El Ayuntamiento de Barcelona

La vida tras Ernest Maragall: ¿quién decidirá en ERC si entra o no en el gobierno de Collboni?

Ernest Maragall (ERC): "Apoyar los presupuestos de Barcelona en 2022 nos etiquetó como muleta de Colau"

Ernest Maragall anuncia por sorpresa que abandonará de inmediato el Ayuntamiento de Barcelona

Collboni se da hasta el principio de la primavera para tener socio y presupuesto

Ernest Maragall y Oriol Junqueras.

Ernest Maragall y Oriol Junqueras. / BERNAT VILARÓ / ACN

Toni Sust

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Faltan menos de tres semanas para que Ernest Maragall formalice, en el pleno de diciembre, su salida del Ayuntamiento de Barcelona y su retirada de la política. Y aunque en principio queda tiempo, su adiós abre una incógnita: quién se encargará de negociar y decidir una posible entrada de ERC en el gobierno de Jaume Collboni y el voto a los presupuestos de 2024.

Queda tiempo, a la vista de las últimas declaraciones al respecto por parte del alcalde, que se da hasta inicios de primavera para resolver el desenlace de un dilema que de hecho se abrió nada más fue investido, el pasado 17 de junio. Quién será su socio de gobierno podría no concretarse hasta el mes de marzo.

Las negociaciones, por empezar

El miércoles, Collboni declaró: “Mi compromiso es que antes de la primavera Barcelona tenga presupuesto. (…) Mi compromiso es seguir hablando con los grupos para tener una mayoría articulada antes de la primavera”. Y esa estación empieza el 20 de marzo.

Además, todos los interlocutores posibles de los grupos afectados, de Junts per Catalunya a ERC y Barcelona en Comú, coinciden en advertir de que por ahora no se ha producido ninguna negociación. Solo conversaciones informales.

La dirección

No es que se diera por hecho que Maragall fuera a ser quién decidiera en solitario si su grupo entraba como socio de un tripartito con el PSC y Barcelona en Comú. A nadie escapa que en el fondo es la dirección del partido quien, en buena parte, toma estas decisiones. Y que los intereses del Gobierno catalán, presidido por el republicano Pere Aragonès, también pesan, como se probó en 2021, cuando Maragall se vio obligado a apoyar los presupuestos de Colau tras anunciar que no lo haría.

El pasado miércoles, el todavía presidente del grupo municipal argumentó en una entrevista concedida a este diario que ese movimiento condenó electoralmente a ERC en Barcelona, al etiquetarla como una “muleta” de la exalcaldesa y dar espacio a Xavier Trias para que alimentara su activo electoral como alternativa.

La concejala Elisenda Alamany (ERC), en febrero de 2022

La concejala Elisenda Alamany (ERC), en febrero de 2022 / David Zorrakino / EUROPA PRESS

Elisenda Alamany

Pero aunque Maragall no fuera a decidir en solitario, su postura era más que relevante, y alguien tendrá que llenar el vacío que deja. De entrada, lo lógico es pensar que quien le suceda en la presidencia del grupo tendrá algo que decir. En principio esa persona será Elisenda Alamany, concejala y número dos de la candidatura republicana el pasado 28 de mayo. Por ahora, dicen fuentes republicanas, no hay novedades en el día a día, y aunque las decisiones sobre propuestas en plenos y comisiones se toman en plural, Alamany ejerce desde el inicio del mandato una función de coordinación.

Ella misma aseguró el pasado 10 de noviembre, cuando abrió la caja de los truenos al afirmar que Maragall debía dejarle paso, que como número dos le corresponde la sucesión. Maragall puntualizó en la misma entrevista antes citada que no le constaba que ese mecanismo de relevo estuviera previsto automáticamente. Y aunque falta tiempo, y que ella quiere batallar la plaza, son muchas las pistas de que ERC podría apostar por otra persona como alcaldable en 2027, lo que dejaría a Alemany tres años y medio de gestión pero un recorrido posterior limitado.

El apoyo sin premio

A tenor de las declaraciones que ha hecho en los últimos tiempos, no parece que Alamany sea una partidaria ferviente de repetir y volver a prestar apoyo al PSC y Barcelona en Comú. Sobre todo, no un respaldo externo similar al del mandato anteriors, del que ella ha recalcado ya más de una vez que fue un error del que se pagaron las consecuencias. Como ella subrayó, la colaboración prestada por los republicanos en el mandato anterior no tuvo premio. El partido perdió cinco de los 10 concejales que tenía, con lo que los números avalan su tesis.

La duda es si Alamany sí vería con buenos ojos la entrada como socio formal en un gobierno en el que ERC pudiera visibilizar que tiene un peso en la gestión. A partir de aquí, la decisión puede tener ventajas e inconvenientes. Porque cabe contemplar la opción de que si es Junts quien se convierte en el nuevo socio del alcalde eso acabe beneficiando a los posconvergentes y relegue a un resultado todavía peor a los republicanos dentro de tres años.

Eva Baró, en septiembre pasado.

Eva Baró, en septiembre pasado. / Ferran Nadeu

Eva Baró

También habrá que ver qué papel juega Eva Baró, concejala del grupo municipal y nueva presidenta de la federación barcelonesa de ERC. Baró, considerada afín a la dirección que encabeza Oriol Junqueras, ganó las elecciones internas, aunque lo hizo por muy poco: obtuvo 365 votos, el 50%, frente a los 342 de Patrícia Gomà, el 47%, con una participación elevada, del 70,82% de la militancia.

Tampoco se trata de que las dos listas tuvieran planteamientos contradictorios sobre la posibilidad de entrar o no en el gobierno: ambas mostraron su recelo ante el riesgo de acabar pareciendo esa muleta que dice Maragall que arruinó sus opciones de volver a ganar las municipales, como logró en 2019.

ERC, decisiva

Lo que resulta indudable es que la decisión que acabe tomando ERC es clave para la formación o no de un gobierno de coalición en Barcelona con una apuesta de izquierdas. Eso no pasaría si Collboni ya tiene claro que optará por una alianza con Junts per Barcelona. Pero nada por ahora confirma esa tesis.

En cambio, la posibilidad de un tripartito de izquierdas solo es viable si los republicanos aceptan participar en la fórmula. Decía esta semana un concejal de Barcelona en Comú que no tendría sentido alguno repetir la experiencia del año y medio en el que Colau gobernó junto al PSC en su primer mandato, sin sumar los 21 ediles que otorgan mayoría absoluta. Perdieron votaciones a porrillo y alejaron a ERC cuando Alfred Bosch la encabezaba en el consistorio. En definitiva, el beneficio de aquel pacto nunca se vio. Ahora, los Comuns y el PSC suman 19 concejales, que les dejarían en una situación similar.

El alcalde contento

Por lo bajini, ediles de los partidos que deben negociar con Collboni declaran con retranca que el problema actual es que el alcalde está bastante contento de serlo y que intentará retrasar en lo posible la entrada de uno o más socios que puedan condicionarle el juego. Una vez ha salvado el pacto de terrazas, y sin grandes decisiones pendientes a corto plazo salvo los presupuestos, el socialista parece dispuesto a acabar el invierno con un gobierno que compone un equipo muy ajustado, nueve concejales sin Lluís Rabell mientras está temporalmente de baja. Pero siempre llega la primavera.

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