Negociaciones tras el 23-J
Puigdemont reclama mediación internacional para abordar el referéndum en esta legislatura
La ANC marcó distancias con Puigdemont en Bruselas
Puigdemont exige la amnistía antes de negociar con el PSOE
Fidel Masreal
Periodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM-El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Juan Ruiz Sierra
Periodista
Más allá del contenido de la conferencia que pronunció ante los dirigentes de su partido e invitados de otras formaciones en Bruselas, los planes de Carles Puigdemont para la negociación con el PSOE de cara a la investidura de Pedro Sánchez están más detallados y pensados. Y algunos de estos los precisó en la reunión de trabajo que mantuvo con el grupo parlamentario de Junts este miércoles. Entre ellos, uno que es clave: la mediación. Una mediación que, según precisó a puerta cerrada, tiene que ser internacional y debe extenderse durante toda la legislatura, si finalmente hay acuerdo. Todo ello sin abandonar la "confrontación inteligente" que proclama el dirigente de JxCat.
El exjefe del Govern da una importancia clave a la mediación por su significado de fondo: poner a los dos negociadores en plano de igualdad. Reintroducir al independentismo de Junts en el centro del tablero de juego español al mismo nivel que el Estado o, en este caso, que el PSOE. Y que sea internacional también responde a una de las obsesiones del 'expresident': la internacionalización del conflicto.
Puigdemont desconfía abiertamente de la democracia española -lo ha expresado de forma muy agria en varias ocasiones, aunque en su conferencia no abundó en ello- y quiere trasladar la situación del independentismo a la arena internacional. Ya lo trató de lograr cuando se buceó en la posibilidad de una mediación tras el referéndum de 2017. Y la existencia de un mediador era siempre una exigencia de Junts para la mesa de diálogo que finalmente solo agrupó al Gobierno y a ERC, no al partido de Puigdemont. Esta mediación ha de trabajar durante la legislatura en relación al objetivo de máximos de Junts, que no es otro que el ejercicio del derecho de autodeterminación.
El 'expresident' detalla sus planes para la negociación con el PSOE en una reunión con el grupo parlamentario de Junts
La reacción del Gobierno
Los socialistas, mientras tanto, acogen con frialdad esta nueva condición del 'expresident' de la Generalitat. Un estrecho colaborador de Sánchez resalta el hecho de que Puigdemont no puso este requisito durante su discurso público del pasado martes, y en este sentido considera que la mediación internacional supone, sobre todo, un mensaje interno, "para los suyos". Es decir, los cargos posconvergentes y las entidades soberanistas, que están divididos sobre la conveniencia de facilitar la investidura del candidato socialista.
El entorno de Sánchez evita entrar en el detalle de la negociación, y menos durante este mes en el que el candidato a la investidura es Alberto Núñez Feijóo, quien sufrirá una derrota a finales de septiembre en el Congreso al carecer de suficientes apoyos. Entonces la negociación con Junts entrará en una nueva etapa, caracterizada según el PSOE por la "transparencia" y la "coherencia" con la política territorial llevada a cabo por el Gobierno. De momento, los colaboradores del presidente en funciones señalan que las condiciones de Puigdemont son "de máximos", como siempre ocurre en todo proceso negociador, y siguen considerando que el pacto es posible. Primero, porque su actitud, dicen los socialistas, es menos "confrontativa" que en otras ocasiones, al no exigir un referéndum para apoyar a Sánchez. Y después, porque creen que Junts, que fue quinta fuerza en votos en Catalunya el pasado 23 de julio, ha interiorizado que no le conviene una repetición electoral.
Los socialistas consideran que el nuevo requisito es sobre todo un mensaje hacia los independentistas más reacios al pacto
Confrontación inteligente
Puigdemont también recordó a los suyos que este posible proceso negociador no es incompatible con el frontispicio de su estrategia, basada en la llamada confrontación inteligente. El 'exconseller' Toni Comín lo ha expresado recientemente en estos términos: "La negociación es un instrumento, pero necesita otro instrumento para que se avance, que es la confrontación". Puigdemont es el autor intelectual de ese concepto de confrontación inteligente, y lo ha vuelto a esgrimir ante los suyos. Está convencido de que no habrá independencia de Catalunya a través del diálogo con el Estado. Y quiere preservar su estrategia diferenciada de ERC en este punto.
Por tanto, pone condiciones a Sánchez para negociar y, además, en las reuniones internas, mantiene la bandera de la confrontación pacífica, democrática y basada en la desobediencia y la no colaboración. Es una manera de mostrar, en especial a los sectores más radicales, que aunque acabe negociando con el PSOE no renuncia a la vía unilateral para acceder a la soberanía plena de Catalunya.
Puigdemont también destaca ante la cúpula del partido que la amnistía que reclama antes de empezar a negociar es un acto de reconocimiento a los procesados por el 'procés' y en cierto sentido también a las movilizaciones que han tenido lugar desde 2017 en defensa de los afectados por distintas causas penales. En este sentido, el 'expresident' es muy crítico con los indultos, que considera un grave error político. Esta diferenciación entre indultos y amnistía traslada de nuevo la confrontación abierta entre las dos estrategias, la de ERC y la de Junts. Puigdemont marca distancias mediante sus exigencias diferenciadas de las de los republicanos.
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