De la financiación a la sequía: los debates del 'preprocés' se imponen en el Parlament

PSC y Comuns ponen al Govern entre la espada y la pared por el Hard Rock

La peor sequía del siglo: Catalunya se debería inundar medio metro para revertirla

Aragonès se da tres meses para llevar ante Sánchez una propuesta de financiación "singular"

El Govern admite tras el fiasco de Pisa que hay que volver a "lo básico" y "enseñar a leer" a los niños

¿Cómo será el traspaso de Rodalies a Catalunya?

El president Pere Aragonès y la consellera Laura Vilagrà, entrando en el hemiciclo del Parlament

El president Pere Aragonès y la consellera Laura Vilagrà, entrando en el hemiciclo del Parlament / ELISENDA PONS

Sara González

Sara González

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Tras una década de vorágine a lomos del conflicto territorial con la autodeterminación en el epicentro del debate, se ha abierto lo que el president Pere Aragonès define como una "nueva etapa". No es que la reivindicación del referéndum haya caído de la agenda, pero con la desjudicialización del 'procés' encauzada -a expensas siempre de lo que determinen los tribunales-, la ruptura de bloques y un independentismo dividido que busca cómo recuperar fuelle, pierde protagonismo porque hay carpetas pendientes que caen a plomo. Algunas son sobrevenidas o fruto de inclemencias que azotan al Govern mientras la oposición se frota las manos. Otras, se reabren porque la coyuntura facilita que se afronte su negociación tras años fuera de órbita. Pero ninguna de ellas son una novedad, sino que se trata de asuntos que quedaron en el limbo antes de que la sentencia del Estatut y el 'no' de la Moncloa al pacto fiscal prendieran una mecha que marcó un punto de inflexión en la política catalana, que ahora vuelve en el Parlament a los derroteros del 'preprocés'.

La patata caliente de la financiación

Con la financiación empezó todo. Fue con el portazo que dio el Gobierno de Mariano Rajoy al concierto económico que reclamó Artur Mas cuando el conflicto escaló y el independentismo creció hasta cotas inéditas. Ahora, es Pere Aragonès quien, más de una década después, retoma esa exigencia aprovechando que el Gobierno de Pedro Sánchez depende de los votos de ERC y Junts. Falta poco más de un año para que expire la legislatura catalana, así que el Govern se ha fijado como objetivo poner sobre la mesa de la Moncloa una propuesta de financiación "singular" en un plazo de tres meses. La reclamación de los independentistas -también de Junts- es que la Generalitat recaude el 100% de los impuestos, exigencia que no comparten los socialistas. El PSOE sí que pretende que en este mandato se renueve el modelo de financiación, caducado desde 2014, una caja de los truenos que no solo supone un enfrentamiento con los independentistas y los barones del PP, sino también entre los líderes autonómicos del propio partido de Sánchez.

La emergencia de la sequía

"La sequía puede acabar ahogando al Govern de Aragonès", aseguran dirigentes de la oposición. A las puertas de que la Generalitat decrete la fase de emergencia, las imágenes de 2008 de barcos cargados de agua llegando al puerto de Barcelona podría repetirse 15 años después. El ejecutivo en minoría de los republicanos se arremanga para sofocar un escenario de restricciones de agua ante la peor sequía del siglo, mientras la oposición aprovecha para apretar las tuercas señalando que no se hace lo suficiente. "No ha estado por lo que había que estar", suele decir el jefe de la oposición, Salvador Illa, en alusión a cómo el 'procés' ha acaparado la agenda de los últimos gobiernos mientras no se han construido más infraestructuras de regeneración y desalinización que podrían haber mitigado la escasez actual. La crisis del agua arde en estos momentos en el Parlament, en el Palau de la Generalitat y en los ayuntamientos.

Los trenes e infraestructuras encalladas

Más allá de la amnistía, el otro gran hito de las negociaciones de la investidura es el traspaso de Rodalies que Aragonès ha acordado con el PSOE tras dos décadas de disputa por la desinversión y el caos del servicio ferroviario en Catalunya. Hay todavía mucha tela por cortar con este asunto por la complejidad que supone la transferencia de los trenes, vías, personal y recursos, así como el hecho de que Renfe deje de ser la operadora. También el eterno debate sobre la ampliación o no del aeropuerto del Prat ha vuelto a la palestra, así como el proyecto del Hard Rock, que se arrastra también desde el mandato de Artur Mas, y la construcción de la Ronda Nord entre Sabadell y Terrassa, una pugna que se remonta a 30 años atrás. Tres cuestiones, estas últimas, que incomodan a ERC, que son caballo de batalla tanto del PSC como de Junts y que marcarán de nuevo la negociación de los presupuestos de la Generalitat de 2024, que el Govern considera el pasaje definitivo para agotar mandato.

La crisis educativa

Si con la sequía no tenía suficiente, otra urgencia se abre paso en la gestión del Govern: el rendimiento del sistema educativo. Los resultados del informe PISA, los peores que ha obtenido jamás Catalunya, han caído como una jarra de agua fría en el Executiu. Volver "a lo básico" y a "enseñar a leer" al alumnado es la máxima que se impone en una conselleria de Educació que se ha visto obligada a corregir unas polémicas declaraciones en las que atribuía los malos datos a la "sobrerrepresentación del alumnado migrante en la muestra", una afirmación que tuvo que reconocer después que no era cierta. Ese fue el mismo argumento que dio la exconsellera Irene Rigau para explicar la tendencia a la baja que ese mismo informe apuntaba sobre el nivel de hace una década. A Aragonès se le exige ahora medidas urgentes para parar el golpe en un mandato en que la comunidad educativa ha estado en pie de guerra constante contra los cambios impulsados desde la conselleria pese al aumento de personal y recursos y que arrancó con la aprobación de una ley para blindar el catalán como lengua vehicular para intentar frenar los porcentajes de castellano impuestos por la vía de los tribunales.

La abolición de los 'correbous'

Trece años después de haber prohibido los toros, se ha reabierto el melón de los 'correbous' de la mano de los Comuns y de la CUP. La propuesta de abolir las modalidades más agresivas avanza en el Parlament y lo ha hecho rompiendo la unidad de voto tanto en ERC como en Junts, pero habrá que ver si esta cuestión sujeta ahora el laberinto de la tramitación parlamentaria se vota de forma definitiva antes de que acabe la legislatura. En caso contrario, decaería. El resurgir de debates como este es un síntoma más de cómo hay carpetas que quedaron sepultadas por la polvareda del 'procés' y que ahora, más de una década después y dando por descontado que no hay un referéndum a la vuelta de la esquina, hay quienes, sea por urgencia o por oportunidad, buscan coger el toro por los cuernos.

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