Concierto homenaje
El Palau de la Música responde con emoción a la pregunta de “¿quién era Núria Feliu?”
Un vivaz concierto rinde homenaje a la ‘cantatriz’ del barrio de Sants de Barcelona a través de adaptaciones sentidas por parte de voces como Serrat, Marina Rossell, Laura Simó, Joan Garriga o Els Catarres
Jordi Bianciotto
Jordi BianciottoPeriodista
La mención a Núria Feliu alienta imágenes de lo más diverso, de signo artístico, pero también sentimental y, por qué negarlo, político, pero el homenaje póstumo de este miércoles, cerca de dos años después de que nos dejara, vino a retirar la hojarasca y a realzar lo esencial. Se trataba de resolver “un rompecabezas”, advirtió Helena García Melero, conductora del evento junto a Òscar Dalmau (comisario de la exposición ‘Núria Feliu al Palau (Robert)’, en cartelera hasta el domingo) y de responder a la pregunta de “¿quién es Núria Feliu?”.
La “tieta de Catalunya”, gritó alguien desde la platea, o cierta “vecina de Sants”. Una “cantatriz”, añadió Dalmau. La “actriz que también cantaba”, y no poco, ya que cubrió en su vida un amplio espectro de registros, del jazz al cuplet, de la ‘cançó’ al musical. De todo ello se ocupó el concierto, empezando por el swing imprimido por una refinada ‘big band’ y por la voz de Laura Simó, con vistas a Charles Trenet. Eco de la ‘chanson’ al que acudió también Marina Rossell en ‘El clar país’, de Brel, con el piano de Antoni Ros-Marbà, quien un día sugirió a Feliu pasar una prueba para grabar en Edigsa. Otro maestro, Ricard Miralles, arropó a Serrat en una sensible incursión en ‘Sota un cirerer florit’, pieza de sus tiempos juveniles (el epé de 1966). La Feliu, recordó el trovador retirado (o casi), fue la primera voz que cantó un tema suyo.
La combinación de estilos fluyó, con la ‘big band’ como sustento vivaz también en el ‘medley’ de musicales y en las indispensables cuñas cupletistas: ‘El vestir d’en Pasqual’ por Els Catarres (en libre conjunción vocal) y ‘Les caramelles’ por la sobrina Mireia Feliu. Una cobla, la Ciutat de Girona, arropó a Joan Fortuny, de
la Dharma. Voces con carácter y oficio (Cris Juanico, Carme Canela), el trepidante tándem de acordeones de Joan Garriga y Carles Belda, parlamentos de Luis Cobos y del actor Dafnis Balduz, y el pulcro recitado de la ‘Cançó de Sants’ a cargo de Josep Cuní.
Y cerrando, ‘La santa espina’, con Enric Majó, el director artístico, recordando aquella noche de 1960 en el mismo Palau, que terminó con algún que otro encarcelamiento. Lo explicó desviando la vista hacia las alturas de la sala: allí, en un asiento discreto, estaba uno de aquellos purgados, el ‘expresident’ Jordi Pujol, que seguramente había asentido las palabras de García Melero al subrayar que Núria Feliu “llevaba el país en el corazón”.
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