"Soy un 'milennial' harto de la hiperconectividad"

Soy 'milennial', de la generación que se ha criado en internet. Apenas recuerdo mi vida sin la red. Ya no soy capaz de imaginarme una espera de cinco minutos sin mi móvil, como no podía hacerlo sin un cigarro cuando era fumador.

Pese a haber nacido prácticamente digitalizado -abril de 1992- estoy aborreciendo tanta vida virtual. A veces pienso que todo se debería haber detenido en la época 'MSN', y no hablo de Messi y compañía, sino del Messenger. Desde el PC de casa te mensajeabas, pero en la calle no había otra que interactuar cara a cara.

Pero la cosa no se detuvo ahí. Llegaron Fotolog, Tuenti, Twitter, el 'boom' de Facebook y ahora, lo que parece el salto definitivo al punto de no retorno, Instagram. Está haciendo las cosas muy bien, uniendo Facebook y Snapchat, captando a todo tipo de público de todas las edades. Punto de encuentro virtual de todo el planeta, dónde ya despuntan las personas con 'K's' de seguidores, como un valor añadido a sus vidas más que real.

Ahora ya cualquiera es famoso. Y el significado de la fama daría también para rato. Todos empezamos a conocer a todos. Vivimos nuestra vida pensando en la historia que vamos a mostrar, que a menudo se aleja de la realidad. Se está perdiendo la manera de relacionarnos tal y como la conocíamos, así como también de vivir nuestras vidas sin la presión del qué pensarán y como lo valorarán. También la magia de lo espontáneo y desconocido. Tan solo nos queda vivir con el anhelo de que la suerte nos sonría y acabemos convirtiéndonos en publicidad andante, como las nuevas estrellas que brillan en el nuevo universo virtual.

Sé, que por más que me resigne, en momentos de lucidez como éste rato en el que escribo, voy a seguir en el círculo vicioso -para dar forma a la paradoja, subiré éste texto a Instagram si se publica- ya que es inevitable, si no quieres que te den por desaparecido o piensen que has decidido vivir al margen del resto de la humanidad.

Igual a personas de mayor edad que lean esto les sorprende, pero reconozco que me encantaría estar viviendo mi vida, con esta edad, en los años 80 o en los 90. Me entristece no haber conocido esa época ni vivir cómo era todo sin la hiperconectividad actual. Solo queda ya el consuelo de que llegue pronto la máquina del tiempo.