es que estos datos sean utilizados por el Ayuntamiento –que promueve su uso– para encontrar soluciones y ver la evolución de los puntos conflictivos.

Una molestia que puede afectar a la salud

Los olores son el resultado de la combinación de moléculas químicas de origen diverso. La gran mayoría no son tóxicas ni irritantes, pero pueden causar ciertos trastornos físicos y psicológicos a la población muy expuesta. Cuando la fragancia es tan intensa que entra en las viviendas, puede impactar en la salud de las personas afectadas según su nivel de sensibilidad olfativa. Los ciudadanos más vulnerables a los olores pueden llegar a sufrir síntomas de estrés como dolor de cabeza o insomnio, de un modo similar a lo que ocurre con la exposición a ruidos persistentes.

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