DEL 9º LUGAR AL LIDERATO PROVISIONAL

El balance de Xavi en su primer año en el banquillo: viviendo en una "montaña rusa"

Hace hoy justamente un año que el técnico de Terrassa se sentó en el banquillo del Camp Nou para suceder a Koeman

Piqué y Xavi se funden en un abrazo tras la sustitución del defensa.

Piqué y Xavi se funden en un abrazo tras la sustitución del defensa. / JORDI COTRINA

Marcos López

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No vive nada tranquilo. Ni tampoco completamente feliz como él podía imaginar, por mucho que conociera mejor que nadie el Barça. El Barça y su entorno. Pero anda Xavi sacudido por los inacabables y extraños vaivenes de la "montaña rusa", fue esa la palabra escogida por el técnico, en que se ha instalado desde que hace hoy justamente un año que se sentó en el banquillo del Camp Nou para suceder a Koeman.

Va y viene Xavi zarandeado en un club que ha recuperado su espíritu más volcánico. Recogió al equipo cuando iba noveno en la Liga después de un empate que tuvo aire de derrota en Balaídos (3-3 tras tirar a la basura un 0-3) con el interino Sergi Barjuan. Se desangraba el Barça de tal manera que Joan Laporta, desdiciéndose de palabras, ideas y planes anteriores, se entregó a él. No le quedaba otra opción. Lo recogió Xavi en el noveno lugar y ahora, 12 meses más tarde, es el líder provisional del campeonato, a la espera de lo que haga el Madrid este lunes en Vallecas.

Laporta y Xavi, en la presentación del técnico azulgrana en el Camp Nou.

Laporta y Xavi, en la presentación del técnico azulgrana en el Camp Nou. / Jordi Cotrina

Ruta sinuosa

Pero el camino ha sido mucho más sinuoso de lo que el técnico, "un optimista de mena", como se define, creía intuir. Desde Doha, donde llevaba tiempo preparándose para sentarse en el banquillo (en enero del 2020 le dijo no a Bartomeu antes de que llegara Setién) había dibujado un aterrizaje más sencillo. Nada lo es en el Barça. Y ahora, en tiempos de reconstrucción, menos aún.

"Hemos mejorado mucho en estos meses, pero quizá los pasos son más pequeños de lo que esperábamos"

— Xavi, técnico del Barça

Va y viene el equipo sin trazar una línea de regularidad. Ni en el juego. Ni tampoco en los resultados. Capaz de ganar en el Bernabéu la pasada temporada con una goleada (0-4, 20 de marzo) que debía ser el despegue definitivo y acudir siete meses más tarde y ni tan siquiera competir (3-1, 16 de octubre). Todo en el mismo año.

Sin y con palancas

Sin palancas, el equipo no chutaba. Con palancas invernales, simbolizadas en Aubameyang y Ferran Torres, mejoró hasta alcanzar el segundo puesto y el paso a la Champions. Luego, ya con palancas veraniegas que tienen en Lewandowski al verdadero líder futbolístico de su proyecto, rinde en España, pero se estrella en Europa.

Xavi Hernandez, en el banquillo de Mestalla durante el Valencia-Barça.

Xavi Hernandez, en el banquillo de Mestalla durante el Valencia-Barça. / Afp

"Hemos mejorado mucho en estos meses", proclama Xavi, al tiempo que reconoce que "quizá los pasos son más pequeños de lo que esperábamos", apelando, de forma inmediata, a la paciencia y a no desviarse de la idea de juego. Paciencia que sabe que no existe en el Camp Nou y una idea que debe ser reformulada y evolucionada porque aún sirve para la Liga (34 puntos de 39 posibles, 31 goles a favor y solo cuatro en contra), pero queda desfasada cuando se asoma a la Champions, tortura infinita para el Barça.

Hasta tres eliminaciones europeas le ha tocado vivir a Xavi en sus 12 primeros meses en el banquillo del Camp Nou

Incluso para el Barça de Xavi, que ha vivido dos eliminaciones en apenas un año. La primera es responsabilidad de Koeman, aunque una victoria contra el Benfica en el Camp Nou habría bastado para sanar todas las heridas. Aquel empate (0-0) fue el inicio de la era europea del técnico catalán.

Una era tortuosa, llena de incomprensión y errores, donde ni siquiera ha sabido dominar la Europa League, eliminado por el Eintracht. Una era prolongada este curso con la caída en la eliminatoria directa con el Inter, prólogo de otro viaje a las catacumbas.

Xavi se dirige a Piqué y Busquets en la banda durante el partido de liga entre el FC Barcelona y el RCD Espanyol en el Camp Nou, en noviembre de 2021.

Xavi se dirige a Piqué y Busquets en la banda durante el partido de liga entre el FC Barcelona y el RCD Espanyol en el Camp Nou, en noviembre de 2021. / JORDI COTRINA

La erosión de la gestión de las 'vacas sagradas'

Sube y baja el Barça de esa montaña rusa. Va a toda velocidad. A veces, hasta descontroladamente, mientras la gestión del vestuario y, sobre todo, de las ‘vacas sagradas’ le ha dañado emocionalmente. Queda el inesperado y sorprendente adiós de Piqué, a inicios de noviembre y avisado por el propio jugador apenas 48 horas antes, como el símbolo del cambio que pedía Xavi. Pedía y necesitaba.

"Es muy desagradecido ser entrenador del Barça"

— Xavi, técnico del Barça

Quiso hacerlo en verano, pero no lo consiguió. Se produce en otoño con heridas abiertas en las relaciones personales, por mucho que se intente camuflar. "Es muy desagradecido ser entrenador del Barça", admitió Xavi recordando que "uno de sus peores momentos" en este primer año fue tener que decirle a Piqué, su excompañero, que jugaría poco porque tendría por delante a Koundé, Araujo, Christensen y Eric García.

Cuando cumplió los 100 primeros días en el cargo confesó que le habían "parecido 100 años". Ahora, el desgaste es mucho mayor

El equipo avanza, pero no a la velocidad que quería el técnico. Arropado está Xavi por el Camp Nou, que le respeta su condición de leyenda, comprensivo como pocas veces se recuerda. Basta ver la respuesta del culé, que ha vuelto en masa a su templo, a la goleada con el Bayern que certificó la impotencia del Barça en Europa.

Pero Xavi sabe que solo los títulos le darán tiempo a construir su idea. Si no se abre la puerta del Museo para acoger nuevos trofeos quizá se abra la de su despacho. Cuando cumplió 100 días en el cargo, ironizó Xavi. "Sí, parece que han sido 100 años porque hemos pasado situaciones inesperadas, de lesiones, de covid, de mercado…" Pues, cumplido el primer año habrá sido como si llevara 1.000 años.

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