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La inflación climática, qué es y cómo nos afecta

Los costes del cambio climático

Las pérdidas aseguradads por catástrofes se disparan

La escalada de precios del aceite de oliva no da tregua

La escalada de precios del aceite de oliva no da tregua. En la foto, la estantería de los aceites de un supermercado de Barcelona, con botellas a casi 10 euros. / JORDI OTIX / VÍDEO: EFE

Robert Rodríguez

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La agricultura es uno de los negocios más complejos que existen y el riesgo que conllevan los eventos meteorológicos extremos vinculados a la crisis climática lo hacen todavía más complicado . Los expertos advierten desde hace años de que los agricultores, sobre todo los pequeños y medianos, están en la primera línea de la crisis climática. Para poder acabar un ejercicio con números positivos dependen del capital, de los insumos, de la disponibilidad de mano de obra, de los precios que les imponen los mercados de 'commodities' y, ahora, de la incerteza climática.

Ese enorme factor de incertidumbre es por lo general cubierto por los seguros agrarios, que desde Brasil a Estados Unidos ofertan empresas privadas que operan en un marco regulatorio fuertemente controlado por el Estado. Sin embargo, ese sector está ahora en una rápida y preocupante reestructuración, porque los costes no cesan de crecer para las aseguradoras y se anuncian inasumibles. El resultado de todo ello es muy probable que acabe siendo un aumento exacerbado de las primas de riesgo y, en consecuencia, de los costes para el productor y —como no puede ser de otra forma—para el consumidor. Un elemento más de lo que empieza a llamarse “inflación climática”, es decir, del aumento de los precios vinculados a los costes inherentes al calentamiento global y a sus consecuencias. El Banco Central Europeo ya trata de medirla con modelos matemáticos y predicciones a futuro.

Cuantificar los costes del cambio climático, en particular de la emisión de una tonelada de CO2[ER3] , es un objetivo de muchos economistas que quieren promover una mayor celeridad en la transición ecológica. Sin embargo, esos datos pueden ser todavía algo abstractos para el público en general, por lo que la comunidad científica está focalizándose ahora en cuantificar el coste real y actual, no a futuro, que la crisis climática tiene en nuestras vidas. Así, en las últimas semanas, mientras la Europa mediterránea y el norte de África hacían frente a una serie de inundaciones catastróficas tras el verano más caluroso de la historia, se han cuantificado los costes que tienen algunos eventos climáticos extremos.

En España, las bajas cosechas, por ejemplo de la oliva aceitera, que es una consecuencia directa aunque no única de la sequía, han hecho que las indemnizaciones de los seguros agrarios en el primer semestre de 2023 ya sean superiores a todo 2022. Solo en el área de cultivos herbáceos de secano la sequía ya ha costado más de 450 millones euros de indemnizaciones, según la Agrupación Española de Entidades Aseguradoras de los Seguros Agrarios Combinados (Agroseguro). Castilla-La Mancha, Catalunya y Andalucía son las tres comunidades que han recibido mayor volumen de indemnizaciones.

E.UU: 23.000 millones en lo que va de año

Pero el coste actual de la crisis climática va más allá de la agricultura. La National Oceanic and Atmospheric Administration presentó un estudio en septiembre en el que cuantificó la factura de los desastres naturales ocurridos en Estados Unidos a lo largo de 2023. Se eleva a 23.000 millones de dólares, es decir, mil millones por cada una de esas catástrofes, que van desde los incendios en Hawái a los huracanes en Florida[ER5]. Se trata de un récord, pero es probable que el país no haya tocado techo todavía.

Los datos históricos no dejan lugar a dudas de que Estados Unidos, como buena parte del resto de la comunidad internacional, deberá hacer frente a costes multimillonarios en un futuro inmediato, pues en 1980 el número de desastres fue apenas de tres, por 22 en 2020. La Casa Blanca, a través de su agencia de emergencias, ya ha suministrado niveles récords de financiación para ayudar a las comunidades a cementar su resiliencia climática, por ejemplo alzando los estándares de construcción de casas e infraestructuras. Pero todo eso tendrá un coste y, por lo tanto, ejercerá presión sobre la inflación.

Más preocupante aún, sobre todo teniendo en cuenta la presión del precio de los seguros en la clase media y baja del país, es el anuncio en cascada de varias aseguradoras de que vienen tiempos difíciles. Cinco grandes aseguradoras inmobiliarias informaron este mes al regulador de que, a causa de los eventos climáticos extremos provocados por el calentamiento global, dejarán de ofertar seguros en algunas regiones del país y en otras aumentarán sus primas.

“Los mismos riesgos que hacen que los seguros sean más importantes son a la vez los que provocan que sean más difíciles contratarlos”, explicó al 'Washington Pos't la experta Carolyn Kousky, del Insurance Information Institute.

En el primer semestre, las aseguradoras del país sufrieron pérdidas por valor de 40.000 millones, entre un 10% y un 15% procedentes de los incendios en Hawái, que han contribuido sobremanera a que 2023 sea el tercer año más caro. El año pasado los desastres naturales costaron a las aseguradoras en Estados Unidos nada menos que 101.000 millones de dólares.

Con esos datos, parece lógico que haya un aumento de las primas. Pero la periodista Emily Atkin, cuya newsletter de investigación climática Heated es una referencia (además de un exitoso modelo de negocio de periodismo), ha destapado que esas aseguradoras son a la vez víctimas y villanos, pues si bien deben hacer frente a parte de los costes, también contribuyen a que éstos aumenten por medio de invertir en compañías de hidrocarburos, principales causantes de la actual crisis . En 2019, el sector de los seguros invirtió 582.000 millones de dólares en compañías de combustibles fósiles, según Atkin, que cita un informe de S&P Global Report.

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