Negociaciones tras el 23-J
Junts teme un 'tamayazo' si la amnistía se vota en el Congreso tras la investidura
La ANC exige "independencia o elecciones" y anuncia que concurrirá a las próximas catalanas
La tramitación parlamentaria de la amnistía complica la negociación del PSOE con Junts
La fiscalía solicita a Llarena que reactive la euroorden contra Lluís Puig, pese a la negociación de investidura

Miriam Nogueras sonríe al escuchar a la presidenta del Congreso que se pueden utilizar las distintas lenguas en en Hemiciclo / David Castro


Fidel Masreal
Fidel MasrealPeriodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM - El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Desconfianza y prisas son dos conceptos escasamente compatibles, en la vida. Y en la vida política, menos. Pero en el caso de las negociaciones entre el PSOE y Junts para la eventual investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, el encaje de bolillos obligará a forzar las costuras. Trasladado a los hechos: el PSOE ya ha advertido al partido del 'expresident' Carles Puigdemont de que no hay tiempo para aprobar la ley de amnistía (con este u otro nombre) antes de la votación de investidura. La respuesta de Junts es que eso les obliga a confiar en los socialistas con el riesgo de que cuando la norma regrese del Senado (donde el PP previsiblemente la cambiará gracias a su mayoría absoluta) se produzca un 'tamayazo' y el propio PSOE no la ratifique por culpa de algunos de sus diputados.
La situación está actualmente en los siguientes términos: Junts quiere "cobrar por adelantado" para votar a Sánchez, como hizo con la defensa de la oficialidad del catalán en la UE a cambio de apoyar al PSOE en la Mesa del Congreso. Esto, cara a la investidura, se traduce en que el Congreso tiene que haber aprobado la norma sobre la amnistía. Junts trabaja en un borrador al respecto y está convencida, con el calendario en la mano, de que desde ahora hasta el último día antes de que automáticamente se convoquen elecciones por falta de acuerdo (a finales de noviembre), la norma puede votarse en la Cámara baja, ir al Senado y regresar para que sea ratificada en el Congreso.
El mensaje a Junts
En cambio, el PSOE ya ha hecho saber a sus interlocutores de Junts (con quienes no ha comenzado una negociación formal, y menos con la presencia de Puigdemont, pero con los que hay canales fluidos de diálogo) que no hay tiempo material para aprobar por la vía de urgencia una ley de este calado. Ni tiempo ni voluntad por la trascendencia de la norma. Así que la única opción a ojos de los de Sánchez pasa por iniciar el recorrido parlamentario de la amnistía y pedir el voto de Junts.
Incluso el negociador de Sumar, Jaume Asens, una persona altamente cercana a las tesis soberanistas y que ha jugado papeles clave en el papel de los desplazados a Bruselas y en la búsqueda de puentes, ha explicitado que este ritmo que quiere imponer JxCat es excesivo.
¿Tamayazo?
Sí, Junts ya tiene sobre la mesa un primer dilema: mantener la posición inalterable, la que sugirió Puigdemont en su conferencia en Bruselas y ratificó el partido posteriormente (no hay investidura si la ley no está ya publicada en el Boletín Oficial de Estado) o flexibilizar la posición y aceptar que la ley esté en marcha cuando se vote a Sánchez. El gran problema para esta posible flexibilidad es la desconfianza mútua. Y en el caso de Junts la desconfianza tiene un nombre: tamayazo.
Es lo que ocurrió en la asamblea de Madrid con los diputados Tamayo y Sáez, que dieron a Esperanza Aguirre la presidencia de la Comunidad de Madrid. El partido independentista no se fía de que cuando la ley regrese del Senado -donde el PP dispone de mayoría absoluta y le dará la vuelta completamente-, el Congreso no le devuelva su aspecto inicial sino que una parte de diputados del PSOE se una a la derecha y la acabe rechazando. Esto sería tras el sí de Puigdemont a Sánchez y dejaría en evidencia a Junts ante sus militantes y ante el conjunto del independentismo. Un independentismo, además, que contiene a un sector, el de la ANC, en posiciones maximalistas como las que expresó en esta Diada su líder Dolors Feliu.
Así, el juego de esgrima PSOE-Junts no llega todavía a los contenidos de la amnistía sino a su tramitación, a los plazos, las prisas y las desconfianzas, concretadas también en la necesidad o no de una mediación internacional como reclama el dirigente independentista. Puigdemont trata de obtener siempre garantías para demostrar que obtiene más y mejores réditos que su principal rival, ERC. El PSOE por su parte tiene también en el cogote a la vieja guardia socialista y, por supuesto, a la derecha y la extrema derecha.
Es en este contexto que se va a mover el calendario y las cesiones. El PSOE no cree que se den las circunstancias para aprobar la amnistía en dos meses y Junts insiste en que quien necesita los votos de sus siete diputados en el Congreso es Sánchez. Lo único que salva este aparente dilema sin solución es la voluntad mutua de negociar propositivamente en ambas partes.
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