Violencias

Ir en el metro y que un desconocido te envíe fotos sexuales: se extiende el acoso físico y virtual

Usuarias denuncian que reciben fotos y mensajes insinuantes o sexuales desde el metro a la consulta del médico vía Bluetooth, Airdrop o Instagram

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Mujer con móvil en el metro de Barcelona

Mujer con móvil en el metro de Barcelona / Ferran Nadeu

Olga Pereda

Olga Pereda

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Sara López (nombre figurado), de 26 años, acudió hace unas semanas a su centro de salud, en Barcelona, para una cita médica. En la sala de espera vio que un joven más o menos de su edad la observaba mucho. Pasados unos minutos, el enfermero la llamó por su nombre y apellidos en voz alta para que entrara en la consulta. Cuando salió, Sara vio que tenía en la bandeja de solicitudes de su perfil de Instagram un mensaje de un desconocido que decía: “Hola guapa. ¿Cómo ha ido el médico? Soy el chico de la sala de espera”.

Ocho de cada diez mujeres creen que situaciones de acoso en internet están bastante o muy extendidas frente a seis de cada diez hombres

Ese mensaje, ni esperado ni deseado, no es un caso aislado. Mercedes Vidal, exconcejala de Movilidad en Barcelona y actual coordinadora de Esquerra Unida i Alternativa (EuiA), ha denunciado recientemente en Twitter (ahora bautizada como X) lo harta que está de recibir en su móvil solicitudes de hombres desconocidos para compartir imágenes a través de Airdrop, el mecanismo de Apple para compartir archivos. "En el metro me sigue pasando que hay hombres desconocidos que les parece bien enviarme una foto. Hoy han sido dos. ¿Todo bien por vuestra cabeza", tuiteó días atrás.

Otro caso de machismo digital, tan reciente como preocupante, es el de los ‘desnudos’ de niñas con Inteligencia Artificial (IA) en Almendralejo.

En el mundo analógico, de la mano de la ley del solo sí es sí, si un hombre lanza una palabra ofensiva a una mujer puede ser un delito leve. Pero ¿qué pasa en el mundo digital? ¿Todo vale de la mano del anonimato?

Según las expertas consultadas, estamos ante una clarísima invasión de la intimidad. “Una muestra de la existencia del acoso machista digital que sufren las mujeres”, explican Eva Cruells y Alex Haché, especialistas en tecnología y activistas feministas que forman parte de DonesTech, plataforma que ha puesto en marcha la línea de atención telefónica Fembloc. Gracias a esta iniciativa, psicólogas, juristas y expertas en tecnología realizan un acompañamiento de las mujeres que sufren violencias machistas en el ámbito digital. También se organizan talleres de autodefensa feminista en el terreno 'online', incluyendo buenas prácticas sobre cómo gestionar los datos privados.

"Internet es un lugar hostil para las mujeres, hay que decirlo más"

— Mercedes Vidal, exconcejala de Barcelona

Una encuesta reciente apunta a que un grueso de usuarios han convertido Linkdin, plataforma de perfiles profesionales, es una especie de Tinder. Alrededor del 91% de sus usuarias afirma haber recibido mensajes inapropiados o insinuaciones al menos una vez. Uno de cada tres de ellos son proposiciones de encuentros románticos o sexuales (31%). Es más: alrededor del 43 % de las mujeres con cuenta en la plataforma ha denunciado perfiles de usuarios en múltiples ocasiones por intentar ligar con ellas, y el 74% ha reducido al menos una vez su actividad debido a la conducta inapropiada de otros usuarios.

Linkdin es solo un ejemplo. En un informe de 2019 la Unesco reveló que, a escala internacional, el 85% de las mujeres con presencia en internet han sufrido, al menos una vez, violencia machista en el ámbito digital. ‘Brecha digital de género 2023’, un estudio del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación digital publicado este año, revela que ocho de cada diez mujeres creen que situaciones de acoso en internet están bastante o muy extendidas frente a seis de cada diez hombres. De hecho, el 70,3% de las víctimas de delitos sexuales en internet son mujeres. Según el Ministerio de Interior, la ciberdelincuencia sexual creció un 12% en 2020 y un 80% de las víctimas eran menores.

