Historias de Barcelona (I)

El modernismo oculto de la estación del Nord de Barcelona

Estrenamos ciclo veraniego con la antigua terminal ferroviaria, que conserva vidrieras artísticas escondidas al gran público

Las 'historias de Barcelona' de David Martínez Herrada

Las 'historias de Barcelona' de David Martínez Herrada

David Martínez Herrada

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La estación del Nord es una rara avis. Clausurada en 1972, es una de las pocas estaciones barcelonesas que han sobrevivido a la jubilación ferroviaria. Logró eludir, casi de milagro, la amenaza de la piqueta y tras años de abandono resurgió en los noventa. Hoy alberga un polideportivo municipal y una terminal de autobuses, que esconden algunos tesoros modernistas.  

Los orígenes de la estación del Nord se remontan a 1862, cuando fue construida como origen del tren a Zaragoza. La primitiva terminal, mucho más modesta que la actual, constaba de dos edificios que todavía se conservan. Uno era el de viajeros, con fachada principal a la avenida de Vilanova, lo que hoy es el Parc de l’Estació del Nord. El otro, destinado al tráfico mercancías, conectaba con la carretera de Ribes, por entonces una de las principales vías de acceso a Barcelona. 

Modernismo 'escondido' en una sala de yoga y pilates, en la antigua Estació del Nord de Barcelona

Modernismo 'escondido' en una sala de yoga y pilates, en la antigua Estació del Nord de Barcelona / Xavi González

En 1910 la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte, que había adquirido la línea, decidió que su presencia en la capital catalana merecía una estación mucho más monumental. Encargaron la reforma al arquitecto Demetrio Ribes, que ya había proyectado la estación del Norte de Valencia. De ahí las similitudes entre la terminal barcelonesa y su homónima valenciana, ambas de estilo modernista, con influencias del secesionismo vienés.

Cristalera modernista en el polideportivo que ocupa parte de la antigua Estació del Nord de Barcelona

Cristalera modernista en el polideportivo que ocupa parte de la antigua Estació del Nord de Barcelona / Xavi González

Ribes amplió la primitiva estación, añadiendo a los dos edificios existentes un tercer cuerpo perpendicular, con fachada a la calle Nàpols. El nuevo vestíbulo estaba coronado por una gran cubierta de vidrio y hierro fundido.

Cristalera modernista en el polideportivo que ocupa parte de la antigua Estació del Nord de Barcelona

Cristalera modernista en el polideportivo que ocupa parte de la antigua Estació del Nord de Barcelona / Xavi González

Por desgracia, parte de la decoración modernista de aquella época desapareció durante los años de abandono del edificio. Es el caso, por ejemplo, de las magníficas taquillas de madera, idénticas a las que todavía lucen en la estación del Norte de Valencia. Las de Barcelona se esfumaron cuando fueron trasladadas a un almacén municipal.

Pero no todo se perdió. Muchos barceloneses ignoran que en el interior del polideportivo todavía se conservan varios ventanales modernistas, adornados con motivos florales. Estas vidrieras, ocultas al gran público, son un colorido telón de fondo para los que practican yoga y pilates en el equipamiento municipal.

Plafón modernista en el techo de la terminal de bus Estació del Nord de Barcelona

Plafón modernista en el techo de la terminal de bus Estació del Nord de Barcelona / Xavi González

Pero la cristalera más singular y, a la vez, más desconocida, se encuentra en la otra ala del edificio. En la primera planta de la estación de autobuses, donde hoy se despachan los billetes, hubo antaño las oficinas de la compañía ferroviaria. De aquella época se conserva, acoplado al techo de una sala, un antiguo plafón luminoso de estilo modernista.

Plafón modernista en el techo de la terminal de bus Estació del Nord de Barcelona

Plafón modernista en el techo de la terminal de bus Estació del Nord de Barcelona / Xavi González

Se trata de una gran vidriera emplomada, presidida por el nombre de la empresa Norte, acompañado de motivos vegetales. No faltan las estrellas de cinco puntas, emblema de la compañía, en referencia a Polaris, la estrella del Norte. A pesar de las dimensiones de la cristalera, son pocos los viajeros que, con el trasiego de maletas, se percatan de su existencia.