Pacto roto

El gobierno de Colau exige ahora eliminar dos terminales de cruceros más en Barcelona

Competencia pone condiciones a la compra de la terminat TFB por parte de Grimaldi

Los cruceristas pasan a pagar 5,75 euros de tasa turística aunque solo estén unas horas en Barcelona

Llegada de turistas en crucero al Moll Adossat y desembarque, el verano pasado.

Llegada de turistas en crucero al Moll Adossat y desembarque, el verano pasado. / RICARD CUGAT

Patricia Castán

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En pleno inicio de una temporada alta del turismo que huele a récords (de visitantes y de facturación) y con los cruceros en el punto de mira del gobierno municipal de Ada Colau, la primera reunión del Consell de Sostenibilitat pels Creuers celebrada este miércoles ha dejado claro que las posiciones están a años luz. El Port ha presentado 50 medidas para integrar mejor la actividad en la ciudad, como avanzó este diario, y reducir sus efectos indeseados, mientras que el ayuntamiento, pese al acuerdo al que todas las partes de comprometieron en 2018, endurece su posición y exige ahora eliminar dos de las siete terminales previstas en el muelle Adossat. La que está por adjudicar (con conflicto judicial de por medio) y la C, cuya concesión se renueva anualmente. Reivindica ese recorte de capacidad para evitar que el sector crezca y favorecer la "reducción" de cruceristas, mientras que el Port considera vigente el pacto de hace cinco años.

El ayuntamiento critica el posible crecimiento y el Port replica que si aumentan los "movimientos de cruceristas" es porque habrá más personas que acaban y empiezan ruta y estas se cuentan dos veces, no porque haya más pasajeros

Sobre el guion, administraciones y sector debían conjurarse hoy para remar conjuntamente de cara a favorecer la integración de la actividad en la ciudad, que tiene un impacto anual de 1.083 millones anuales en Catalunya. Pero el ayuntamiento ha hecho de los cruceristas un caballo de batalla político hace meses, y sin duda lo ha elevado a un papel protagonista de su agenda electoral. Así que lejos de ser un encuentro de consensos y acuerdos, la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, ha salido de la reunión enojada, ante la previsión de que Barcelona pueda alcanzar un récord de 3,3 millones de cruceristas este año, ha dicho. La cifra es una incógnita, porque el puerto mantendrá unas 800 escalas este 2023, pero el volumen de viajeros depende de que los barcos vayan más o menos ocupados. El dato real solo se conocerá a final de año.

Esa pretensión de recortar pasajeros es inviable a corto plazo. Para empezar, porque las escalas se planifican a dos años vista, y Barcelona (nadie lo ha hecho en puerto alguno) no puede unilateralmente alterar las rutas internacionales del sector ya firmadas, e incluso con los pasajes vendidos en muchos casos. Pero además, porque el acuerdo firmado en 2018 por el consistorio incluía compromisos que han supuesto inversiones público-privadas de cientos de millones en el puerto, y dar marcha atrás podría suponer tener que asumir indemnizaciones multimillonarias, destaca el Port. La de MSC ahora en construcción implica un desembolso de 78 millones por parte de la naviera, además de una parte pública para acondicionar el terreno.

Enterrar los planes de la séptima terminal

Por ello, Sanz ha planteado hoy que se entierre el proyecto de la séptima terminal (que inicialmente iba a ser para Royal Caribbean, pero donde la entrada en escena de otros operadores interesados hizo abrir un concurso público que fue recurrido judicialmente, hasta que el puerto paralizó la licitación) y que además no se renueve la concesión de la C. Considera así que no habría perjuicios económicos y que podría destinarse esta millonaria construcción a otro uso.

Cabe recordar que en 2018, Sanz salió muy satisfecha de aquel acuerdo con el Port, por el que el este renunciaba a las dos terminales (menores) del World Trade Center y la del Moll d'Espanya, y pasaba a tener un límite de siete en el Adossat. Ahora la teniente de alcalde (que sin duda no conocía la capacidad de unas y otras) se desdice y argumenta que aquello fue un primer paso, pero que lo que cuenta es "la cifra de cruceristas". La idea de que puedan crecer le parece "insostenible" para la ciudad, así que su nuevo objetivo es eliminar más terminales. Precisamente, la apuesta de esas construcciones de última generación era considerada clave para ganar operaciones de inicio y salida de rutas (puerto base) y no de meras escalas, ya que facilitan el embarque y desembarque y sus usuarios pasan unos días alojados en la ciudad, con mucho más gasto local. Esto es algo que pueden asumir otros puertos mediterráneos donde solo se hace tránsito de unas horas.

