Novedad editorial
Examen a la "oda inacabada" de Pasqual Maragall
Un libro repasa las luces y las sombras del primer tripartito casi dos décadas después de su llegada al poder
Daniel G. Sastre
Periodista
Periodista. Profesor asociado en la UB.
La palabra "tripartito" entró a formar parte con fuerza del universo político catalán en diciembre de 2003. Fue entonces cuando, tras ganar las elecciones en votos -aunque no en diputados- y apoyado en una ERC que había obtenido un crecimiento espectacular, además de en ICV, Pasqual Maragall se convirtió en 'president' poniendo fin a 23 años de gobiernos de Jordi Pujol. ¿Qué queda de aquella experiencia, que se prolongó durante tres años y tuvo un epílogo en el mandato de José Montilla, casi dos décadas después?
Es la pregunta que se ha hecho un grupo que engloba a politólogos, economistas, geógrafos e historiadores que, en una edición coordinada por Josep M. Muñoz, publican estos días 'Maragall i el Govern de la Generalitat: les polítiques del canvi' (RBA). En realidad, el libro puede interpretarse como una segunda parte del volumen que la Fundació Catalunya Europa publicó hace cuatro años bajo el título de 'Pasqual Maragall. Pensament i acció'.
El libro constituye un repaso exhaustivo a la obra de gobierno de Maragall, tan marcada por las vicisitudes internas -a las desavenencias casi diarias entre PSC, ERC e ICV se les puso nombre de atracción vertiginosa: el Dragon Khan- y por los ataques externos a una fórmula que desde el principio fue considerada desde algunos sectores como un "artefacto inestable".
Los autores se dividen el trabajo en cuatro frentes: autogobierno y calidad democrática (del que se encarga la politóloga Gemma Ubasart); impulso económico, acuerdo estratégico y financiación (a cargo de Carles Rivera, economista); los derechos sociales y culturales (obra de Júlia Miralles-de-Imperial, politóloga); y las políticas territoriales, urbanas y medioambientales (a cargo del geógrafo Joan Vicente Rufí).
Regusto amargo
El balance del libro es de regusto amargo, seguramente compartido por la mayoría de ciudadanos de izquierdas que en 2003 apoyaron con entusiasmo aquel giro de timón tras 23 años de gobiernos de CiU. La sensación es que, en la mayoría de las áreas, el Ejecutivo presidido por Pasqual Maragall sí se marcó unos objetivos ambiciosos y rompedores, pero -por falta de tiempo y por otras circunstancias- en general no pudo llevarlos a cabo. Como si levantara una carcasa o un esqueleto que luego quedó desnudo.
"Las aspiraciones eran muy ambiciosas: no se pretendía un cambio de sillas sino un cambio de ciclo. Y eso coincide además con unas transformaciones políticas y culturales más de fondo. Hay un agotamiento de la formula pujolista, pero también un desgaste de los llamados consensos de la transición, y también coincide con la irrupción de la globalización. La propuesta de Maragall quería hacer frente a todos esos desafíos, pero seguramente falló más en el corto plazo, en las cuestiones cotidianas. Se consiguió más de lo que se ha dicho y seguramente menos de lo que querían sus protagonistas", afirma Ubasart, una de las autoras del volumen.
El propio Maragall habló en su momento de su mandato como de una "oda inacabada", que dejó a medias "el cambio de ideas y de personas que Catalunya anhelaba desde hacía tiempo, y del que ya era hora". Es cierto que, como subraya el libro, el primer tripartito tuvo una especie de segunda parte con el Govern presidido por Montilla desde 2006 hasta 2010, y que en general sirvió para seguir haciendo camino sobre las pautas marcadas por el primero, pero también lo es que la gran crisis económica de 2008 condicionó decisivamente sus políticas.
Ubasart cree que, si se volviera a repetir la experiencia de un gobierno de coalición de las izquierdas en Catalunya, debería recuperar "la mirada estratégica y el proyecto de políticas públicas" del tripartito de Maragall. "La comisión bilateral de infraestructuras que se reunió el viernes en Madrid no tendría más trabajo que coger el pacto del Tinell y ejecutar lo que se dice allí", resume.
En definitiva, Maragall tuvo la ambición de "llegar a reformular el tablero de juego español", como sostiene Muñoz, y ese era un punto de partida muy alejado del 'peix al cove' pujolista. Quizás por eso, por olvidar el consejo de Vicens Vives -"hay que tener en cuenta la impotencia coercitiva de Catalunya antes de emprender acciones redentoras"-, su Estatut se dio de bruces con la escasa tradición federal del sistema político español, con el recurso del PP y, finalmente, con la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010. Y justo después empezó la década del 'procés'.
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