Historias de Barcelona (IV)
Tiro con arco en la cara oculta de la muralla romana
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David Martínez Herrada (@Historiesdebcn)
El número 19 de la calle de Avinyó es uno de los lugares más singulares de Barcelona. El principal de esta finca es, muy probablemente, el único piso del mundo donde se practica el tiro con arco con una muralla romana de fondo.
El local es la sede de la Associació Excursionista d'Etnografia i Folklore (AEEF), club decano del tiro con arco en Catalunya. La entidad fue fundada en 1945 por un grupo de montañeros, que en plena dictadura aprovechaban las excursiones para documentar y preservar el folklore catalán.
Muy pronto, junto al esquí y la espeleología, sus asociados empezaron a practicar también el tiro con arco, un deporte hasta entonces desconocido en España. En 1948, con motivo del estreno de la película Robin de los bosques, la AEEF organizó la primera competición de arquería celebrada en Barcelona.
Durante muchos años, el desaparecido Alfred Lloré estuvo al frente de la sección de tiro con arco de la entidad. Lloré, además de arquero, fue también un gran aficionado a la arqueología. En 1957, convencido de que en la sede de la AEEF se escondía un tramo de la muralla de Barcino, empezó a picar las paredes del local. Su hija, Cristina Lloré, aún recuerda cómo ayudó a su padre a esconder los escombros de aquellas obras, realizadas inicialmente sin permisos.
Los trabajos sacaron a la luz dos torres y un paño de muralla romana. Hoy se pueden contemplar al fondo de la sala principal del local. Un espacio polivalente, que acoge desde proyecciones de cine a prácticas de tiro con arco.
Este descubrimiento no fue la única sorpresa que guardaba el local. En 1985, durante unas obras de ampliación, Alfred Lloré descubrió que detrás de la muralla se escondía un pasillo y un segundo muro.
Las dos murallas de Barcino
Y es que Barcino tuvo, en realidad, dos murallas. La fundacional fue construida en el siglo I aC, en época del emperador Augusto. En el siglo IV dC se reforzó la fortificación con una segunda muralla más alta, que seguía el trazado de la primera por el exterior. El espacio intermedio entre ambas fue rellenado con fragmentos de estatuas y otros escombros.
En la Edad Medía, cuando las defensas romanas ya habían perdido la función original, los muros fueron aprovechados para la construcción de edificios adosados. A menudo los propietarios acabaron retirando el relleno entre las dos murallas para ganar espacio en el interior de las viviendas. Gracias a ello, el local de la AEEF es un espacio único, donde se puede recorrer un pasillo entre las dos murallas de Barcino, la del siglo I aC y la del siglo IV.
Los hallazgos de Alfred Lloré no se limitaron al piso de la calle Avinyó. En 1988, tras el derribo de una finca en Ciutat Vella, descubrió unos arcos en una pared medianera. Puso en alerta al Museu d'Història de Barcelona, que los identificó como parte del acueducto romano. La infraestructura, al igual que las murallas, también había quedado ocultada por las edificaciones posteriores. Actualmente, este conjunto de arcadas, en la plaza Vuit de Març, es el único tramo visible del antiguo acueducto.
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