Comisión municipal de Economía

La primera derrota de Collboni: retira los presupuestos para evitar que sean rechazados por la oposición

Tumbadas también con contundencia las ordenanzas fiscales para 2024, incluso BComú ha votado contra la subida de la tasa turística y Junts contra la rebaja en terrazas

Collboni propone subir la tasa de terrazas y el recargo turístico a apartamentos y cruceros de corta estancia

Collboni y la restauración alcanzan un acuerdo que evita otra guerra por las terrazas

Collboni afronta la tramitación de los presupuestos sin mayoría: estos son los desenlaces posibles

La ministra Rodríguez y el alcalde Collboni, durante el encuentro de este martes en Madrid

La ministra Rodríguez y el alcalde Collboni, durante el encuentro de este martes en Madrid / Ministerio de Política Territorial

Toni Sust

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El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha cosechado este miércoles sus primeras derrotas relevantes desde que llegó al cargo. Su gobierno se ha visto obligado a retirar del orden del día de la Comisión de Economía el proyecto de presupuestos de Barcelona para 2024, a la vista de que la oposición, decisiva para que el texto pudiera iniciar su trámite, estaba dispuesta a tumbarlo con un voto negativo generalizado.

Las cuentas saltarán ahora a la comisión de noviembre –si no se convoca una extraordinaria–, lo que da tiempo para que Collboni busque un pacto con los grupos que ahora está muy verde. De hecho, pueden aprobarse más adelante, empezado el 2024. De fondo, sigue pendiente que el alcalde elija qué socio entra en el gobierno para el resto del mandato: Junts o un tripartito con Barcelona en Comú y ERC. Es algo que marcará, según todo indica, el futuro de las cuentas.

El 'no' a las ordenanzas

En cambio, el gobierno ha perdido la batalla de una forma casi definitiva en el caso de las ordenanzas fiscales para el año próximo, que han recibido un dictamen negativo al ser rechazadas por todos los grupos menos el PSC. Las ordenanzas no pueden retrasarse, y si no se tramitan de entrada ya no entrarán en vigor el 1 de enero, como es preceptivo. No pueden aprobarse empezado el año.

Queda un último suspiro: ocho días de plazo. Porque pese a que las ordenanzas llegarán al pleno municipal del próximo 27 de octubre con ese dictamen negativo, los grupos podrían modificar su posición y acabar avalándolas, con su apoyo, o permitiendo que prosperen, con su abstención. Pero no parece lógico que eso vaya a suceder: sería raro que se diera un cambio de posición a menos de que las ordenanzas viren de forma muy sustancial.

Retirada

El teniente de alcalde de Economía, Jordi Valls, ha anunciado la retirada del punto de los presupuestos para poder dialogar con los grupos, que han pedido poder comentar la decisión. Y eso ha pasado poco después de que le tumbaran las ordenanzas fiscales, que se han debatido antes. Valls ha pedido votación separada sobre esta cuestión, en cuatro partes: una votación sobre las ordenanzas en su conjunto; una sobre la parte que atañe al IAE; una sobre los proyectos de recargo turístico para apartamentos turísticos y cruceros de corta estancia, y otra sobre el cambio en la tasa de terrazas. Todos los grupos han votado 'no' en los cuatro casos.

Las terrazas

Fuentes de Junts, por cierto, han subrayado una particularidad: la tasa que se votaba es la que se presentó días atrás, que debía suponer un ingreso para la ciudad de 5,8 millones, y no la pactada con el Gremi de Restauració, que rebaja el pago anual a 4,6 millones. Porque esa modificación acordada debe implementarse mediante una alegación que tiene que presentarse en el futuro. Algo que dada la votación no podrá suceder si no hay milagro de última hora en el pleno.

Al verse rechazadas las ordenanzas, se ha abierto un debate (en los pasillos) sobre si existe todavía una posibilidad de salvación, tanto de forma general como en particular en la parte de las terrazas. Una opción sería la celebración de una comisión extraordinaria para abordar un nuevo acuerdo, que fuentes de ERC consideran imprescindible para que sea posible para que las ordenanzas acaben recibiendo luz verde. Otra, que se vuelva a convocar una votación separada en el pleno, y que esta vez Junts sí avale la nueva tasa de terrazas, con el itinerario previsto de que una alegación aceptada por el gobierno la transforme según el pacto con los restauradores.

Valls ha hablado, en declaraciones a los medios, de la posibilidad de buscar "una solución legal" para no volver a las tarifas fijadas en 2019 y nunca aplicadas. Para recordar las cifras: de aplicarse aquellas tasas, la ciudad recaudaría ocho millones al año. Con la bonificación de los últimos años, la cifra bajó a dos millones. Según el proyecto de Valls, el pago subiría a 5,8 millones, y con el acuerdo con el gremio, sería de 4,6 millones.

“Fracaso rotundo”

La oposición se han puesto las botas con las derrotas del gobierno. Tanto Ramon Tremosa, por Junts, como Jordi Martí Grau, por Barcelona en Comú, Jordi Castellana, por ERC, Ángeles Esteller, por el PP, y Gonzalo de Oro Pulido por Vox, han expresado su rechazo a las ordenanzas y los presupuestos por los motivos ya esgrimidos en los últimos días. Para Junts y el PP son excesivamente continuistas. Para Barcelona en Comú y ERC, poco ambiciosas.

Y una vez Valls ha anunciado que el gobierno retiraba el punto de los presupuestos, los grupos se han seguido deleitando al subrayar el fiasco. Tremosa ha recordado que quien ganó las elecciones del pasado 28 de mayo fue Xavier Trias. Martí Grau ha calificado lo sucedido de “fracaso rotundo” del gobierno. Castellana ha destacado la soledad del gobierno y De Oro Pulido ha comparado esa soledad con la de su grupo.

El desenlace es el anunciado si no había sorpresas de última hora. Collboni tiene ahora dos tareas pendientes. Una es convencer a la oposición, o parte de ella, que suscriba los presupuestos en algún momento de las próximas semanas o meses para lograr que sean aprobados. Si no, deberá prorrogar los de 2023, lo que, según su propio anuncio, supondría perder 715 millones en inversiones y gasto. La otra tarea, mucho más compleja, es lograr un acuerdo en los próximos días para que sus rivales cambien de posición y salven las ordenanzas en el pleno del 27 de octubre.

"Fracaso de la coherencia"

Con la votación separada de las ordenanzas, el teniente de alcalde Valls perseguía abrir la puerta a que Barcelona en Comú apoyara que pisos y cruceros pagaran más impuestos y a que Junts respaldara la reducción del pago por parte de los restauradores. Abrir la puerta y también señalarlos si votaban en contra, dejando claro que actuaban contra cuestiones que, cada uno en su campo, habían defendido.

Por eso Valls ha asegurado fuera de la comisión que en ella se ha dado "un fracaso de la coherencia", en alusión a los Comuns y a Junts. También ha explicado que no es fácil pactar cuando las divergencias son tan grandes, ya que un grupo le pedía una subida del IBI del 16% (porque la reclamaba solo para los grandes tenedores de vivienda pero según el teniente de alcalde si se aplica, se aplica a todos) y otro le solicitaba una bajada del 2%. No ha dicho quién pedía qué, pero está claro que el grupo del 16% era Barcelona en Comú y el del -2%, Junts.