Aniversario

El Pacte del Tinell que alumbró el primer 'tripartit' cumple 20 años sin herederos ni mentores

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PSC y Junts hurgan en la minoría de Aragonès: "¿Hasta cuándo piensa aguantar esta agonía?"

Pasqual Maragall, Josep-Lluís Carod-Rovira y Joan Saura, hace 20 años, cuando firmaron el 'Pacte del Tinell'

Pasqual Maragall, Josep-Lluís Carod-Rovira y Joan Saura, hace 20 años, cuando firmaron el 'Pacte del Tinell' / JULIO CARBÓ

Sara González

Sara González

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Se ponía fin a 23 años de pujolismo. Catalunya estrenaba un Govern de izquierdas y, por primera vez, de coalición. El momento era, sin duda, histórico. Conscientes de esa trascendencia, la emoción de sus protagonistas al firmar era palpable para desazón de la extinta CiU, que vivió el momento con la sensación de que, como verbalizó Marta Ferrusola, le habían "entrado a robar en casa", y un PP que se movilizó y no dio tregua para derribarlo por todas las vías, también la de los tribunales. El 'Pacte del Tinell', la alianza que sellaron Pasqual Maragall, Josep-Lluís Carod-Rovira y Joan Saura, cumple este jueves dos décadas, una fotografía que envejeció rápido, que quedó en lo que pudo ser y no fue.

Una "oda inacabada", como la bautizó el propio expresident en sus memorias, a lomos de un 'Dragon Khan' que se quedó pequeño comparado con lo que vino después y que hoy no tiene ni herederos ni mentores en la primera línea de la política. La conmemoración que ha organizado este jueves la Fundació Catalunya Europa, garante del legado de Maragall y dirigida por su hija Airy Maragall Garrigosa, ha puesto su empeño, de la mano de analistas, en mantener viva la esencia de ese pacto bautizado con el nombre del salón en el que se selló y en reivindicar que dejó más huella de la que a menudo se reconoce. A la espera, eso sí, de que haya quien recoja el guante de esa "mirada larga y ambiciosa" de su padre.

Marcado antes de nacer

Nada pudieron hacer el PSC, ERC e ICV-EUiA para que su pacto se consolidara en el imaginario político, incluso antes de nacer, como el 'tripartit', un nombre que remetía directamente a una suerte de galimatías, un pacto condenado a la inestabilidad. Las hostilidades externas eran evidentes. "Lo que nadie imaginaba entonces era que el fuego amigo sería el peor", relata Jordi Mercader, director de comunicación de la Generalitat bajo la presidencia de Maragall.

Porque a los vaivenes entre los tres partidos, con episodios como la reunión de Carod-Rovira con ETA sin aviso previo al 'president', se sumó el muro del PSOE a la concepción del Estatut como primer paso de una reforma constitucional con tintes federales, el pacto de José Luis Rodríguez Zapatero con Artur Mas y, más tarde, remataría el PP con su recurso al Tribunal Constitucional y la sentencia, que llegaría ya durante la reedición de la alianza con José Montilla como presidente. Sin embargo, ese Govern no perdió nunca una votación en el Parlament, cosa que no pueden decir los que les sucedieron. ,

Ninguno de los protagonistas del Tinell -Pasqual Maragall está apartado desde hace años de la política por Alzheimer- están hoy celebrando el aniversario de su acuerdo, aunque algunos de sus exconsellers sí se han involucrado en la conmemoración Desde Saura hasta Ernest Maragall, Montserrat Tura, Antoni Castells, Salvador Milà, Francesc Baltasar, Carme Figueras, Joan Manuel Tresserras, Xavier Vendrell y Josep Maria Vallès. Pese a haber enviado a representantes, tampoco sus formaciones políticas, que se vieron superadas por la demonización de esa entente, presumen, 20 años después, de haber esbozado aquellas políticas 'del canvi' que tocarían hueso a la hora de reclamar una bilateralidad con el Estado y que en la época de Montilla chocarían de frente con la crisis de 2008 y la receta de la austeridad que fue doctrina en Europa.

