Educación

Alumnos de 12 años expulsados del barrio: la cruz del plan contra la segregación escolar en Barcelona

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Efecto Pigmalión: las bajas expectativas hacia los alumnos migrados minan su autoestima

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A1-177013029.jpg / JORDI OTIX

Helena López

Helena López

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Según Google Maps, la opción más rápida, 44 minutos, es coger el bus 76, la L3 y andar 18 minutos. Distancia objetivamente mayúscula que se torna diminuta si se compara con la que separa las condiciones materiales de vida entre las dos galaxias que son Ciutat Meridiana, barrio donde vive Abdeltif junto a su mujer y sus cuatro hijos, y el Sadako, centro concertado situado por encima de la avenida del Tibidabo al que el Consorci d'Educació de Barcelona ha enviado a Achraf, su segundo hijo, que en septiembre empieza primero de ESO, en el marco del plan de choque contra la segregación escolar.

El de Achraf no es un caso aislado. Según datos del propio consorcio, entre al 13 y el 14% de los niños y niñas identificados como vulnerables en la ciudad se les ha asignado una plaza de oficio (es decir, no han entrado en ninguna de las opciones que habían elegido en el trámite de la preinscripción). Niños y niñas con realidades complejas -muchos con duelos migratorios y/o desahucios en la mochila- a los que, a los nervios intrínsecos del salto de la escuela al instituto, se les suma el desarraigo forzado.

El Consorcio de Educación defiende que el 85% de los niños vulnerables entran en un centro solicitado

En líneas generales, la política de Educació prima la continuidad del alumnado entre escuelas e institutos para suavizar el salto entre etapas. La cuestión es que existen dos listas. Una con el alumnado ordinario y una segunda con los chavales con necesidades educativas específicas por diversidad funcional o por vulnerabilidad económica. Cuando las plazas se agotan, el alumnado con menos puntuación o con peor número de sorteo es enviado a otros centros.

Lejos de la red de apoyo

Ese tener que marcharse solos, a un instituto lejos de su barrio y de sus amigos, de su red; y empezar de cero en otro universo -que además incluso les explican que es "un lugar mejor"- es la otra cara del aplaudido plan de choque. Una política que busca disminuir la preocupante segregación escolar en la ciudad; evitar que ciertos centros, en ciertos barrios, "concentren toda la vulnerabilidad". Algo que en los pocos años que lleva el plan en marcha ha dado frutos (es un hecho incontestable que la privada concertada ahora escolariza a más niños de familias con dificultades económicas que antes), pero ha causado también daños colaterales de los que apenas se habla.     

Abdeltif Saidi, frente al local de la asociación Ubuntu, en Ciutat Meridana.

Abdeltif Saidi, frente al local de la asociación Ubuntu, en Ciutat Meridana. / Manu Mitru

La situación con Achraf se vive como un ‘dejavú’ en casa de Abdeltif. Con Sara, la mayor, les pasó algo muy similar. Tras terminar primaria en el Mestre Morera -escuela pública del barrio, donde Sara era la alumna ejemplar- la pasaron al Institut Doctor Puigvert, en Sant Andreu. Pese a que está mucho más cerca de Ciutat Meridiana que el Sadako, donde han mandado a su hermano, para llegar tiene que coger la L-11, andar y coger el 60, por lo que, saliendo a las siete y cuarto de casa cada mañana, llega siempre tarde a primera hora. Algo que, sumado al citado desarraigo, ha afectado, y no poco, en su adpatación, hasta el punto que, dos cursos más tarde -acaba de terminar segundo de ESO- todavía no ha encontrado su sitio, lo que ha impactado en sus notas, brillantes en primaria, en un entorno en el que se sentía segura y arropada.

Abdeltif Saidi, padre de cuatro hijos, en Ciutat Meridiana, su barrio.

Abdeltif Saidi, padre de cuatro hijos, en Ciutat Meridiana, su barrio. / Manu Mitru

"La adolescencia es una época muy complicada; es muy injusto que echen a perder todo el trabajo que se hace en el barrio en primaria, subiendo a estos niños. Si quieren acabar con la segregación escolar me parece estupendo, que manden a familias del Sadako aquí", reflexiona una educadora de Ubuntu, asociación de Ciutat Meridiana que acuerpa a la familia.

