EL FUTURO DE UNA ZONA AGRÍCOLA CLAVE

El cultivo familiar del Baix Llobregat cede el paso a las empresas agrarias

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
EL PRAT DE LLOBREGAT

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Cuando Sheldon Adelson se marchó con lo suyo a otra parte en el 2012, el Baix Llobregat se quedó algo entumecido. Por un lado hubo un cierto alivio, porque aquellas 200 hectáreas y 17.000 millones sonaban a locura para un entorno de hortalizas, arados, cultivos y payeses. La crisis golpeaba fuerte, y los propios moradores del campo compartían con este diario sus temores y sus esperanzas, los pros y los contras. "Nos quedamos por respeto a nuestros abuelos, pero nuestros nietos..., eso ya es otra cosa, no tenemos tan claro que haya trabajo para ellos", coincidían. Han pasado tres años, y el parque agrario está experimentando un cambio en el modelo de explotación: de las tierras familiares, a una creciente concentración de cultivos en manos de empresarios agrícolas. Se explica por el reparto de los gastos, por las costosas máquinas, por los cortos márgenes que granjea un negocio plagado de intermediarios.

Un estudio de la Universitat Autònoma de Barcelona calculaba en el 2011 que en el parque agrario había cinco grandes empresas que explotaban cerca 50 hectáreas cada una, y unas 150 o 200 explotaciones de 10 hectáreas cada una. El resto del terreno cultivable se lo repartían pequeños agricultores, sin olvidar los cerca de 1.000 huertos lúdicos que esta misma investigación estimó que ocupaban 250 hectáreas. Han pasado cuatro años y los que conocen el terreno hablan más desde la sensación y el boca a boca que desde las estadísticas, de difícil actualización porque la cifra de propietarios es voluble, y lo que ahora se hace es básicamente arrendar la tierra.

"Jóvenes idealistas"

Lluís Parés es el responsable de política territorial de Unió de Pagesos en el Baix Llobregat. Trabajó durante años las tierras que antes fueron de su padre, una tradición que ahora, lamenta, ya no es tan habitual. "Se está produciendo una concentración de tierras, es así y es una situación preocupante. Cada vez habrá más hectáreas controladas por menos manos porque está desapareciendo el payés de la explotación familiar en favor de la empresa agraria". Aunque hay excepciones, aplaude, como los "jóvenes idealistas" que creen en el cultivo de proximidad, en la venta directa que realizan gracias a internet. Es el caso de Olivier, cuya historia se explica bajo estás líneas.

La agricultura es una actividad económica como cualquier otra. Esto, sin embargo, nunca se vivió como una profesión, sino como una vocación, un legado, una manera de continuar con un linaje. Francisco Bravo tiene 69 años y llegó a Barcelona con 43 pesetas en el bolsillo. Hoy posee cinco hectáreas en el Baix Llobregat y el producto lo distribuye a través de las tienda que sus hijos gestionan en mercados del área metropolitana. Dice que estas tierras "son muy buenas", que se puede cultivar de todo "porque un mercado potencial tan grande lo admite todo». Pero advierte sobre la competencia, sin duda una de las razones que abocan la región a una mayor tecnificación del trabajo. Cuenta que la cercanía ya no garantiza nada, porque puede llegar producto de Murcia o incluso Holanda a un precio más bajo que el suyo. "Creo que lo que está pasando es una evolución lógica. Quedarán pequeños payeses, pero cada vez habrá mayor concentración porque es quizás la única manera de asegurar que esto tenga futuro".

Más allá de Mercabarna

Parés aconseja al modelo familiar buscar «otras vías de venta» al margen de Mercabarna, donde hay escaso margen para el romanticismo. "El agricultor que quiera ir ahí necesita una cierta potencia. Antes vendíamos directamente en mercados municipales, pero eso está extinguido. Y quizás esa comodidad haya sido parte de nuestra desgracia, porque colocar el producto era relativamente fácil. Ahora, en cambio, muchos payeses se encuentran que su oferta está desfasada si la comparan con la que llega desde otras regiones o países. Quizás la única salida sea el consumo de proximidad, pero eso también requiere darse a conocer, lograr que la gente del Baix Llobregat y el resto del área metropolitana considere como algo positivo y diferencial consumir las hortalizas de aquí".

Raimon Roda, gerente del parque agrario, confirma que hay personas que están "ampliando sus explotaciones" porque es el modo de conseguir que la producción sea rentable. También desde el órgano gestor han notado una "sustitución de cultivos", pues se ven más zonas de cereales que hace unos años, una explotación "relativamente más fácil, que no requiere una gran inversión".

Roda, sin embargo, destaca del mismo modo la aparición de pequeñas explotaciones, de jóvenes que "empiezan a ver un futuro en el campo". Un futuro de dos direcciones para el Baix Llobregat: el empresario agrícola que mira a Mercabarna, y el pequeño cultivo que mira el día a día.