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"Sigamos la regla de oro y tratemos a los demás como queremos ser tratados"

Una mujer atiende llamadas en su puesto de trabajo de atención al cliente

Una mujer atiende llamadas en su puesto de trabajo de atención al cliente / MONICA TUDELA

La regla de oro, ese principio universal que nos insta a tratar a los demás como quisiéramos ser tratados, parece desvanecerse en el umbral de la atención al cliente. En el caos de nuestro día a día, olvidamos con frecuencia que al otro lado hay una persona, no un ente ausente de emociones o un robot diseñado para soportar lo insoportable.

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Los asesores de atención al cliente, esos profesionales que con paciencia infinita nos ayudan, merecen ser reconocidos. Desde el inicio hasta el final de su jornada se enfrentan a una multitud de emociones, manteniendo la calma o la sonrisa telefónica que tanto imponen desde los 'call center', incluso cuando el respeto no es recíproco. Se espera que sean inmunes a las palabras duras, que su profesionalismo aparte su humanidad. Pero, ¿es justo?

Os aseguro, como testigo de ello, que se reciben más malos tratos que palabras de agradecimiento. Y sí, es comprensible el enfado ante cualquier problema que altere nuestro bienestar económico o anímico, pero no lo es menospreciar a una persona cuya labor es ayudar durante horas, todos los días, a cambio de un salario a veces ni tan mínimo.

¿Cómo tratamos a quienes nos atienden? ¿Somos conscientes de que, como nosotros, tienen sus propias luchas y merecen consideración? Recordemos que una palabra amable puede marcar la diferencia en el día de alguien, porque al final todos buscamos ser tratados con dignidad y respeto. Sigamos la regla de oro y tratemos a los demás como queremos ser tratados.

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