Pleno municipal

Aprobada la nueva tasa de terrazas: Collboni logra contener de la mano de Junts el aumento a los restauradores

Trias y Collboni pactan desencallar la tasa de terrazas 2024 a través de una rebaja a las más pequeñas

La nueva tasa de terrazas de Barcelona será aprobada en enero

Ordenanzas de aplicación retroactiva: Barcelona explora una salida inédita para salvar el pacto de terrazas

Terrazas en la calle Blai, en Barcelona.

Terrazas en la calle Blai, en Barcelona. / JORDI OTIX

Toni Sust

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Tras un viaje largo y complejo, con riesgo de descalabro, muerte clínica y salvación en el último momento, la nueva tasa que pagarán en 2024 los restauradores de Barcelona por las terrazas que tienen en la calle ha sido finalmente aprobada por el pleno municipal de Barcelona este viernes.

La aprobación es provisional, y tras un periodo de exposición pública de 30 días hábiles, llegará la definitiva, que verá la luz verde definitiva de forma automáticamente si no hay alegaciones y mediante una nueva votación si las hay. En todo caso, en enero o principios de febrero. La nueva tarifa será aplicada de forma retroactiva, algo que nunca hasta ahora había sucedido.

El covid marcó la evolución

La tasa, pactada por el gobierno de Jaume Collboni con Junts, que tras negarse inicialmente a apoyarla acabó dando sus votos a cambio de rebajarla un poco más a última hora, ha prosperado con el apoyo del PSC, del grupo de Xavier Trias, del PP y de Vox. Han votado en contra Barcelona en Comú y ERC.

La tasa lleva en los últimos años un itinerario marcado por el covid. En 2019, el gobierno de Barcelona en Comú y el PSC optó por actualizarla al alta para el año siguiente pero eso nunca llegó a pasar porque ante los efectos económicos de la pandemia el consistorio bonificó el pago en un 75%, lo que en la práctica anulaba el incremento.

De dos a ocho millones

Con la actualización aprobada en 2019, Barcelona debía ingresar cerca de ocho millones de euros al año, que con esa bonificación, que se mantuvo hasta 2023, bajó a unos dos millones.  Pero la reducción no podía ampliarse legalmente para 2024. Si no había acuerdo, la tasa volvía a los ocho millones el año que viene, lo que suponía un aumento significativo.

Jordi Valls, teniente de alcalde de Economía y el concejal que más está viviendo las consecuencias de que el gobierno local tenga solo 10 concejales, por ejemplo por la no aprobación de presupuestos y ordenanzas, propuso de entrada un nuevo cálculo que preveía un ingreso municipal de 5,8 millones, al que el sector de la restauración se opuso. Luego, Valls pactó el asunto con el Gremi de la Restauració, rebajando el pago a 4,6 millones. Pero eso no sirvió para que la oposición diera el paso de apoyar la nueva tasa, que, como el resto de ordenanzas, fue tumbado en votación.

Menos de lo que aceptaba el gremio

Fuera de plazo, Junts acabó aceptando el acuerdo por la vía de bajar un poco más el montante, de manera que los restauradores tendrán que pagar entre 3,5 y 4 millones. Es algo que ha llamado la atención del concejal de ERC Jordi Castellana, que ha subrayado que no es que se apruebe la tasa pactada por el sector que tiene que pagarla, los restauradores, es que los concejales se han puesto de acuerdo para que abonen un precio inferior.

La votación no tenía gato encerrado, en el sentido de que estaba claro que saldría adelante, aunque no es una votación cualquiera, porque constituye un hecho sin precedentes: por primera vez una actualización de una ordenanza se vota inicialmente en noviembre, lo que impedirá que entre en vigor el 1 de enero, como ha sido siempre preceptivo en las ordenanzas, a diferencia de los presupuestos, que se pueden validar en cualquier momento del año.

Ejemplos de aplicación

El gobierno destaca que el planteamiento de la nueva tasa parte de un sistema progresivo que hará que quién más mesas tenga más pague. Algunos ejemplos ilustran sobre la diferencia que hay entre la tasa que se pagaba en 2019, la que debía pagarse en 2020, la que se pagó realmente a partir de ese año con la bonificación y la que finalmente se abonará el año que viene.

En el caso de un establecimiento con ocho mesas en la Rambla de Catalunya, hasta 2019 pagaba cada año 3.514,21 euros, que con el aumento previsto para 2020 hubiera subido a 11.793,60 euros, pero que con la bonificación del 75% quedó hasta este 2023 en 2.948,40 euros. Con la nueva tasa, en el caso de este ejemplo el pago será en 2024 de 4.975,42 euros.

Si se aborda un caso hipotético en la plaza de Eivissa, también con ocho mesas, hasta 2019 pagaba 1.019,67 euros al año, en 2020 hubiera pagado 2.419,21 pero con la bonificación bajó a 604,80 euros y el año que viene pagará 1.020,60 euros.

El debate

Por enésima vez en los últimos meses, una discusión entre los grupos ha abordado los detalles técnicos de un asunto que compete a tantos barceloneses: los que tienen restaurantes y bares con terrazas y los ciudadanos que se sientan a tomar una caña o un café.

Por Junts, Ramon Tremosa ha justificado la actitud de su grupo por la convicción de que la inflación empobrece al a ciudadanía lo que en su opinión hace conveniente no subir impuestos e incluso bajarlos. Tremosa ha asegurado que de no evitarse el retorno a la norma de 2020 el pago final del sector podría haber llegado a 12 o 13 millones.

Jordi Martí Grau, de Barcelona en Comú, ha rechazado que el coste de las terrazas impacte a la población, y ha subrayado que lo que se grava con la tasa es el uso de la actividad económica del espacio público: “Se paga menos por el espacio público que por el privado”, ha afirmado comparando el abono por las terrazas y el alquiler de los locales. El republicano Jordi Castellana ha puesto cifra a esa aseveración, al afirmar que el coste de una terraza supone el 7% del coste del alquiler de un establecimiento.

El PP quería más reducción

Ángeles Esteller ha defendido el apoyo de su grupo a la tasa con una espinita clavada: el PP quería que el pago se rebajara todavía más, ya que, ha recalcado la concejala, las terrazas son en muchos casos “la parte más importante del negocio”.

Valls ha agradecido el tono del debate y el pacto alcanzado. Y es de suponer que ha respirado aliviado, porque de no haber logrado evitarlo el incremento de las tasas hubiera abierto un nuevo conflicto con el sector, que sigue defendiendo que no paga poco por sus mesas en la calle, algo que cuestionan algunos grupos del consistorio y entidades de la ciudad.