Entender más

Diez medidas para un 2024 más sostenible

Restaurar los bosques para evitar emisiones

Consumir sin agotar los límites del planeta

Hacia un mundo con sequía

Robert Rodríguez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Dice Brenda Chávez, periodista e investigadora especializada en sostenibilidad, consumo y cultura, que uno de los primeros pasos que debe dar un ciudadano para contribuir a salvar el planeta es pasar de ser un consumidor “convencional” a uno “consciente”. Esa evolución implica hacer del consumo una elección política, no apenas económica, por medio de la cual se penaliza o se premia a aquellas marcas y empresas en función de su huella ecológica y de sus estándares laborales.

Para ello, sin embargo, “es fundamental que el consumidor esté informado, y ello pasa por que tenga toda la información disponible”, explica a ENTENDER MÁS la autora de libros como 'Tu consumo puede cambiar el mundo' (Península, 2017) y 'Al borde de un ataque de compras' (Debate, 2019). Otro aspecto clave de comprar conscientemente es que los consumidores tengan alternativas de consumo responsables, y de ello se deben encargar sobre todo los gobiernos, por medio de regulaciones, y las empresas, creando productos sostenibles y duraderos que acaben con la nefasta cultura del usar y tirar para volver a consumir.

Las fiestas navideñas son tradicionalmente un período desenfrenado de compras que se manifiesta en múltiples formas, desde las copiosas comilonas hasta los descartes de abetos secos y de objetos “viejos” tras recibir flamantes regalos. En una de sus últimas newsletters climáticas del año, el 'New York Times' ha calificado estas fechas como “la temporada que compramos más de lo que necesitamos y luego desechamos”. Pero es también un período de buenos propósitos para el año nuevo, y por ello ENTENDER MÁS les propone algunas medidas para reducir su huella de carbono y minimizar el impacto medioambiental de nuestras necesidades cotidianas. Diez consejos que son perfectamente realizables, afectan a varios sectores, y gravitan en torno a tres conceptos básicos: proximidad, temporalidad y responsabilidad.

Moverse a pie, en bici o en transporte púbico

La movilidad sostenible es uno de los aspectos centrales en la lucha contra el cambio climático y la reducción de la contaminación atmosférica. El transporte, ya sea para realizar tareas cotidianas como ir al trabajo o con fines de ocio, como las vacaciones, está intrínsicamente vinculado a nuestra dependencia de los combustibles fósiles, por eso nuestra forma de desplazarnos puede tener un impacto grande en nuestra huella de carbono.

“Hay que caminar más, usar menos el coche y sobre todo el avión”, explica a ENTENDER MÁS Celia Ojeda, bióloga y activista de Greenpeace España que se encarga de campañas de consumo responsable. Caminar es una opción perfecta en las ciudades donde se puede acceder a comercios y servicios en menos de 15 minutos, mientras que para desplazamientos más lejanos (de un radio de hasta 5 kilómetros, ya sea en área rural o urbana) la mejor alternativa es la bici.

“Cuando no se puede ir en bici, lo mejor es el transporte público”, dice Ojeda. A la hora de planear las vacaciones, una efectiva forma de reducir el impacto medioambiental es viajar a destinos de proximidad y de temporada en tren, ya que el transporte aéreo, que representa nada menos que un 3% de las emisiones globales totales, todavía no ha hallado alternativas viables a la quema de combustibles fósiles.

Abandonar el consumo impulsivo

Comprar compulsivamente incentivados por los precios bajos o por el hábito, en lugar de la necesidad, tiene una profunda huella medioambiental y dispara nuestra huella de carbono. Quizá ninguna otra industria ejemplifica mejor esta cultura cortoplacista como la de la moda rápida o 'fast fashion'. Vale la pena tener en cuenta que, como explica Ojeda, de Greenpeace, que ha enumerado los males de esta industria, “se necesitan 7.500 litros de agua para confeccionar un vaquero, que es lo que consume un ciudadano medio del Norte Global en siete años”. Un dato descomunal si se tiene en cuenta, recuerda Ojeda, la grave sequía en partes de España y el alto riesgo de desertificación que pende sobre extensas del país. Por eso Chávez, que ha realizado investigaciones recientemente sobre lo que se esconde detrás de la cadena de suministro de la moda rápida, propone pensar bien antes de adquirir nuevas prendas. “Los estudios indican que solo usamos el 30% de nuestro armario”.

Campaña 'Sácate la ropa' para impulsar el reciclaje en Terrassa

Campaña 'Sácate la ropa' para impulsar el reciclaje en Terrassa / Ayuntamiento Terrassa

Comprar usado, reparar, remendar

Ser un consumidor responsable no significa dejar de adquirir productos. Existen numerosas alternativas a comprar productos nuevos que pueden ser igualmente satisfactorias y también ayudan a ahorrar en tiempos de inflación. España vive un auge del modelo de negocio de las plataformas de segunda mano, que van desde los comercios que compran y revenden objetos que ya no usamos hasta Wallapop. Esta app, que se está expandiendo a lugares como Italia, ahora permite saber cuántos litros de agua o emisiones ahorras cuando adquieres un producto específico de un vecino de tu barrio o ciudad. Otra opción, sobre todo en electrónica y electrodomésticos, es reparar en lugar de reemplazar, y para ello es crucial que adquiramos marcas que nos permitan cambiar componentes de forma fácil y económica. Un ejemplo de uno de los regalos estrella de la Navidad (los 'smartphones') es la marca Fairphone, que permite sustituir partes rotas y además su producción se realiza además con plástico reciclado.

