Historias de Barcelona (VII)

El perro azul que vive junto a la Catedral de Barcelona

Sant Roc es el patrón de las tradicionales fiestas que se celebran en agosto en Gràcia y en la plaza Nova

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perro azul panot

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David Martínez Herrada (@Historiesdebcn)

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Cada año, a mediados de agosto, los vecinos de la plaza Nova, junto a la Catedral, celebran la fiesta patronal más antigua que se conserva en Barcelona. Los festejos son en honor a Sant Roc, que preside la plaza desde una capilla, situada en una de las torres de la antigua puerta romana. La figura del santo está acompañada de un perro, como es habitual en su iconografía. La peculiaridad, en este caso, es que el animal es de color de azul celeste.

Durante las fiestas ambas figuras salen de la hornacina para protagonizar uno de los actos tradionales de las fiestas de Sant Roc. Es la mejor ocasión para comprobar lo muy claramente azul que es efectivamente el perro.

La capilla de Sant Roc de la plaza Nova es la única que tiene un perro azul

La capilla de Sant Roc de la plaza Nova es la única que tiene un perro azul / David Martínez Herrada

Esta singularidad no se repite en ninguna otra de las imágenes del santo repartidas por toda la ciudad, que no son pocas. Solo en Gràcia, donde es copatrón de las fiestas que se celebran estos días, se cuentan hasta cuatro hornacinas, siendo la más popular la que se encuentra en la esquina de las calles Llibertat y Fraternitat.

Hornacina dedicada a Sant Roc en la esquina de las calles Llibertat y Fraternitat, copatrón de las fiestas de Gràcia

Hornacina dedicada a Sant Roc en la esquina de las calles Llibertat y Fraternitat, copatrón de las fiestas de Gràcia / Ángel García Martos

No es extraño que una ciudad como Barcelona, cíclicamente devastada por epidemias, tuviese una gran devoción por este santo con fama de taumaturgo. La tradición dice que Sant Roc fue un peregrino nacido en Montpellier hacia el siglo XIII y que curaba a los enfermos de peste.

Según una leyenda barcelonesa, recogida por Joan Amades, en una ocasión el santo occitano vino a la ciudad para auxiliar a los apestados, pero también acabó enfermando. Al verse repudiado, se refugió en el portal de la muralla romana, junto a la plaza Nova. Gracias a la ayuda de un perro, que cada día le traía pan de una panadería cercana, pudo recuperarse. Desde entonces, el can se convirtió en su fiel acompañante.

El perro azul de Sant Roc, en la plaza Nova junto a la Catedral de Barcelona

El perro azul de Sant Roc, en la plaza Nova junto a la Catedral de Barcelona / Jordi Cotrina

En el siglo XVI Sant Roc fue declarado copatrón de Barcelona, como protector contra la peste. El Consell de Cent hizo voto de ciudad al santo, celebrando anualmente su festividad con una procesión. Sant Roc fue especialmente venerado en el antiguo barrio de la Catedral. En 1589 los vecinos, en agradecimiento por haber sido preservados de la peste bubónica de ese año, empezaron a celebrar unas fiestas en su honor. Una tradición que han mantenido durante 434 años.

El perro azul de Sant Roc, en la plaza Nova junto a la Catedral de Barcelona

El perro azul de Sant Roc, en la plaza Nova junto a la Catedral de Barcelona / Jordi Cotrina

En la plaza Nova durante mucho tiempo la imagen de Sant Roc presidió un puente, hoy desaparecido, que unía las dos torres del Portal del Bisbe. La ubicación no era casual, pues la creencia era que así se impedía la entrada de plagas a la ciudad. Luego se colocó una nueva hornacina en la torre de la Casa de l'Ardiaca, la misma donde hoy se ubica la capillita del santo.

No siempre fue azul

Se cuenta que en 1860, cuando la figura estaba siendo restaurada, el escultor preguntó a los vecinos de qué color debía pintar el perro. “¡Si te parece, píntalo de azul!”, le respondió alguien con ironía. El artista se lo tomó al pie de la letra, y así fue como el perro se volvió azul.

El perro azul de Sant Roc, en la plaza Nova junto a la Catedral de Barcelona

El perro azul de Sant Roc, en la plaza Nova junto a la Catedral de Barcelona / Jordi Cotrina

Aquella imagen gozó de mucha popularidad, especialmente entre los más pequeños, hasta que fue destruida por anticlericales en 1936. Tras la Guerra Civil se colocó una nueva escultura del santo en la hornacina, pero no fue hasta 2015 cuando la comisión de fiestas decidió recuperar también el emblemático color de su perro azul.