Encuesta preelectoral del GESOP

Aval a los nuevos radares en Barcelona, gran división sobre las 'superilles'

ENCUESTA: La mitad de los votantes de Colau tampoco aprueban el 'puerta a puerta'

ENCUESTA: La mayoría de los barceloneses, a favor de ampliar el aeropuerto

El veto al patinete en el transporte público genera menos consenso y con diferencias notables según edad y procedencia

Uno de los nuevos radares de tráfico que comienzan a multar en Barcelona este 2023

Uno de los nuevos radares de tráfico que comienzan a multar en Barcelona este 2023 / Zowy Voeten

Ricard Gràcia
Meritxell M. Pauné
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Los barceloneses tienen opinión, y muy contundente, sobre las políticas que afectan a sus desplazamientos cotidianos. Y atención al spoiler: no se corresponde con la popularidad que aparenta cada una. La encuesta preelectoral que ha elaborado el Gabinet d'Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP) para El Periódico dibuja grados de apoyo dispares para tres medidas recientes de movilidad en Barcelona: gran consenso sobre la instalación de nuevos radares, apoyo con matices al veto al patinete eléctrico en el transporte público y división social sobre las superilles en pleno salto de escala con la del Eixample. Además de dibujar un escenario muy reñido para las elecciones del próximo mayo, el estudio pregunta también sobre la ampliación del aeropuerto y la recogida de residuos 'puerta a puerta'.

Los radares son la novedad más avalada por los barceloneses, o al menos así lo indican las respuestas de los 801 participantes del estudio por GESOP. Más de ocho de cada diez están a favor de controlar la velocidad en los entornos escolares mediante radares que multan. Solo un 14,4% está en contra y un exiguo 2,5 no sabe o no contesta. El perfil sociológico influye con claridad: el apoyo es superior en mujeres (87%) que en hombres (78,6%) y sube hasta el 87,5% en la franja de edad más proclive a tener hijos en edad escolar (entre 30 y 44 años). Aunque los menores de 30 años son los menos entusiastas de los radares, también los avalan con un 79,2%.

Por electorados, el control de velocidad cultiva un vistoso 92,4% de apoyo entre los votantes de Ada Colau y del 80% o más entre los de CUP, PP, PSC y ERC. En cambio, los afines a Junts per Catalunya son los menos receptivos a los dispositivos sancionadores (61,7% favor y 31,7% en contra). En conjunto, la ideología modula mucho el porcentaje de partidarios: de un 51,1% en la izquierda a un 16,4% en el centro-derecha.

Como curiosidad, entre los encuestados nacidos en el extranjero el aval escala al 95,3%, probablemente por el menor índice de propietarios de vehículos privados. Por otro lado, el apoyo desciende según el grado de formación: nueve puntos porcentuales de diferencia de quienes manifiestan tener un nivel de estudios “bajo” a los que lo cualifican de “alto".

El patinete, aval complejo

A grandes rasgos, dos tercios de la sociedad barcelonesa están de acuerdo con la prohibición de viajar en transporte público con un patinete eléctrico por su riesgo de incendio. Y el tercio restante, un 34,3% concretamente, se opone al veto preventivo que entra en vigor este miércoles. En este caso, apenas hay sesgo por género, pero la edad resulta un factor determinante: la restricción suspende entre los menores de 30 años (47,2% a favor y 48,1 en contra) mientras que la satisfacción entre el público sénior es la más alta (66% entre mayores de 60 años).

El retrato robot del usuario de patinete metropolitano es el de una persona joven de estrato social bajo que lo usa para desplazamientos laborales, según indican estudios y entidades del sector como la PTP. Sin embargo, persiste un cierto cliché de vehículo yuppie para emprendedores tecnológicos. Tres datos de la encuesta –en la que solo participan residentes en la capital- ofrecen una aproximación sin conclusiones.

Un colectivo que sobresale como reticente al veto son los nacidos en el extranjero, sin distinguir si son de procedencia europea o extracomunitaria: el nivel de apoyo es diez puntos inferior (50%) y la ratio de desinformados cae a la mitad (solo un 2,3% se acoge a la opción ‘no sabe’) respecto a la media general. Estudiantes (46,9%) y trabajadores en activo (57,8%) también hacen bajar la media, mientras que parados y jubilados la superan (63,9% y 66,3% respectivamente). En cuanto al nivel de estudios, los menos formados respaldan más la prohibición.

Superpolarización

La valoración ciudadana de las ‘superilles’ nada tiene que ver con las dos anteriores. El concepto genera una enorme polarización, con una mayoría simple que se opone (45,4%) y una minoría (37,3%) que se muestra partidaria. Entre las mujeres hay menos beligerancia, pero no más apoyo. Solos en dos franjas de edad gana el aval ciudadano: entre los menores de 30 años y en especial en la franja de edad de 30 a 44 años, la única en la que las superilles llegan al aprobado (52,4%). Por el contrario, la pacificación que propone el consistorio no logra seducir a la gente mayor (solo 27,4% a favor y los que más en contra, con un 49,1%), pese a que teóricamente son un perfil de peatón más vulnerable al tráfico. Tampoco cautiva, por cierto, a parados (27,8%), mientras que aprueba entre los estudiantes (56,3%).

Otra correlación interesante es la territorial: el máximo apoyo se da en Ciutat Vella y Gràcia, que son superilles naturales sin tener aprobado ningún plan específico. En cambio, el distrito de Sant Martí que es donde se estrenó la primera superilla es uno de los tres más reacios junto a Sarrià-Sant Gervasi y Nou Barris. El Eixample, escenario de la gran Superilla Barcelona con la que Ada Colau irá a por todas estas elecciones municipales, está muy dividido: un 39,8% a favor, un 48,4% en contra y un sorprendente 11,7% que no sabe o no contesta. Los porcentajes más altos de oposición se concentran en Les Corts, Sarrià-Sant Gervasi y Sant Martí, con aproximadamente un 50% de detractores. En Nou Barris, alejada de las pacificaciones estrella, una cuarta parte de participantes no se posiciona.

Por electorados se reflejan más los posicionamientos de cada partido. Los afines a los Comuns son los más fans de las superilles (74,7% a favor, solo un 16,5% en contra). También gustan a los electores de la CUP (58,3%), aunque no tiene representación ahora en el ayuntamiento. Por el contrario, escasa simpatía al proyecto entre los votantes del resto partidos: 28% entre los de ERC, 22,4% entre los socialistas o 21,7% entre los populares, por ejemplo. Finalmente destaca la gran animadversión a las superilles entre los electores de JxCat (76,7% en contra) y los de Cs (81%).

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