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La sociedad que nos ha llevado a Trump

Seguidores de Donald Trump, en Nueva York.

Seguidores de Donald Trump, en Nueva York. / AP / Richard Drew

Actualmente, nuestra sociedad deriva hacia una ‘posverdad’ donde el populismo de Trump o de Podemos (tienen la misma base conceptual) nos inducen a creer que la sociedad, la gente,  el pueblo, es un ente en sí mismo responsable, puro, casi divino. Nos instalan como concepto que todo referéndum, consulta, primarias es un acto democrático, pero la realidad es que vivimos en una democracia representativa, donde profesionales de lo público deben gestionar problemas que no siempre son fáciles ni sencillos.

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El ‘brexit’ o una hipotética independencia vendidos como solución a todos los problemas no es más que demagogia, racismo, fascismo y populismo, que manipula las emociones y la rabia de una sociedad que, al contrario de lo que nos dicen los telepredicadores, es inmadura, infantil, egoísta, simple y emocionalmente tóxica. Es necesario modificar los códigos y pautas culturales y sociales, las creencias religiosas y sesgos estructurales arraigados durante siglos en la cultura de forma subliminal para eliminar el prejuicio.

El bucle de la historia se reencarna y la sociedad vuelve una y otra vez a encontrar culpables que nos despojan de nuestra culpa por buscar una súper protección patológica. Una sociedad que tiene de presidente a Trump procesa los mismos prejuicios que vende ese individuo. Cinco millones que esperan que papá Estado les resuelva todos los problemas,  porque consideran que el ciudadano es un niño que debe ser protegido hasta de sí mismo, representan una sociedad enferma.

Debemos comprender que, o educamos de una vez para la gestión de las emociones y creamos un sustrato inconsciente de ética para crear un individuo más autosuficiente del medio, o el cáncer del no pensar volverá a destruirnos. Veremos si el actual populismo nacionalista no nos lleva a lo que ya vaticinó Ortega y Gasset: "Toda realidad que se niega cobra siempre su venganza". 

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