"Capitalismo disfrazado de verde"

Cientos de activistas climáticos asaltan la fábrica de Tesla en Alemania y logran paralizar su producción

Tesla despide a más del 10% de su plantilla en todo el mundo tras la caída de ventas

El magnate tecnológico Elon Musk, durante su última visita en la gigafactoría de Tesla en Grünheide, Alemania.

El magnate tecnológico Elon Musk, durante su última visita en la gigafactoría de Tesla en Grünheide, Alemania. / Alexander Becher / EFE

Carles Planas Bou

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Hasta mediados de 2020, el pequeño municipio alemán de Grünheide, a 30 kilómetros al sureste de Berlín, era conocido por el verde de sus bosques y por el azul de sus lagos. Todo empezó a cambiar ese verano, cuando la tala de árboles despejó el terreno para colocar los primeros bloques de hormigón y acero que ayudarían a levantar la gigafactoría de Tesla, la mayor fábrica de coches eléctricos de Europa.

El proyecto fue tan deseado por las administraciones locales y nacionales como detestado por gran parte de los vecinos, pero los tribunales decantaron la balanza en favor de la compañía liderada por Elon Musk. Ahora, el magnate prepara la expansión de la planta, unos planes que están movilizando la indignación masiva del activismo climático en Alemania.

Desde el miércoles, unos 1.500 activistas de todo el país están acampados a las puertas de la fábrica en protesta contra el modelo de "capitalismo automovilístico disfrazado de verde" que representa la compañía y culminará el sábado con una gran manifestación. Este viernes, cientos de ellos han logrado sortear los controles policiales, asaltar la planta y paralizar su producción.

"No solo queremos frenar la expansión de la fábrica, queremos parar Tesla, no tiene sentido fabricar coches de lujo para ricos que excluyen a la mayoría", explica a EL PERIÓDICO Lucia Mende, portavoz de Disrupt Tesla, la organización promotora y heredera del movimiento de desobediencia civil contra la minería del carbón Ende Gelände. Su denuncia también alerta del impacto mediombiental y laboral que la empresa causa alrededor del mundo.

Fábrica estratégica

La gigafactoría Berlin-Brandenburg es crucial para los planes de Tesla en el continente. Empezó a operar en marzo de 2022 y, desde entonces, ha dado trabajo a unas 12.500 personas. En sus 3km2 de extensión se fabrican baterías eléctricas y el vehículo deportivo Tesla Model Y, el más vendido del mundo en 2023. Su capacidad de producción alcanza los 500.000 coches anuales, pero tras la ampliación prevista para este año —contra la que han votado una mayoría de vecinos— se espera llegar al millón.

La controvertida gigafactoría de Tesla en Gruenheide, al sur de Berlín.

La controvertida gigafactoría de Tesla en Gruenheide, al sur de Berlín. / Annegret Hilse / Reuters

En abril, activistas climáticos ocuparon temporalmente la planta de Mercedes en una localidad cerca de Bremen como denuncia contra la elevada contaminación que producen los coches de lujo de la marca alemana. Un mes antes, Tesla se vio obligada a detener la producción de la planta tras un incendio provocado contra una subestación eléctrica. El ataque fue reivindicado por la organización izquierdista 'Grupo Volcán'. "O son los ecoterroristas más tontos del mundo o son marionetas de quienes no tienen buenos objetivos medioambientales", exclamó Musk. Aunque no fue a más, la interrupción infligió a la compañía pérdidas estimadas en "varios cientos de millones de euros". La Fiscalía Federal lo está investigando como posible atentado terrorista.

Ese precedente ha llevado a la policía a preparar a sus efectivos para una "operación a gran escala". Aunque previeron un "desarrollo pacífico de los acontecimientos", sus agentes se han visto hoy superados por los activistas que han logrado entrar en el recinto de la fábrica.

Denuncia climática

Los manifestantes convocados para la protesta se unen estos días a los 80 activistas que, desde hace semanas, ocupan una docena de casas en los árboles del bosque que Tesla quiere sacrificar para ampliar su fábrica. Los políticos locales apoyan el plan de Musk, pero la mayoría de los vecinos no. Tras la presión, la compañía anunció a mediados de marzo que talaría 47 hectáreas de bosque en lugar de las 100 iniciales, un cambio insuficiente para los opositores.

La campaña de "bloqueo" contra la gigafactoría de Tesla responde a la promesa verde de los coches eléctricos. "No son la solución. Son la continuación de la locura del transporte individual por otros medios" —reza el manifiesto de convocatoria de la organización— "Y eso no es ni sostenible ni ecológico". Mende explica que las autoridades políticas han "negligido" los controles medioambientales "a cambio de dinero".

El agua, en peligro

El rechazo a la gigafactoría de Tesla también se debe al elevado consumo de agua de la planta que, consideran, "pone en peligro" el suministro hídrico para toda la región. En 2023, Tesla se 'bebió' 451.654 metros cúbicos de agua, según documentos internos obtenidos por el diario Tagesspiegel. Aun así, eso supone poco más de un tercio de la capacidad máxima para la que tiene permisos, de 1,3 millones de metros cúbicos.

Tala de árboles en los bosques de Gruenheide durante la creación de la fábrica de Tesla (imagen de 2020)

Tala de árboles en los bosques de Gruenheide durante la creación de la fábrica de Tesla (imagen de 2020) / Hayoung Jeon / EFE

Los críticos temen que el uso de productos químicos pueda contaminar las aguas residuales e impactar tanto la flora como la fauna de la zona. La Asociación del Agua de Strausberg-Erkner (WSE) denunció en febrero que Tesla habría vertido al sistema de Grünheide hasta seis veces más de fósforo y nitrógeno refractarios —sustancias peligrosas— de los permitidos, según un informe visto por el medio Stern. La compañía explicó que esa concentración de contaminantes se debería a que recicla "hasta el 100%" de sus aguas industriales. Disrupt Tesla no compra ese discurso. "Usan químicos que pueden causar cáncer y que pueden filtrarse en el agua que bebemos", alerta Mende.

Colonialismo digital

Aunque está en Alemania, la fábrica de Tesla es solo la punta de una "cadena de suministro neocolonial" cuyo impacto viaja mucho más allá de sus fronteras. Así, los manifestantes denuncian que las baterías eléctricas de sus coches se fabrican con minerales críticos como el litio o el cobalto, que se extraen de países con tensión hídrica como Chile o sumidos en el conflicto como la República Democrática del Congo. Lo recordó el activista botsuano Stephen Musarurwa en una concentración del pasado marzo: "Tenemos comunidades que no poseen ni un solo coche eléctrico, pero la cantidad de destrucción sobrepasa los límites de la humanidad".

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