Conferencia en Bruselas

Puigdemont exige la amnistía antes de negociar la investidura y esquiva el referéndum

Díaz y Puigdemont normalizan relaciones y se comprometen a buscar "todas las soluciones democráticas"

Sánchez aguarda la derrota de Feijóo para acelerar el pacto con Junts y ser investido

ERC exigirá a Sánchez mantener la mesa de diálogo para negociar un referéndum

Xavier Antich (Òmnium): "Amnistía no puede suponer impunidad; la violencia debe quedar fuera"

Fidel Masreal

Fidel Masreal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un buen consejo para interpretar discursos políticos es atender siempre más a las omisiones que a las aseveraciones rotundas. Con este método, la decisiva intervención del 'expresident' Carles Puigdemont de este martes en Bruselas puede leerse como una invitación al diálogo con el PSOE para investir a Pedro Sánchez con condiciones previas de calado político que representarían un salto cualitativo para el independentismo y para Junts, pero que no chocan con barreras infranqueables, tal como admiten fuentes del entorno directo del exjefe del Govern, del PSOE e incluso de ERC, que creen que se acerca de nuevo al terreno del posibilismo. En resumen: Puigdemont quiere negociar, pero reclama que Sánchez no solo le rehabilite a él y a su partido, arrastrándolo al centro del tablero político, sino que asuma que Catalunya es una nación y que emprenda una amnistía amplia para aceptar que el 1-O no fue delito.

Un "compromiso histórico", ha subrayado Puigdemont, que ha puesto énfasis (a pocos días de la Diada y ante la presencia de dirigentes de la ANC, Òmnium, la CUP y ERC) en destacar que hoy no se dan las condiciones para un pacto, que la distancia con el PSOE es sideral y que hasta hace poco a los de Junts se los trataba de terroristas. Pero también ha asegurado, con la misma firmeza, que su partido está preparado para el acuerdo. Es más -y esto es clave- Puigdemont ha admitido que si se cumple el marco negociador, ello le obligará a "trabajar por un compromiso" histórico porque se podrá fijar la negociación "con garantías de éxito".

Se trata, en todo caso, de destacar que si hay pacto será uno superior en forma y fondo a los forjados por ERC. Esta condición -no explicitada por Puigdemont- es tan determinante como las tres pautas negociadoras que Puigdemont ha establecido y que no incluyen (atención a este detalle en la linea de atender a lo que no se ha dicho) la concesión de un referéndum antes de la sesión de investidura.

Demandas constitucionales

Al no incluir la autodeterminación, son exigencias, según él, constitucionales y asumibles. No está cerrado a negociar si el PSOE impulsa una ley de amnistía que ampare todos los hechos delictivos desde la consulta de 2014, si reconoce "la legitimidad democrática" del independentismo y si crea un "mecanismo de mediación y verificación" de los acuerdos. Hay una cuarta: que la negociación se mueva en el marco de los tratados internacionales sobre derechos humanos, y en relación a la literatura sobre autodeterminación y referéndums. Eso implica tratar de llevar al PSOE a la discusión jurídico-política internacional sobre democracia, minorías, métodos de validación y legitimidades.

En cuanto a la amnistía, el dirigente posconvergente ha precisado que no puede equipararse a "víctimas y victimarios", es decir, que rechaza que los policías imputados por las cargas del 1-O puedan acogerse a la ley para ser exonerados. No se trata de una amnistía para "olvidar", sino para reparar una injusticia, ha subrayado.

Este marco de conceptos políticos es clave y ha pasado por delante, como avanzó EL PERIÓDICO, de la reivindicaciones sectoriales, que ha comentado de pasada, y ya conocidas, que van desde el déficit fiscal de Catalunya a los problemas de Rodalies. En todo momento el 'expresident' ha querido elevar la mirada, buscando el carácter histórico y excepcional del acuerdo, para invitar al PSOE a negociar y para blindarse ante una posible reacción crítica del independentismo más radical.

"No hemos aguantado la posición estos años para acabar salvando una legislatura, más claro no se puede decir, sino para defender el encargo que recibimos y que hemos conservado de los ciudadanos, una parte de los cuales nos mira con recelo y desconfianza, pero que tenemos que tener presente cuando nos sentemos con quien nos venga a pedir su apoyo", ha afirmado al final de su intervención. Es una manera de decir que si él avala el pacto, es que será un buen pacto.

¿Y el referéndum?

Así, la negociación propiamente dicha llegaría solo después de que el PSOE cumpliera las condiciones, y entonces sí se abrirían las carpetas de las reivindicaciones sectoriales y, por encima de ellas, el referéndum. No ha defendido que una consulta sobre la independencia de Catalunya sea condición 'sine qua non' para votar la investidura de Sánchez. Ha afirmado que es su objetivo irrenunciable ("el pueblo catalán tiene el derecho de hacer realidad la decisión que ya tomó en 2017 de ser un Estado independiente y sólo un referéndum acordado podría sustituir el mandato del 1-O tal como hemos recalcado desde hace años") y ha añadido que si la amnistía era inviable a ojos del PP y el PSOE y ahora es un melón que se abre, también lo puede ser el referéndum, que según Puigdemont puede celebrarse en el marco de la Constitución.

O elecciones o pacto

Puigdemont, que tenía enfrente a toda la dirección de Junts y a representantes de ERC y la CUP y de las entidades independentistas (a las que ha reunido previamente para avanzarles la conferencia), ha aprovechado para reivindicar el papel de su partido frente al de Esquerra en los últimos años y para advertir al PSOE de que no va a moverse solo por una investidura, sino por un acuerdo de trascendencia histórica. El 'expresident' ha recordado que su partido no se sentó en la mesa de diálogo, salió del Govern de coalición con Esquerra y eludió aprobar presupuestos del Estado, entre otras medidas, para mantener su posición en favor de la vía unilateral.

La conclusión, más política que administrativa, más de concepto que de partidas presupuestarias, es que si hay acuerdo, en palabras de Puigdemont, "no hablamos de un parche para tirar adelante la legislatura y parar el paso a la derecha, hablamos de que si hay acuerdo tiene que ser un acuerdo histórico, un compromiso histórico como el que ningún régimen ni Gobierno español ha sido capaz de hacer realidad, pese a algunos intentos, desde la caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714".

La parte más desafiante, en cierto sentido, ha sido un emplazamiento explícito al PP y al PSOE: "Elecciones o pacto con Junts, que no renunciará a la unilateralidad". "Estamos preparados por si hay elecciones, pero también para una negociación que quiera culminar con un acuerdo histórico. La pregunta no es si nosotros estamos preparados para una negociación, sino si lo están los dos grandes partidos españoles para negociar con nosotros con todo lo que representamos, o sencillamente quieren salir al paso y obtener como sea el apoyo parlamentario para consolidar un liderazgo o desmontar el del rival", ha despejado. De esta larga frase, una parte es esencial, la que incluye el "estamos preparados" para el acuerdo. Una declaración con una gran lectura en clave interna dirigida a Junts y al independentismo.