Historias de Barcelona (V)
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La Moreneta 'fake' de Barcelona
Las heridas de guerra de la plaza Catalunya
El modernismo oculto de la estación del Nord de Barcelona
David Martínez Herrada (@Historiesdebcn)
Las escaleras mecánicas se han convertido en parte indisoluble del paisaje de Montjuïc. Las actuales se instalaron poco antes de los Juegos Olímpicos de 1992 para facilitar el acceso a la montaña. No fue una solución nueva, porque sesenta años antes, con motivo de la Exposición Internacional de 1929, ya se había recurrido a este sistema.
Las escaleras mecánicas de la Exposición fueron las primeras instaladas en España, según anunciaba la prensa de la época. Se construyeron para hacer menos pesada la subida desde la Fuente Mágica al Palau Nacional. Hubo también un pequeño funicular o ascensor inclinado, al final del paseo de Santa Madrona, que conectaba el Palau con un tranvía lanzadera a la plaza de Catalunya. Casi un siglo después, los restos de ambas infraestructuras aún permanecen en la montaña.
Las escaleras se instalaron en dos tramos. El primero, junto al palacio Victoria Eugenia, salvaba el desnivel de 11 metros entre la plaza de las Cascades y el actual paseo de Jean Forestier. El segundo tramo, a continuación del anterior, estaba formado por dos escaleras, que conducían al Palau Nacional, salvando un desnivel de 16 metros.
La fabricación e instalación fue a cargo de Carl Flohr Maschinenfabrik, una casa alemana especializada en ascensores. Contaban con barandillas de madera de roble y pasamos de caucho vulcanizado, pudiendo transportar hasta 8.000 personas al día.
El novedoso invento fue recibido por los barceloneses con entusiasmo, pero también con cautela. Las crónicas del momento explican que los usuarios subían inmóviles en los peldaños, por miedo a darse de bruces.
Escaleras de pago
A diferencia de las actuales, las escaleras mecánicas de 1929 eran de pago. El trayecto completo hasta al Palau Nacional costaba 20 céntimos, la mitad si solo se usaba el tramo final. El cobro, por cierto, acabó en los tribunales. El Ayuntamiento, que había dispuesto que el servicio fuese gratuito, denunció por prevaricación al director del certamen internacional, el Marqués de la Foronda. La querella, finalmente, no prosperó.
Finalizada la Exposición, las escaleras fueron retiradas. Una fue recolocada en 1932 en la estación de Aragón, actual Passeig de Gràcia, del Gran Metro. En Montjuïc aún se conservan algunos vestigios que recuerdan su existencia. Escondida entre la vegetación, en el estrecho espacio entre el palacio Victoria Eugenia y la escalinata de obra, se intuye una antigua base de hormigón. Un poco más arriba, frente a un chiringuito, puede verse con mayor claridad la rampa donde estuvo el segundo tramo de escaleras. Estas estructuras fueron obra de Construcción y Pavimentos, empresa de Joan Miró Trepat pionera en el uso del hormigón armado en Barcelona.
A las escaleras mecánicas del Palau Nacional habría que añadir otra, la del funicular que subía a la cima de Montjuïc. Inaugurada en julio de 1929, en plena Exposición, esta escalera estuvo más de cincuenta años en servicio. Hoy todavía se conserva in situ, dentro de la estación clausurada de Miramar.
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