"Si quieren acabar con la segregación escolar me parece estupendo, que manden a familias del Sadako aquí”, señalan desde Ciutat Meridiana

Visto lo que ha pasado con la mayor, Abdeltif no está dispuesto a pasar por lo mismo con el mediano. “Quiero un instituto más cerca de casa para los dos. Si no hay plaza en el Picasso [el del barrio], que nos den una en el IE Trinitat Nova o en Via Júlia, pero no en un centro de élite en el Tibidabo. Los niños a esa edad lo comparan todo, los móviles, las bambas… No quiero que mi hijo pase por eso. No lo voy a matricular en ese colegio", zanja este padre de familia. Este caso es tan extremo -las asignaciones de oficio no suelen ser a centros tan alejados- porque Abdeltif puso en primera opción un instituto en Mundet, al lado de su trabajo, mejor comunicado y donde van otros niños del barrio. Al haber pedido en primera opción un instituto no adscrito alejado del barrio, el Consorcio interpretó que quería salir de él y le asignó otro centro más alejado aún, pero en aquel extremo de la ciudad (esta vez, eso sí, alejado en todo, en kilómetros, en el perfil de su alumnado y en referentes). "En la preinscripción no pedía el Picasso, pero estudiariamos el caso, como estudiamos todas las alegaciones", responde el Consorcio.

"Los niños se adaptan rápido"

Desde el Consorcio de Educación de Barcelona –ente formado por la Generalitat y el ayuntamiento- reconocen que "en ocasiones" se producen situaciones como estas -han recibido 34 recursos a asignaciones de oficio de estas familias-, pero defienden el plan de choque y consideran que "los niños se adaptan rápido" y que "los resultados son muy positivos tanto para las familias vulnerables como para las de los centros receptores". A menudo, aseguran fuentes del Consorci, las familias acaban "agradeciendo el cambio", y argumentan con convicción los beneficios del plan de choque "para el conjunto del sistema". Este incluye la beca comedor y el pago de todas las actividades en "la escuela receptora", tengan el precio que tengan. Consorci, además, insiste en que el 85% de las familias vulnerables entran en un centro solicitado.

"Los niños a esa edad lo comparan todo, los móviles, las bambas… No quiero que mi hijo pase por eso", reflexiona Abdeltif

A ojos de la presidenta de la federación de familias de alumnos Affac, Belén Tascón, la esencia misma del plan de choque es "paternalista". "Les envían contra su voluntad a un instituto que no desean y encima se les dice que es por su propio bien, y aquí es donde entra el buenismo de la clase media. No les estás tratando igual mientras tienes una lista A y una lista B, con los alumnos vulnerables, que tienen menos opciones, ya que las plazas reservadas son limitadas", resume Tascón destacando que no solo se da esta situación en barrios como Ciutat Meridiana, sino que sucede en todas partes [de hecho, es el sentido del plan].

Eva y Sofía muestran las firmas de sus compañeros de la clase de los Ovnis.

Eva y Sofía muestran el álbum de recuerdo con las firmas de sus compañeros de la clase de los Ovnis. / JORDI OTIX

Lo mismo ocurre en enclaves nada estigmatizados de la ciudad como Gràcia, "donde el plan de choque en ocasiones también destruye las redes informales, comunitarias, que muchas veces sostienen a estas familias", añade Tascón.

Ejemplo de ello son Eva, Sofia y Dante, tres alumnos del CEIP Patronat Domènech de Gràcia. Por estar en la lista B -la de alumnos vulnerables "a repartir"-, se han encontrado -sin esperarlo, ya que por número de plazas daban por hecho que entraban todos- con que no pasarán al instituto Vila de Gràcia, como sí harán el resto de sus compañeros.

Madres y padres del centro se han rebelado contra esta medida del consorcio que consideran, en una carta firmada por todos ellos, que va en contra de la política educativa de continuidad en el paso de primaria a secundaria y de la política de protección de las personas vulnerables. Las familias piden que la administración revise las reclamaciones "con humanidad" y que "los centros tengan recursos suficientes para gestionar la complejidad".

"Además, el plan no acaba con la pobreza, solo los mueve de sitio. ¿Qué amigos podrán hacer estos niños con chavales con realidades tan distintas a la suya? Con el tiempo habrá que ver cuántos de estos casos no acaban en 'bullying' o abandono escolar", concluye Tascón.

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