Entender más

Cuando el Liceu fue la sala Bataclan

En 1893, un terrorista anarquista lanzó dos bombas sobre la platea del Gran Teatre barcelonés causando una veintena de muertos

El atentado sirvió para criminalizar y reprimir al movimiento anarquista, que no siempre fue violento

Atentado Liceu

Atentado Liceu

Xavier Carmaniu Mainadé

Xavier Carmaniu Mainadé

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En una semana empezará la tanda de galas de las academias de cine para premiar las mejores películas del año anterior. Los primeros galardones son los Premios Gaudí, que otorga la Academia de Cine Catalán. Las cintas con más nominaciones de la ceremonia que se celebrará el próximo domingo 22 de enero son la exitosa 'Alcarràs' de Carla Simón y la última obra de Isaki Lacuesta, 'Un año, una noche', que cuenta la historia de una pareja que estaba en el local Bataclan de París, el 13 de noviembre de 2015 para asistir al concierto de Eagles of Death Metal. Mientras la banda tocaba, un grupo de hombres armados irrumpieron en la sala y abrieron fuego contra los asistentes. El balance fue terrible: 90 asesinatos e incontables heridos.

El miedo a los atentados en los espacios concurridos es uno de los pánicos de nuestro tiempo, pero esto no significa que no hubiera sucedido antes. También un noviembre, pero de 1893, se inauguraba la temporada del Gran Teatre del Liceu. Por aquel entonces, era uno de los grandes acontecimientos en los que la burguesía barcelonesa tenía la oportunidad de lucirse. No se trataba sólo de asistir a una función lírica, sino de hacerse ver y compartir un espacio que entonces era símbolo del elitismo económico y social para dejar bien claro quién era el pobre y quién era el rico.

Bombas en la platea

La ópera escogida era 'Guillermo Tell'. El primer acto transcurrió sin incidentes, pero después del descanso, cuando apenas sonaban los primeros compases de la segunda parte un hombre, llamado Santiago Salvador, arrojó dos bombas 'orsini' a la platea. Solo estalló una, pero provocó una veintena de muertos y un número incontable de heridos. El hecho causó una enorme consternación en la sociedad de la época, que ya llevaba un tiempo empezando a ver con inquietud las posturas violentas de un sector del anarquismo.

Salvador fue detenido en Zaragoza pocos días después del crimen. Durante el juicio afirmó que había cometido el atentado para vengar la ejecución de Paulí Pallàs, otro anarquista, autor de diversas acciones terroristas en Barcelona, que finalmente había sido apresado y ajusticiado un mes antes del atentado del Liceu.

Además de la detención de Salvador, la policía aprovechó la situación para iniciar una represión indiscriminada contra el movimiento anarquista, que tan arraigado estaba en la Catalunya obrera de finales de siglo. Pocos meses después, Santiago Salvador, y otros 6 obreros que no tenían nada que ver, fueron juzgados y condenados a muerte, acusados de ser los responsables del atentado del 7 de noviembre.

Solo estalló una de las bombas lanzadas a la platea, pero provocó una veintena de muertos y un número incontable de heridos. El hecho causó una enorme consternación en la sociedad de la época

Asociado a la violencia

Tanto ese atentado como otros que hubo en Barcelona, hicieron que el anarquismo quedara asociado a la violencia y el terrorismo. Pero esto es un cliché. Tal y como nos explica el historiador Xavier Diez en el podcast de El Tren de la Historia, ese movimiento ideológico es tan complejo y diverso que va desde los sectores más violentos hasta el anarquismo individualista, que defiende el libre albedrío de cada uno como máximo exponente de la libertad.

Diez señala además que este movimiento siempre ha sido perseguido y criminalizado por el poder político con el objetivo de debilitarlo. Se intentó después del atentado del Liceu, y también sucedería posteriormente. Por ejemplo, a raíz de la Semana Trágica de 1909, cuando estalló una revuelta para protestar contra la movilización de los reservistas enviados a la guerra de Marruecos, y se acabó fusilando al pedagogo Francesc Ferrer Guardia, aunque no estaba en la ciudad durante los disturbios.

Años de pistolerismo

Luego vinieron los años de pistolerismo y la capital catalana se convirtió en un campo de batalla con enfrentamientos armados constantes entre policías y anarquistas. La violencia en las calles sirvió a Primo de Rivera para justificar el golpe de estado militar y la dictadura que duró desde 1923 hasta 1930.

Durante la posterior Segunda República y la guerra civil, el anarquismo resurgió de nuevo pero la dictadura franquista lo eliminó con una represión durísima. Después, durante la Transición, los intentos de reavivar el movimiento fracasaron, en parte por una nueva criminalización del anarquismo, al que se atribuyeron atentados de autoría poco clara como el de la sala de fiestas Scala en enero de 1978.

Por cierto, después del atentado de 1893, el Liceu volvió a abrir sus puertas el 18 de enero de 1894 y, tal y como nos explica en el podcast la doctora en filología catalana Gemma Bartolí, continuó siendo un espacio clave de la burguesía barcelonesa por que por mucho que los terroristas (los de antes y los de ahora) pretendan atemorizar a la sociedad, la vida siempre vuelve.