Cambios en Salut

Sara, la joven que recibió el mensaje no deseado en Instagram en el centro de salud, explica que sintió una rabia inmensa. No era la primera vez que le pasaba. Ya le ocurrió algo muy parecido el año pasado, cuando estaba esperando una cita en un hospital. “Dijeron mi nombre y apellidos por la megafonía. Al salir de la consulta, un chico desconocido me contactó por Facebook”, recuerda.

En aquella ocasión, Sara no hizo nada y se limitó a ignorar la petición de amistad. Esta vez, en el centro de salud, fue distinto. “Me harta el machismo. ¿No podemos estar tranquilas ni en el médico?”, reflexiona. Sara escribió a Salut contándoles lo que le había ocurrido. Los responsables del departamento le contestaron lamentando lo sucedido y le avanzaron que están trabajando en un nuevo sistema informático para llamar a los pacientes sin necesidad de decir en alto su nombre y apellidos, algo que ya se hace en algunos hospitales privados.

Sara también decidió acercarse a una comisaría para ver si podía efectuar algún tipo de denuncia. Sin embargo, la mossa d’Esquadra que la atendió se limitó a decirle que, quizá, lo que debería hacer es no tener perfiles en redes sociales con su nombre y apellido. “Qué respuesta tan desafortunada. ¿Qué necesidad hay de culpar a la víctima?”, critican las responsables de DonesTech.

“Existe indefensión ante este tipo de agresiones. Deberíamos concienciar sobre lo que es una agresión y una invasión de la intimidad. Es algo que puede generar impacto en la vida de las personas y en su seguridad"

— Eva Cruells y Alex Haché, responsables de DonesTech

“Lamentablemente, existe indefensión ante este tipo de agresiones. Primero de todo deberíamos concienciar sobre lo que es una agresión y una invasión de la intimidad. Es algo que puede generar impacto en la vida de las personas, y también en su seguridad. No podemos tener sensación constante de inseguridad”, explican las responsables de Fembloc, que exigen políticas públicas “para fomentar la educación crítica ante la tecnología a todas las edades y en todos los niveles”, así como la visibilización del “capitalismo salvaje” que provoca el uso de los datos personales.

Fotos no deseadas

Inseguridad es, precisamente, lo que ha sentido la exconcejala de Barcelona Mercedes Vidal al usar su móvil y ver cómo determinados señores que ella no conoce en absoluto le proponen compartir fotos. “Me ha pasado muchas veces. El otro día lo comenté en Twitter porque me pasó dos veces en un mismo trayecto de metro y me pareció una exageración”, explica.

Vidal usa Airdrop de manera puntual cuando imprime fotos de sus hijos. “No me acuerdo ni cómo se configura para abrirlo o cerrarlo. Y debe de ser eso, que lo llevo abierto y, por lo tanto, mi iPhone resulta visible para otros iphones que estén cerca de mí. Hay hombres que creen que mandarte algo es buena idea. De repente tú estás mirando lo que sea en el móvil y te aparece una notificación tipo ‘iPhone de X (un hombre) quiere compartir una imagen contigo'. Siempre le doy a rechazar, pero me parece muy intrusivo, independientemente de cuál fuera a ser la imagen, que tiene toda la pinta de ser desagradable y sexual”, critica.

Con su anterior móvil, del sistema Android, también le pasaba algo parecido por Bluetooth. “Era algo esporádico, me debió ocurrir tres o cuatro veces solo, pero con el iPhone me pasa más. Puedo estar meses sin que suceda y luego en una semana dos veces. Internet es un lugar hostil para las mujeres, hay que decirlo más”, concluye. 

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