Un "regusto amargo"

"No se entiende mi gobierno sin el 'del canvi' de 2003. Quedó claro que se podía profundizar en el autogobierno y que eso era compatible con gestionar e impulsar mejoras de las políticas sociales", defiende José Montilla, que reconoce que se perseguía una "utopía" y eso hace que siempre queden "cosas pendientes que no se pudieron hacer". Que hubiera un segundo 'tripartit', incluso en contra de la voluntad del PSOE, que promovía la sociovergencia, desmiente, según el expresident, la "sucursalización" del PSC que a menudo señalan desde al soberanismo.

Autogobierno y calidad democrática, impulso económico con una mejora de la financiación, derechos sociales y culturales y una política territorial y ambiental son las cuatro carpetas del proyecto que ese 14 de diciembre ondearon como carta de presentación de cambios estructurales de gran alcance en el terreno conceptual que toparon con una realidad reticente y plagada de inclemencias dentro y fuera del Palau de la Generalitat. Aun así, para Montilla la obra de los tripartitos está en pie en forma de infraestructuras para gestionar la sequía, escuelas, cárceles u hospitales. "Nunca antes se construyeron tantas", apostilla. Pese a todo, considera que el recuerdo que quedó fue desfigurado. "Incluso haciendo obra de Govern, si las circunstancias son adversas y tienes tantos enemigos en la opinión pública, el regusto que queda es amargo", afirma.

Una idea "sin padre"

Sin Maragall al frente, asegura Mercader, la idea se quedó "sin padre", pero también sin padrinos porque ellos mismos "se creyeron la propaganda adversa". Montilla avisaría después del "desapego", que acabó desbocado con el auge independentista y los gobiernos de CiU primero, y de la posconvergencia y los republicanos después, en paralelo a una Moncloa gobernada por el PP. Se impondría en el Parlament la política de bloques y la línea roja de ERC y Junts a los pactos con el PSC, mientras que solo los Comuns -sucesores de la extinta ICV- se quedarían aguantando el palo de esa vela cuya llama se quedó muy pronto sin oxígeno.

Pero el divorcio en el independentismo, y más ahora que es vital para que Pedro Sánchez continúe en la Moncloa gobernando con Sumar, vuelve a abrir la baraja. Hay unas elecciones catalanas en el horizonte en el plazo de un año y de la mano de Salvador Illa los socialistas pactan a izquierda y a derecha mientras el president Pere Aragonès constata cómo se ha hecho añicos el acuerdo con Junts y la CUP con el que arrancó esta legislatura. En la conmemoración de estos 20 años estaban Illa y Jéssica Albiach de entre los líderes contemporáneos, además de las conselleres Anna Simó, que estuvo al frente de Benestar Social en el Govern de Maragall, y Gemma Ubasart -una de las autoras del libro 'Maragall i el Govern de la Generalitat: les polítiques del canvi', publicado hace dos años-.

Mandará la aritmética

No obstante, el tripartito sigue agitándose como si de un fantasma se tratara por sus detractores, mientras que los complejos siguen asediando a buena parte de sus herederos naturales. "Probablemente nos quedamos todos en cómo acabó y se sepultaron logros que hoy perduran", sostiene Montilla, que defiende que el PSC sí continúa reivindicando el 'tripartit'. Pero la realidad es que ni republicanos ni socialistas reniegan de alcanzar futuros pactos de gobierno con el partido de Carles Puigdemont, pese a que hay quien empiece a desempolvar esa foto del Tinell ya casi de color sepia a sabiendas de que, esta vez, el motor puede ser más aritmético que ideológico. "La política de alianzas se decidirá con la correlación de fuerzas sobre la mesa", resume el expresident.

Para los socalistas, ERC "ya no es la misma" de entonces. Para los republicanos, también el PSC ha mutado y, prueba de ello, suelen presumir, es que dirigentes del ala más catalanista saltaron del partido durante el 'procés' para acabar enrolándose en sus filas. Los unos y los otros también coinciden en apuntar que tampoco los Comuns pueden equipararse a lo que representaba en aquel momento ICV. Lo que se da por seguro es que el Tinell abrió la alternancia en Catalunya hasta el punto de ser hoy casi imposible de imaginar un gobierno monocolor por mucho que Aragonès trampee en minoría su último año de mandato.

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