Reducir el consumo de carne

Una de las formas de conseguir una mayor reducción de nuestra huella medioambiental es modificar nuestra dieta. Estudios recientes de la Universidad de Oxford realizados con datos de 38.000 granjas en 119 países han demostrado que los veganos emiten un 75% menos que quienes consumen de media 100 gramos de carne al día. También contribuyen a preservar los acuíferos y la biodiversidad (la soja que procede de Latinoamérica y que provoca deforestación es, por ejemplo, una de las bases del pienso para la industria porcina española, así como de la carne bovina que Brasil exporta al mundo). Si lo de pasarnos a la dieta vegana suena muy disruptivo, el profesor Peter Scarborough de Oxford recomienda que al menos demos pasos en la dirección adecuada. “Pequeños cambios como pasar de ser un alto consumidor de carne a uno que consume poca puede hacer la diferencia”, explica este académico experto en salud poblacional.

Luchar contra el desperdicio alimentario

Casi un tercio de la producción de alimentos nunca se consume y se desperdicia o se malgasta. Esa comida desperdiciada -esa caja de peras 'feas' que el mayorista deshecha, o el medio plato de lubina que tiramos porque el niño no se la ha comido- además de ser una afronta para un mundo donde 700 millones de personas padecen hambre, produce emisiones en forma de metano al pudrirse en los vertederos. Por eso una de las grandes asignaturas de los ciudadanos de los países desarrollados (como Estados Unidos, donde se desperdicia entre un 30% y un 40% de la comida) es atajar por completo el desperdicio. Comenzar a medir las raciones por persona, aprender recetas que usen descartes de otros platos, y usar aplicaciones que nos conecten con comercios y restaurantes que luchan contra el desperdicio son buenas formas de hacer nuestra parte.

 

Aislar la vivienda

No hay mejor forma de reducir a corto plazo las emisiones de nuestra calefacción y nuestro aire acondicionado que aislar bien nuestra vivienda por medio de instalar ventanas de aluminio o paneles aislantes en el techo y las paredes que permitan conservar el calor o el fresco. Se trata de una pequeña inversión que mejora la eficiencia energética de nuestra vivienda y la revaloriza. Si el presupuesto nos lo permite, el complemento perfecto es instalar paneles solares o juntarnos a una cooperativa energética verde. “Sobre todo en las zonas rurales es muy factible ser productor de su propia energía, por medio de paneles solares en el techo de nuestra casa”, dice Ojeda de Greenpeace España.

Bomba de calor en casa

Bomba de calor en casa / EPC

Sustituir la vieja caldera por una bomba de calor

Las bombas de calor son una oportunidad para desconectar nuestra casa para siempre de los combustibles fósiles. Funcionan con electricidad y se pueden acoplar a sistemas de producción de energía solar o, en el caso de las fincas rurales, incluso a eólicos. La sustitución de una caldera de gas por una bomba de calor puede suponer un corte de emisiones de dióxido de carbono de la vivienda en un 40% .

 

Apagar, desconectar y pasarse al led

Otra forma de reducir el consumo energético de nuestro apartamento y casa y, de paso, ahorrar en la factura de la luz es adoptar hábitos que permitan evitar las pérdidas de electricidad y optimizar el consumo. Las luces LED, por ejemplo, tienen un consumo de hasta un 90% menor que las bombillas incandescentes, por lo que son una buena inversión, mientras que los ordenadores portátiles son más eficientes que los de sobremesa.

Por último, vale la pena dedicarle un par de minutos a desconectar los aparatos en modo reposo antes de irnos a la cama o cuando salimos de casa, pues son responsables de nada menos que entre el 5% y el 13% del consumo de electricidad en las viviendas de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organismo del que forma parte España.

Iniciar nuestro propio compostaje

Los residuos que generamos son uno de los grandes males para el planeta. La experta en sostenibilidad Ashlee Piper, autora del libro 'Give a Shxt: Do Good. Live Better. Save the Planet', propone a quienes tienen una segunda residencia en el campo o quienes viven en zonas rurales que inicien su propio compostaje, ya que cerca de un cuarto de nuestros residuos son descartes alimenticios. Así, en vez de que pieles de pescado y cáscaras de banana se conviertan en metano al descomponerse en los vertederos, el compostaje permite evitar esas emisiones y, al mismo tiempo, producir abono biológico para nuestros árboles frutales.

Movilizarnos y votar pensando en el planeta

Con elecciones al cargo de jefe de Gobierno o del Estado en unos 70 países, entre ellos Estados Unidos y el Parlamento Europeo, 2024 ofrece una oportunidad perfecta para dar más poder a los partidos verdes o que llevan en sus programas propuestas destinadas a luchar contra el cambio climático. El próximo año es también una oportunidad perfecta para volver a las calles y manifestarse a favor del clima y de que empresas y gobiernos sean más ambiciosos en su lucha contra el calentamiento global.

 

 

Suscríbete para seguir leyendo