Un año de la invasión

Audio | Una niña ucraniana cuenta cómo vivió la guerra: "Dormíamos en el bosque"

Ruslana Voloshuck vive en Amposta en casa de una familia de acogida donde antes de la guerra visitaba cada verano

Una niña ucraniana cuenta cómo vivió la guerra: "dormíamos en el bosque"

Una niña ucraniana cuenta cómo vivió la guerra: "dormíamos en el bosque". / El Periódico

Elisenda Colell

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“Ese día nos estábamos preparando para ir a la escuela. Papá se iba a trabajar a Chernóbil. Pero volvió. Y nos dijo: '¡venga rápido, empieza la guerra, empieza la guerra!'. Mamá estaba muy nerviosa, yo no sabía qué pasaba. Estábamos todos llorando preparando las maletas. Luego estuvimos sin luz ni agua ni internet ni nada. Detrás de casa caían aviones, helicópteros, había bombas… daba mucho miedo”. Ruslana Voloshcok descubrió qué es una guerra con tan solo nueve años. En la madrugada del 24 de febrero de 2022 estaba en Khocheva (Ucrania). Un día que paralizó centenares de vidas: madres que han tenido que escapar con sus hijos, enfermos que no pueden seguir sus tratamientos o viajeros que quedaron atrapados en Europa sin poder regresar a casa.

Ahora la niña está a salvo en Amposta (Montsià). Pero aún retumban los recuerdos de aquel marzo de terror, que explica con una crudeza y una fortaleza impensables, mientras todos los adultos la escuchan con lágrimas en los ojos. “Una noche cruzamos el río con una pistola de la guerra, y pasamos la noche en el bosque. Usábamos colchones y mantas para no pasar frío... Estuvimos allí durante dos semanas. Tenía tanto miedo, había tanto ruido… caían las bombas y hacía mucho calor", explica. Eso era la guerra: por la mañana jugaba con las muñecas con las amigas en la calle y por la noche dormía en el bosque para evitar las bombas”, resume.

Oksana, su hermana y sus dos hijas junto a Alfonso y Nanda, la familia de acogida, en Amposta, el pasado jueves.

Oksana, su hermana y sus dos hijas junto a Alfonso y Nanda, la familia de acogida, en Amposta, el pasado jueves. / JOAN REVILLAS

Esta niña de 10 años ahora está a salvo en Catalunya gracias a Nanda Ayxendri y Alfonso Serra, un matrimonio de Amposta con dos hijos adolescentes que desde hace tres años la acogían cada verano. A través de la asociación És Per Tu permitían que muchos niños que viven cerca de la central de Chernóbil pudieran descansar de la radiación. Ahora se libran de las bombas y la muerte. "Me llamó Ruslana llorando: había empezado la guerra y no sabíamos qué hacer. Pensamos en ir a buscarles pero no podían salir de casa porque los rusos habían volado un puente... Y luego perdimos el contacto durante mes y medio. Te puedes imaginar la angustia", sigue Nanda.

Donde comen cuatro comen 10

En ese piso del Monstià ahora conviven Ruslana, su madre Oksana, sus hermanas Miroslava (14 años) y Yasha (4), su tía Natalia y su prima Dariia, además de la familia de Nanda y Alfonso. La familia ucraniana aterrizó en Catalunya a mediados de abril, tras pasar antes por Ivanky y Kiev. “Yo sabía que aquí estaríamos perfectos”, afirma Ruslana. “De ser cuatro en este piso… éramos 10”, cuenta orgullosa Nanda. El despacho se transformó en una habitación con dos literas. “Del Gobierno no hemos recibido ni una ayuda económica pero los vecinos, las oenegés de aquí, el Ayuntamiento… se han volcado con nosotros”, cuenta Nanda. Entre algunos nombres cita Cáritas, Aute, Portant la Pau o la asociación de familias del colegio Agustí Barberá. Llegaron colchones, sábanas, ropa, comida... El despacho se transformó en una habitación con dos literas. La mesa del comedor se duplicó. En junio una concejala encontró un empleo para la madre de Ruslana en una lavandería. Y una familia del pueblo ofreció un piso para una parte de la familia.

De izquierda a derecha, Yasha Voloshcuk (4 años), Ruslana Voloshchuk (10 años) y Nanda Ayxendri, la madre de acogida.

De izquierda a derecha, Yasha Voloshcuk (4 años), Ruslana Voloshchuk (10 años) y Nanda Ayxendri, la madre de acogida. / JOAN REVILLAS

A mitad de la entrevista, la madre de Ruslana, Oksana, pide hacer una llamada. Es la hora del día en que el padre se pone en contacto con sus niñas. "Está en la guerra. Cuando llegamos a Ivanky se lo dijeron: 'No te vayas de Ucrania, tienes que ir a la guerra'", explica Ruslana. El padre saluda a todos los presentes y les explica que ya está mejor. "Hace unos días estaba en el hospital porque tuvo unas contusiones en la cabeza", sigue la niña. La madre explica que el padre es explorador y se encuentra en Bajmut, donde se está desarrollando la principal batalla de la guerra. "Os quiero mucho", les dice a su mujer y sus hijas. Les enseña los colchones en el suelo donde duermen los soldados, y se cuelan en el plano varias armas largas, algo a lo que las niñas están acostumbradas.

Secuelas psicológicas

“A mi me sorprende aún la fortaleza que tiene esta niña… es tan valiente. Y esta capacidad para ser felices con cualquier cosa”, admira Nanda. "Los primeros días en el cole eran más difíciles pero ahora ya tengo amigos, y las mates son más fáciles que en Ucrania", explica la niña, que está empezando a practicar gimnasia rítmica. Pero los efectos psicológicos aún permanecen. Sobre todo en la hermana más pequeña, de cuatro años, Yasha. Es incapaz de vivir a oscuras. “Un día se nos fue la luz y se puso a gritar: '¡Vuelve la guerra!'”, dice Nanda. Por eso le regalaron un peluche con luces de colores por Navidad con forma de unicornio. Los ruidos inesperados también les hacen temblar. “La noche de Sant Joan fue un calvario”, recuerda Nanda. "La hermana mayor también lo pasó muy mal, sobre todo al principio. Quería estar con su padre y no tenía amigos aquí... Pero después del verano ha ido mejorando", sigue la madre de acogida.

“Nanda es mi hermana y la segunda madre de mi hija: gracias a ella estamos a salvo”, agradece la madre de Ruslana. Se abrazan. Pero Nanda le responde con los ojos empañados. “Vosotros también nos habéis ayudado, vinisteis en el peor momento de nuestras vidas”. A Alfonso, el padre de acogida, le acaban de diagnosticar un cáncer en el pulmón. “Gracias a mis niñas tengo fuerza para seguir adelante, nos han dado una lección de vida impresionante”, agradece el hombre.

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