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Amenaza (¿terraplanista?) contra los patinetes

Una persona circula con patinete eléctrico por las calles de Barcelona

Una persona circula con patinete eléctrico por las calles de Barcelona / Jordi Cotrina

Albert Sáez

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Para gente de una cierta edad y de una cierta extracción social, los patinetes son un juguete para niños. La realidad, hoy, en una conurbación como Barcelona, es otra bien diferente. El patinete eléctrico es el medio de transporte de la última milla para decenas de miles de trabajadores. Son los que no tienen el transporte público a la puerta de su casa y que tienen su puesto de trabajo en un polígono industrial incomunicado si no es en coche o en moto. Son los que saben que el planeta los necesita y entienden que combinar el transporte público con el patinete es más sostenible que usar el coche o la moto que queman combustibles fósiles. Son los que compran patinetes homologados por la UE y los conducen responsablemente sin saltarse las normas de tráfico ni para vehículos ni para viandantes. Pero toda esta gente no existe para los tecnócratas de la Autoritat del Transport Metropolità de Barcelona que, presos de un ataque de pánico por el incendio de una batería de patinete, han decidido prohibir su uso en los trenes, metros y autobuses de la capital catalana. La medida, comprensible si se piensa solo en los riesgos y la responsabilidades en un nuevo accidente, ignora una realidad social evidente para cualquier usuario de la red pública. Estaría bien que, antes de decidir algo así, se pasearan por los servicios que regentan. 

Este miedo al peligro que pueden suponer los patinetes eléctricos en el trasnporte público tiene un acento terraplanista. ¿Hay constancia de la peligrosidad real de los artefactos? ¿No sería más prudente perseguir a los que no están homologados para que no lleguen a comercializarse? Y aún más, ¿Cómo piensan hacer cumplir tamaña prohibición? Un viejo adagio recomienda a los gobernantes que jamás dicten una norma que serán incapaces de hacer cumplir. ¿Pondrán equipos de seguridad en las decenas de estaciones de metro en las que cada día los usuarios acceden con su vehículo? No será así. 

Los cambios sociales se han acelerado. La distancia cognitiva entre padres e hijos ha aumentado espectacularmente, también entre profesores y alumnos. Y en este caso se demuestra que los gobernantes no se libran de estar lejos de los gobernados. Tratar a los patinetes como si fueran solo un juguete para niños es no enterarse de casi nada. 

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