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Las siete vidas políticas de Miquel Iceta

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El embajador de España ante la Unesco y exministro de Cultura, Miquel Iceta

El embajador de España ante la Unesco y exministro de Cultura, Miquel Iceta / DAVID CASTRO

Sara González

Sara González

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Concejal en Cornellà, 'fontanero' de la Moncloa, diputado en el Congreso, portavoz en la época del tripartito durante la negociación del Estatut, peso pesado durante 30 años en la dirección del PSC -siete de ellos como líder del partido en los momentos álgidos del 'procés'-, más de dos décadas como diputado en el Parlament, presidente de la Fundació Campalans, ministro y, ahora, embajador de España ante la Unesco. Casi cuatro décadas de trayectoria política dan para que Miquel Iceta (Barcelona, 1960) pueda presumir de tener más vidas políticas que un gato, animal por el que tiene auténtica devoción.

"Esto de la política es como los caballitos de la feria: a veces te toca ir en el coche de bomberos y otras veces en el del cerdito. Pero lo importante es no bajarse", decía en 2014 uno de sus estrechos colaboradores cuando Iceta tomó las riendas de ese PSC en horas bajas. A estas alturas, Iceta ha dado muchas vueltas y sigue montado en ese carrusel. A continuación, las siete vidas políticas de un dirigente que ha sabido moverse hábilmente a las duras y a las maduras con oratoria punzante y aportación intelectual, que fue el barón más fiel a Pedro Sánchez durante el pulso con los que lo desbancaron del liderazgo del PSOE y a quien los independentistas frustraron en 2019 otro capítulo en su currículum: el de ser presidente del Senado.

De concejal de Cornellà a 'fontanero' de Moncloa

Iceta dio sus primeros pasos políticos en el Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván e ingresó en las juventudes de la formación y en el PSC en 1978. Siempre explica que, justo antes, a los 17 años, quedó seducido por el discurso de un dirigente de Londres en un 'speech corner'. Su primer cargo fue el de concejal en el Ayuntamiento de Cornellà de Llobregat entre 1987 y 1991 y, de allí, dio el salto a la trastienda de la Moncloa como director de análisis y subdirector de presidencia durante los últimos cinco años del Gobierno de Felipe González. Allí no solo se fogueó bajo el cobijo del expresidente y de dirigentes como Narcís Serra, sino que consolidó vínculos en las entrañas de Ferraz que explican su longevidad política.

La terna con Montilla y Zaragoza durante el tripartito

Iceta lleva 30 años en la dirección del PSC. Se involucró en la revuelta de los 'capitanes' metropolitanos que provocó que el ala más catalanista perdiera el control de la dirección del partido en el congreso de Sitges de 1994 y se consolidó como número dos de los socialistas catalanes cuando José Montilla tomó las riendas. Con él y con José Zaragoza al frente del área de organización, comandaron con mano de hierro la formación en el momento en el que alcanzó mayores cotas de poder gobernando la Generalitat con los dos tripartitos con ERC e ICV entre 2003 y 2010. Fue este mismo tridente el que tuvo que gestionar el hundimiento cuando cayeron del Govern y el partido entró en declive.

Negociador del Estatut y dos décadas en el Parlament

El papel de Iceta no solo se ceñía a las bambalinas del partido en la calle Nicaragua, sino que fue determinante en negociaciones de alto calado, como la del Estatut o la reforma de la financiación, no exentas, precisamente, de tensiones con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y los barones del PSOE. Durante un breve espacio de tiempo (1996-1999) fue diputado en el Congreso, pero es en el Parlament donde ha ejercido durante más de dos décadas como parlamentario, la mayoría de ellos en la oposición, y en épocas que van desde el último mandato de Jordi Pujol a las presidencias de Carles Puigdemont y Quim Torra, desde el PSC liderado por Serra al de Pasqual Maragall, Montilla y Pere Navarro, del que acabó siendo sucesor.

