Apuntes políticos de la semana

Los tres Governs de Pere Aragonès para evitar elecciones hasta 2025

Así es el nuevo Govern: Perfil de los 15 miembros del Ejecutivo catalán tras los últimos cambios de Aragonès

Los gráficos más importantes de las elecciones municipales en Catalunya

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Júlia Regué

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Pere Aragonès estrenó la semana decisiva sobre los pactos locales ejecutando su tercer cambio de Govern. Negó que las elecciones municipales -que dejaron a Esquerra por detrás del PSC y Junts en número de votos- fueran el revulsivo, pero el ajuste es un evidente recambio hacia la recuperación de pesos pesados del partido con currículum de gestión gubernamental y, a la vez, netamente independentistas. Cierre de filas republicano y vuelta al inicio.

El del 50%

Aragonès asumió la presidencia de la Generalitat encorsetado a la elección de Junts tras una tormentosa negociación que se alargó 91 días. El reparto del 50% de poderes (salvo la presidencia) incluía a la mitad de 'consellers' designados por Junts, quienes tras la ruptura que votó el partido el octubre pasado resultaron ser más afines al Govern que la formación política que representaban, haciendo incluso campaña activa por la permanencia, como Jaume Giró o Victòria Alsina. En el Consell Executiu había 'puenteos', incluso un vicepresidente que fue cesado por deslealtad, Jordi Puigneró, pero Esquerra asumía que era un gobierno de gestión. De hecho, fue el 'procés', en concreto, la negociación entre gobiernos, el que lo dinamitó.

El del 80%

La incorporación de perfiles independientes tras la ruptura con Junts buscaba dar aire fresco a un Govern que trataba de tapar su minoría en el Parlament con la inclusión de 'tecnócratas' en representación de una pretendida 'mayoría soberanista' de la sociedad catalana tomando el 80% favorable a la celebración de un referéndum que revelaban encuestas de 2012. Aragonès primó el pasado en Convergència (Carles Campuzano), en los 'comuns' (Gemma Ubasart) y en el PSC (Joaquim Nadal), pero no logró parar una oposición que le recordaba a cada decreto que carecía de apoyos sólidos, pese a la botella de oxígeno que le cedió PSC y Comuns con los presupuestos. La prueba de fuego: las pasadas elecciones municipales. Un revés a ERC que maquilla ahora con los pactos postelectorales. Terceros en votos, decisivos en apoyos.

El del 100%

Aragonès llevaba tiempo buscando el mejor momento para relevar a los 'consellers' quemados: Josep Gonzàlez-Cambray y Juli Fernàndez. El primero estaba al borde de una reprobación en el Parlament y de la enésima huelga de docentes; el segundo, se ofreció a irse por el desgaste personal (y político) que le suponía firmar el convenio para las obras de la B-40 contra las que tanto había luchado como alcalde de Sabadell y activista contra el asfalto. De ahí que ERC le haga ahora un hueco en la dirección.

El salto de Teresa Jordà al Congreso, en cambio, se diseñó como un juego de prioridades: cabía primar la cobertura del flanco madrileño y corría riesgo de desgaste por la gestión de la sequía, al tiempo que cumplía cinco años en el Consell Executiu. Sin ruido, Aragonès señaló a su segundo, David Mascort, y cubrió las otras bajas con una dirigente capaz de capear al sector educativo con su experiencia, Anna Simó, que a la vez 'vende' como restitución por haber sido condenada por el 1-O y con otra histórica de ERC, Ester Capella, que regresa al Govern tras haber concurrido como número 3 de Ernest Maragall en Barcelona para dejar sitio a Jordi Coronas, el edil que ejercía como portavoz y que se quedó fuera del plenario. Lo que el Govern espera de Capella es tirar de agenda de contactos como delegada en Madrid para sancionar el caso de Rodalies y, cómo no, desencallar la B-40, además de lograr la transferencia de las 'encomiendas' prometidas por valor de 900 millones de euros.

¿Servirá la enésima remodelación del Govern para aguantar hasta 2025? Lo dirá el resultado de las generales. Aragonès quiere agotar la legislatura, por esto juega al 100% de partido, pero otro golpe electoral a los republicanos redoblará la presión al 'president' para que apriete el botón electoral. Junts y PSC ya preparan el terreno.

La llave de la recuperación, opinan ERC, está en la movilización el 23-J de los desmovilizados el 28-M. Una coyuntura difícil por la fecha elegida por Pedro Sánchez para las generales, pero que parte de la misma estrategia: advertir ya de un posible acuerdo entre PP y Vox para la Moncloa tomando al vuelo los pactos autonómicos.

La campaña se jugará en el flanco independentista: hay voces republicanas que apuestan por orquestar una argumentario que mencione abiertamente de los ‘logros’ silenciados de la mesa de diálogo, como los indultos o la exoneración de algunas protestas del Tsunami Democràtic, aunque hay otras fuentes que opinan que puede ser contraproducente ante Junts, que arrancará la campaña mitificando a un Carles Puigdemont sea cuál sea el resultado de la sentencia europea sobre su inmunidad del próximo 5 de julio. Regresa la batalla electoral entre líderes del 1-O.

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