La constitución formal del consejo, que integra a representantes del Port de Barcelona (su instigador), ayuntamiento, Generalitat, Delegación del Gobierno en Catalunya, Diputación de Barcelona, Capitania Marítima, la patronal de cruceros CLIA, Barcelona Regional, Comitè de desenvolupament de Rutes aèries, la Comunitat Portuària de creuers y entidades económicas y sociales, se producía después de varias reuniones técnicas previas. Los objetivos supuestamente compartidos son mejorar la transparencia de la actividad en el puerto barcelonés, generar un espacio para coordinar las iniciativas al respecto iniciadas desde diferentes instituciones, reducir sus impactos negativos (medioambientales y sociales), incrementar el retorno económico y social del sector en la ciudad y potenciar la vinculación de las empresas y cruceros con el tejido empresarial, formativo y laboral de la capital catalana.

Dos análisis de las cifras

El uso que cada parte hace de las cifras ha vuelto a estar en el punto de mira. En un ejemplo concreto expuesto por la Autoridad Portuaria, el balance de 2022 (año de recuperación) fue de 2,33 millones de movimientos (corresponden a 1,679 millones de pasajeros porque los que empiezan y acaban ruta se cuentan dos veces), de los que 'solo' 742.630 habrían sido cruceristas de unas horas de escala (restando los casi 286.000 que permanecen, estadísticamente, en el barco, o hacen excursiones organizadas fuera de la ciudad porque ya la conocen). Ese volumen sería el que se deja notar en el centro de la ciudad y al que alude siempre Colau.

La teniente de alcalde Sanz pide enterrar el proyecto de la séptima terminal y no prorrogar la C, mientras que el puerto recuerda que el consistorio firmó un acuerdo para limitar las terminales a 7 en el Adossat

Según los mismos cálculos, esos pasajeros supusieron de media diariamente el año pasado un 1,3% respecto al total de visitantes que estarían paseando por la metrópolis. En paralelo, de los que hicieron inicio o final de ruta, más de 351.000 pernoctaron (2,8 noches de media), lo que representó un millón de pernoctaciones. Su comportamiento entonces es equiparable al de un turista normal, ya que visitan la ciudad en esos días y no intensivamente en unas pocas horas. Se les contabiliza también dentro de los balances generales basados en reservas hoteleras.

crucero Scenic Eclipse II

Uno de los cruceros de lujo, el Scenic Eclipse II, que atracarán en Barcelona este año. / EP

De ese modo, en el Port defienden que el volumen de cruceristas menos rentables (los de escala) es fácilmente reconducible, mucho menor a las llegadas en avión, coche o trenes. "Con la ventaja de que son los únicos viajeros con una planificación milimétrica", apuntan en las mismas fuentes, dado que se sabe con exactitud a qué hora llegan y a qué hora se irán. Como media, unos y otros hacen un gasto medio de 202 euros, según un estudio reciente.

Crecimiento o no

Los recuentos portuarios se realizan siempre de movimientos, así que en la actualidad se estima que el 56% serán este año como puerto base (muy por encima de competidores directos como Civitavecchia-Roma), porcentaje que se pretende elevar al 75% en los próximos años, como defiende el 'president' Pere Aragonès. Sin embargo, Sanz ha denunciado hoy que si se toma como base la cifra de pasajeros reales, resulta que "dos de cada tres están solo unas horas consumiendo y masificando la ciudad". Pero en cambio, al hablar de récords alude a "3,3 millones de cruceristas" en 2023, que en realidad serán movimientos y que crecerán porque quienes inician y acaban ruta se contabilizan por partida doble, replica el puerto, no porque lleguen más viajeros. Los pasajeros del 2023 podrían ser algo más de dos millones, de los que buena parte pernoctarán en Barcelona.

Pagarán también entre 3,75 y 5,75 euros de tasas al día en la ciudad aunque solo estén unas horas, algo que no sucede ni con los millones de excursionistas que llegan también para unas horas en trenes, autocares y coches y también toman el centro, recuerdan desde el sector.

"Hay una realidad incrementalista", insiste la responsable municipal de Urbanismo, y "cruceros más grandes y más llenos", añade. Las medidas propuestas en el Consell son insuficientes y faltas de concreción, a su juicio. En cambio, el Port considera que las propuestas partían de todos los flancos.

Se engloban en cuatro ejes: económico (favorecer las relaciones con sectores productivas, como un 'market place' para compra de producto fresco ya en proyecto; las acciones para crecer en operaciones de puerto base, y la diversificación de la oferta de activos turísticos); ambiental (acelerar la electrificación del puerto, potenciar los barcos con bajas emisiones, aprobar una ordenanza reguladora para sancionar barcos muy contaminantes --aunque no serían cruceros, sino de otras cargas--, transformar los residuos generados en biogás, mejorar la movilidad urbana (transportando a los cruceristas que van por libre a puntos no congestionados en lugar de que el bus de conexión portuaria los deje al pie de la Rambla, y demás); social (el actual proceso de limitación y concentración de terminales, abrir el muelle Barcelona a la ciudadanía, reducir los espacios de congestión, facilitar la ocupación local en el sector...); así como en transparencia de las cifras, la gestión de las concesiones y la evolución de la actividad.