El falso retiro y la propuesta federal

En las retinas de los presentes siempre quedará, como imagen del inicio de la caída libre en la que entró el PSC en 2010, el huevo que un exaltado estampó en la cabeza de Iceta la misma noche en que perdieron el Govern mientras Artur Mas ponía fin a su travesía por el desierto. Con la retirada de Montilla, los 'capitanes' auparon a Pere Navarro, mientras Iceta fue designado presidente de la Fundació Campalans, el laboratorio de ideas del partido, lo que parecía su retirada de la primera línea de la política. Siguiendo la teoría del carrusel, y mientras el PSC se enzarzaba en la defensa del derecho a decidir "legal y acordado" en los albores del 'procés' a la par que el PSOE había perdido la Moncloa, Iceta se dedicó a elaborar la propuesta federal con la que el socialismo catalán y el estatal -entonces con Rubalcaba al frente- sellaron la paz en la Declaración de Granada de 2013.

Siete años al frente del partido durante el 'procés'

Pero a Iceta aún le quedaban más vueltas en el tiovivo de la política. "Aquí estoy para lo que haga falta", dijo ante la súbita renuncia de Navarro en 2014. Tras años en caída libre electoral y diáspora del sector soberanista, la alcaldesa de Santa Coloma, Núria Parlon, estuvo a punto de dar el paso, pero finalmente se echó atrás. Así que ahí estaba Iceta, bisturí en mano, con la promesa de sacar al partido de la UCI desterrando por completo la defensa de un referéndum. Pronosticó entonces que, por muchas veces que el PSC se encontrara "su esquela publicada en los periódicos" mientras crecían Podemos y Ciutadans, habría partidos que "desaparecerían mucho antes".

Con él como candidato, el PSC se compactó y estabilizó, pero no logró ir más allá de los 17 diputados en 2017, cuando le tocó lidiar con los momentos más convulsos del 'procés'. Intentó que, tras el 1-O, Puigdemont convocara elecciones para evitar la aplicación del 155, y pese a que fue el primero en hablar de indultos -hecho que pisó muchos callos en el PSOE entonces-, los independentistas no le perdonaron que se sumara a las manifestaciones con PP y Ciutadans y defendiera la suspensión del autogobierno.

De la vía frustrada para presidir el Senado a ministro de Política Territorial

Eso explica por qué Iceta no llegó a ser nunca presidente del Senado, como pretendía Pedro Sánchez. Con él como 'primer secretari', los socialistas catalanes se convirtieron en los principales escuderos del líder del PSOE incluso cuando fue defenestrado de Ferraz por negarse a facilitar la investidura de Mariano Rajoy en 2016. El PSC rompió la disciplina de voto en el Congreso y se mantuvo fiel a Sánchez, que cuando resurgió de sus cenizas y se convirtió en presidente tras la moción de censura de 2018, buscó la manera de premiar a Iceta.

Pero Junts y ERC votaron en contra de que fuera designado senador y frustraron el plan para que llevara el mando de la Cámara alta. Sin embargo, la gratitud que sentía Sánchez hacia Iceta no era suficiente como para renunciar a dar un golpe de timón para intentar catapultar el PSC en Catalunya, cosa que hizo cuando a finales de 2020 se anunció un intercambio de papeles: el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, sería el candidato, e Iceta se estrenaría, ahora sí, en la primera línea del Gobierno como ministro de Política Territorial.

El salto a Cultura y, ahora, embajador ante la Unesco

Poco duró al frente de ese primer ministerio; en concreto, seis meses, cuando Sánchez remodeló el Gobierno y lo resituó en Cultura. Desde la atalaya de la Moncloa vería cómo se cumplía la profecía de que el PSC seguiría dando guerra mientras otros partidos, como Ciutadans, se estrellaban. Eso sí, con Illa al frente, con quien los socialistas han ganado todas las elecciones desde 2021 pese a tener aún pendiente el reto de volver a la Generalitat. Iceta sigue en la dirección del partido como presidente y, después de tres años como ministro, ahora sale del Gobierno. Pero, fiel a la letra de ese 'Don't stop me now' de Freddy Mercury que bailó desacomplejadamente en la campaña de 2015, su carrera entra en una nueva dimensión, ahora lejos de los fogones del día a día, pero con un alto cargo como embajador de España ante la Unesco.

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