Onze de Setembre de 2023

La ANC exige "independencia o elecciones" y anuncia que concurrirá a las próximas catalanas

Aragonès acude a una manifestación que congrega a 115.00 personas según la Guardia Urbana, la menos masiva desde 2012, pero se va antes de los discursos

Òmnium acota a 1.432 los posibles beneficiados por una amnistía y no incluye a Laura Borràs

La oposición acentúa sus diferencias en la Diada de la amnistía

Turull celebra que Aragonès levante el "veto" a Junts en la mesa de diálogo, pero descarta acudir

Diada de Catalunya 2023: la marcha independentista por las calles de Barcelona

Diada de Catalunya 2023: la marcha independentista por las calles de Barcelona / Ferran Nadeu

Fidel Masreal

Fidel Masreal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Juntos, pero no unidos. En esta aparente paradoja celebraron los actores independentistas la Diada que teóricamente era la de la recuperación de la unidad bajo un objetivo común, la amnistía, como paso previo a la autodeterminación, pero que, de nuevo, mostró los recelos mal disimulados entre los dos principales protagonistas: ERC y el 'president' Pere Aragònes, por un lado, y Junts y el 'expresident' Carles Puigdemont por otro. Ambos bajo otra paradoja, y es que por fin coinciden en las condiciones a fijar para la investidura del candidato socialista, Pedro Sánchez, pero ambos se acusan mutuamente de estar yendo al terreno del otro y con la ANC en medio exigiendo "independencia o elecciones", alentando gritos que pedían la dimisión del Govern y certificando que se preparan para concurrir a las elecciones catalanas creando un cuarto espacio independentista.

La Diada fue de trámite. La manifestación de la ANC fue multitudinaria, pero no desbordante (115.000 personas según la Guardia Urbana, 800.000 según los organizadores), la menos masiva de las registradas desde 2012 si no se cuenta con la reducida en aforo por el covid en 2020. Aragonès recibió algún silbido y la líder de la Assemblea -la que sostiene que el día siguiente de la amnistía se tiene que proclamar la independencia, "tal cual"- exigió que solo se negocie con el Estado si este reconoce el 1-O.

Aragonès fue abucheado tímidamente y, quizás sabiendo lo que le esperaba, preparó el terreno de su discurso blindado para esta Diada. En la entrevista de EL PERIÓDICO, dio un primer aviso a Junts. Sí, bienvenidos a la negociación de investidura, vino a afirmar, pero el único legitimado para representar a Catalunya en lo que afecte a su estatus políticos es el Govern. Acompañado por todos, pero el Govern. Este lunes, en un acto de ERC, insistió en que la amnistía no es el punto de llegada, sino el inicio de esta segunda fase negociadora. "La amnistía no es ni será el fin de nada. La amnistía es un paso necesario e imprescindible, el primer paso para abrir camino, porque Catalunya ha de decidir y decidirá libremente su futuro en un referéndum. Lo defendemos en la calle, en las instituciones y en la negociación", proclamó.

El mensaje del Govern y de ERC en esta Diada fue nítido: una apelación a todo el independentismo a la "responsabilidad" para aprovechar la oportunidad que tiene el independentismo aritméticamente en el Congreso de los Diputados.

Duelo entre Turull y Aragonès

Esta reivindicación del papel de ERC en los últimos años de negociación llevó a Aragonès a la manifestación de la ANC, la que evitó el pasado año argumentando que era una concentración contra el Govern y que fomentaba la división. Este año, el 'president' acudió acompañado de su Govern pero abandonó la concentración antes de llegar a plaza Espanya, algo que ya "estaba previsto", según la Generalitat.

Mientras, Junts acudía a la manifestación y celebraba la Diada por primera vez con el traje negociador. No hubo silbidos a la delegación de los de Puigdemont, que a través de su secretario general, Jordi Turull, comenzó el día en la ofrenda a Rafael Casanova, marcando también distancias con ERC y marcando también el propio territorio. Primero, para asegurar que su partido no renuncia a la vía unilateral. Y segundo, recogiendo el guante del mensaje de Aragonès en EL PERIÓDICO, afirmando que la invitación de Aragonès a una mesa de diálogo abierta es bien recibida, pero recordando que Junts fue vetado en dicha mesa y que la da por agotada. "Se nos ha dicho que quien negociaba era ERC y no se ha dejado formar parte a las personas que queríamos en la mesa de diálogo", aseveró. Turull se refería a "vetos" en negociaciones con el PSOE en el Congreso durante la pasada legislatura, y no solo en la mesa de diálogo.

"El objetivo no es la investidura"

Junts salió indemne de la estrategia negociadora que ahora abandera porque puso su particular acento. Puigdemont intervino desde la distancia para advertir, en un acto en un lugar de peso simbólico e histórico, en el Fossar de les Moreres, que siempre existirá "la voluntad de los ejércitos borbónicos contemporáneos, hoy en forma de partidos constitucionalistas", de impedir que Barcelona esté "dirigida por los que, con todos los matices y discrepancias, no habrían dudado a qué lado de las murallas se habrían situado el 11 de septiembre de 1714".

Pero más allá incluso que Puigdemont, en la manifestación independentista, la presidenta de Junts, Laura Borràs, llegó a afirmar que los ciudadanos "no piden investidura", sino "independencia", y advirtió de que los votos de su partido servirán "para resolver el conflicto", no para "apuntalar a gobiernos españoles".

A la misma hora, en un combate dialéctico a escasos centenares metros de distancia, y en la misma manifestación, la portavoz de ERC, Raquel Sans, apelaba a la "responsabilidad" independentista para aprovechar el momento negociador.

Y en este juego de esgrima, en nombre del Consell de la República de Puigdemont, Lluís Llach pidió al Govern que no olvide la "confrontación". "Sólo si así lo hacéis, os corresponderemos", avisó, añadiendo contra "las luchas partidistas para gestionar las migajas autonómicas". Apeló, eso sí, a la unidad, el gran macguffin del independentismo reciente.

El 1-O y la DUI

Pero quien lanzó las cargas de profundidad contra ERC fue Dolors Feliu, la presidenta de la ANC: "Independencia o elecciones", clamó. "Si no se atreven, si no saben cómo hacerlo, que den paso a otra gente", remató, en un discurso en el que anunció que la ANC se presentaría con la 'lista cívica' a las elecciones catalanas. Cargó contra el "autonomismo" y fijó un calendario basado en exigir al Gobierno que reconozca el 1-O para después pasar a proclamar la independencia en el Parlament. "Solo es asumible una negociación para la gobernabilidad del Estado, desde una posición independentista, si hay un reconocimiento explícito de la legitimidad del referéndum". Y que reconozca todo lo que decida el Parlament, incluida la DUI, añadió.

Prudencia y discreción

En el otro lado de la negociación, mucha prudencia y discreción. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, redactó un tuit de felicitación de la Diada apelando a un "nuevo camino" en Catalunya basado en la convivencia. Silencio sobre la amnistía, que como publicó EL PERIÓDICO, el PSOE no ve viable aprobar antes de la investidura.

El líder del PSC, Salvador Illa, también contuvo el mensaje y se limitó a recetar discreción y mirar adelante desde una Catalunya plural. Ni una palabra de amnistía, que sí está en boca de Sumar, que advierte a Junts: no hay tiempo para aprobar la norma antes de la investidura. Veremos.