Entrevista |

"Si solo estamos alegres somos psicópatas digitales"

El psicólogo Sergi Rufi

El psicólogo Sergi Rufi / Maite Cruz

Fidel Masreal

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Sergi Rufi es doctor en psicología, terapeuta y autor de La belleza de la rareza, una propuesta con la que cuestiona a la psicología "oficial" positivista y propone asumir la diferencia, la inconstancia y las limitaciones.

-Habla mucho de culpa y vergüenza, en su libro, como conceptos propios de la cultura oficial

-Es la manera de educar. La manera de educar es avergonzar el instinto del bebé, que quiere hacer lo que le da la gana. Primero tienes que hacerle sentir miedo. Y cuando quiere volver a hacerlo, se reprime.

-Algún límite habrá que marcar al niño...

-Totalmente, de lo que estoy en contra es del exceso de vergüenza o culpa en un adulto, cuando ya tienes valores, principios y sabes que no has de poner los dedos en el enchufe. En lugar de tener esta culpa que te regule la conducta, hay que tener principios y valores. Yo puedo no hacer algo, pero no por evitar sentir culpa sino porque no va conmigo.

-¿Cuesta hacer este cambio?

-Seguramente yo era una persona muy culpabilizada, pero también tenía un instinto individualizado. Yo ahora mismo no siento culpa ni vergüenza. Y he sentido mucha. Pero yendo a otras personas, es mejor si tienes una red de apoyo y gente similar a ti. Uso mi caso como punto de partida para que la gente también haga introspección de las causas y también sus contextos. ¿Es costoso o largo? Es un proceso terapéutico, es sacar la culpa, no cambiar la personalidad. La culpa es cómo me relaciono con mi personalidad.

Se trata de es sacar la culpa, no de cambiar la personalidad

-Afirma en su libro: "Desconfiemos de los profesionales de la salud mental que solo venden sonrisa, alegría y orden". ¿Es una crítica al positivismo del 'todo está en tu interior' y 'todo es posible'?

-Sí, es una manera de romper las fórmulas generales basadas en el 'tienes que...'. En realidad has de ser tu mismo. Somos diferentes. La sonrisa, la alegría y el orden son estados emocionales, cuando en realidad tenemos también tristeza, rabia y miedo. La alegría es la emoción más superficial, pero útil y necesaria porque desde la superficie es desde donde salimos hacia afuera y nos relacionamos, tenemos amigos. Es una emoción muy importante, es la emoción social. Pero no es la emoción de profundidad. Para entrar en la profundidad, en la reflexión, hay que conectar con la tristeza, con el miedo. ¿Por qué tengo miedo?¿Qué me pasa? El miedo y la tristeza son las emociones de la conciencia.

La alegría es la emoción más superficial, para entrar en la profundidad hay que conectar con la tristeza

-Se queja de que la cultura oficial dice que tenemos que vivir con alegría

-Cuando no había fotografía, en los retratos históricos nadie sonríe. Con la fotografía en la etapa de nuestros abuelos, tampoco salen sonriendo. Las primeras sonrisas aparecen en la sociedad de consumo, digital. Empezamos a fingir y a querer trasmitir solo satisfacción, felicidad, autoestima alta, esta happycracia es el New Age Disney, como si fuera el único estado ideal del ser humano.

Vivimos en una happycracia, es el New Age Disney

-Dice usted que puede ser contraproducente

-Es que lo es. La gente que siempre sonríe en realidad está fingiendo. Tenemos cuatro emociones. Una mente natural conecta con todo. Estar triste no es llorar. Si solo estamos alegres, estamos desconectados de la sociedad, de la gente, de la necesidad del otro. Somos como psicópatas digitales, como robots humanoides. Hay mucha simpleza, cuando la mente es mucho más profunda. Sin tristeza y miedo no hay arte, no hay preguntpotentestes. No hay progreso. El progreso viene del miedo a morirse.

-Propone más humildad, más acompañamiento y menos juicio gratuito

-No escogemos conscientemente ser normales.

-Sugiere que es mejor que nos perdonemos más...

-Perdonarnos, sí, porque el camino está trazado de antemano. Y no lo digo por una cuestión de espiritualidad, que también puede ser y es un misterio, sino de genética y biología. Tus gustos son biología y crianza, que determina muchísimo.

Perdónemonos, porque el camino está trazado de antemano

 -Viene a decir que hemos venido a la vida a pasarlo bien

-Este es el tema, este es el tema.. No hemos venido a sufrir tanto. La vida incluye sufrimiento, morirá gente, nos pueden echar del trabajo... No hemos venido a sufrir tanto, y hablo del sufrimiento que nos inflingimos a nosotros mismos por una concepción errónea de la psicología basada en el 'tengo que cambiar, tengo que, tengo que...'

-O sea, que se crea un problema donde quizás no lo había

-No se trata de cambiar tu personalidad, se trata de cambiar cómo te relacionas con tu personalidad. Cómo me trato, cómo me cuido, cómo me hablo a mí mismo. No es 'tener que cambiar', como si fuéramos coches a los que cambiar una pieza. El psicólogo ha de ser un ejemplo de aceptación e imperfección.

No se trata de cambiar tu personalidad, se trata de cambiar cómo te relacionas con tu personalidad

-Otros hacen lo contrario

-Toda la psicología académica es ponerse como meta y ejemplo de lo perfecto y de un estado infalible y sin dudas. No, tío! Así estamos creando monstruos, metiendo culpa a la gente.

