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El voluntariado, una labor de satisfacción personal

Estos días he asistido a una conferencia en la que se hablaba de iniciativas sociales y voluntariado. Varios ponentes expusieron diversas formas de ayudar a los más necesitados, ya sean mayores, enfermos, inmigrantes, refugiados…

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He llegado a la conclusión de que en el voluntariado caben todos: una persona que sienta interés por lo social o que no la tenga, pero  que se haya propuesto ayudar. Muchas veces nos autoexcusamos diciendo eso de que “a mí esto no me va” o "hay otros que lo hacen".

Cruz Roja, por ejemplo, trabaja con refugiados e inmigrantes. Acogen a estas personas para que al llegar a Barcelona se sientan seguras, empiecen a solicitar los papeles, se atiendan sus necesidades materiales y puedan encuentrar trabajo. Realmente es un proceso largo, pero el resultado es muy gratificante.

En los hospitales y lugares donde se ayuda a personas mayores, hay unas normativas para el voluntario: nunca meterse en el campo ni de los médicos ni de las enfermeras ni del personal del hospital. La labor del voluntario es de acompañamiento al enfermo y a la familia, para la que en ocasiones puede ser más duro sobrellevar la enfermedad. Pero esa labor de acompañamiento siempre satisface personalmente.

Desde luego, todo ello me ha motivado para comprometerme más, no tanto económicamente sino más en la ayuda personal.

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