-que al final a veces es crear un problema donde no lo hay…

-No se trata de cambiar de personalidad, como la gente cree. Es un cambio de como te relacionas con tu personalidad, cosa que es diferente. Como me trato, como me cuido, como me hablo a mí mismo. No tengo que cambiar. ¿Es que somos coches, que nos tienen que cambiar una pieza por otra? El psicólogo ha de ser un ejemplo de aceptación e imperfección.

Toda la psicología académica se basa en ponerse como meta y ejemplo lo perfecto, y así estamos creando monstruos

-"Preferimos la falsa compañía a la verdadera soledad", afirma en el libro. ¿Nos da miedo mirarnos a nosotros mismos?

-Totalmente. Esto tiene que ver con el sistema educativo y la cultura oficial. Parece que el éxito es estar rodeado de gente, tener muchos amigos, ser muy alegre, ser muy extrovertido. Lentamente, nos están culpabilizando todo lo que no sea eso: el silencio, la soledad. El silencio es la verdad del momento. Qué te estás diciendo. Qué estás haciendo. Estar unos minutos en silencio es la vía y el método para conocer donde estás.

 -Y también reivindica la paciencia, que va contra el actual modelo trepidante

-Va en contra, porque es lo contrario de la prisa. Siempre se trata de presionar, apretar. Producir, hacer más, más, más. Así es como menos pensamos y menos estamos en nuestro centro y menos conectados con quienes somos y menos hacemos cosas que nos motivan. Y más estamos en la vida de otros, no en la nuestra. Es difícil cambiarlo…

-Usted lo cambió en su propia vida, según cuenta

-Sí, pero la vida que llevo no es para todo el mundo. Ser tu jefe, hacer lo que quieres, vivir donde quieres. No estoy casado, no tengo hijos, no he de seguir las rutinas habituales. Y has de decir ‘no’ a muchas cosas. Pero mucha gente tiene miedo a encontrarse a sí mismo por miedo a descubrir que lo que ha hecho hasta ese momento no es lo que le gusta realmente. Tener hijos está sobrevalorado, por ejemplo. Mucha gente tiene hijos porque no tiene otra cosa que hacer, porque tiene tiempo libre, porque no tiene sentido en su vida, porque no tiene amigos, porque quiere cuando sea mayor tener a alguien que le cuide.

Tener hijos está sobrevalorado, mucha gente los tiene porque no tiene otra cosa que hacer

-Reivindica la inconstancia. ¿No está bien ser constante?

-No hablo de ideales sino de una realidad. Hay gente inconstante. ¿Qué hacemos con ellos? Yo mismo lo soy. No puedo hacer cada día lo mismo. Ser inconstante tiene que ver con ser sensible, cambiante, evolutivo,creativov. ¿Has de ser un peón y trabajar como un robot? Yo he llegado donde he llegado siendo inconstante e intermitente. La constancia es un mito. La inspiración viene de cuando hacemos cosas diferentes. Del mismo modo que estoy bien conmigo mismo cuando me he olvidado de mí. 

-Defiende la rareza...pero puede acabar convirtiéndose en moda. Es decir, en todo lo contrario.

-Ya lo es. Ahora se lleva ser raro pero estéticamente. No me interesa. Me gusta más la rareza interior. Quien es raro primero se culpa. Después, tras una tarea interior de desculpabilización, está orgulloso. La tercera fase es 'no elegí ser quien soy, luego tampoco tengo ese mérito'. Si no hay culpa tampoco puede haber orgullo. Hay que vivirse con naturalidad. Somos un reflejo de cosas escogidas, pero tenemos que vivir con ellas. Si te mantienes coherente, consistente y visible, al final la gente te respetará. Mantener esta rareza es tu aportación al colectivo. Y es única porque es tuya. También es importante rebajar esta autoimportancia, que antes era culpabilización. Yo no he escogido ser raro, ni tener éxito ni que mi madre se matara.

 -¿Cuál es su idea de éxito?

-El éxito personal es intransferible, sobre todo si es raro. Si es muy convencional y normal, es lo que dice la cultura oficial. A partir del siglo XXI tener éxito es un tema personal, según con quién te compares, según tu punto de partida.

-Usted afirma que si ahora tuviera 18 años no llevaría tatuajes. ¿Sus tatuajes son una manera de ser raro?

-Sí, de mostrar mi rareza.

-Y añade que ahora no se los haría. ¿Por qué, porque los lleva mucha gente?

-La rareza ha de ser minoritaria hasta que se convierte en moda y entonces empieza a ser normalidad.

La rareza ha de ser minoritaria hasta que se convierte en moda y entonces empieza a ser normalidad

-¿Los de la cara son más recientes?

-Sí. Son de mi madurez, vienen de decir 'yo soy así y nadie me ha podido cambiar, ni yo mismo: soy quien soy, a mí me gusta'. No es para demostrar nada a la gente. Esto viene después. Básicamente, es porque me gusta, mis ídolos llevan tatuajes. Y a mí me gusta el riesgo.

-Los de la cara representan un riesgo

-Siempre hay un riesgo, siempre hay un compromiso con mi vida personal. Una parte mía es 'ole tus huevos, Sergi, nadie ha podido contigo'. Vengo de una familia religiosa, conservadora, no he tenido ningún familiar con tatuajes. Es un camino solitario pero al mismo tiempo con dignidad. Me gusta. Y si puedo influir a alguien para que sea él mismo, genial.

-¿Se puede escoger ser normal?

-Conscientemente, no. Lo escogemos cuando nos castigan. Es lo que hay.