Conflicto político

Aragonès se aferra al acuerdo de claridad para superar el 1-O con un referéndum aplicable

El 'sanedrín' no cierra las puertas a alternativas al referéndum

El Gobierno de Pedro Sánchez tilda de "electoralista" el acuerdo de claridad

Artículo de opinión: O magia o realismo, por Xavier Bru de Sala

Pere Aragonès

Pere Aragonès / ALBERTO PAREDES / EUROPA PRESS

Xabi Barrena

Xabi Barrena

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En el otoño de 2017, sobre todo tras la encarcelación de Oriol Junqueras y la partida de Carles Puigdemont hacia Bruselas, hubo un debate que incomodó sobremanera a ERC. El que ponía bajo el foco la legalidad o no del 1-O, su confrontación con una supuesta legitimidad y, sobre todo, la difícil ecuación que supone presentarse como la quintaesencia de lo demócrata y defender un acto no legal en una democracia consolidada. Esquerra concurrió a las elecciones del 21-D de ese año bajo el lema ‘La democràcia sempre guanya’ y defendiendo a la vez la vigencia del 1-O. La contradicción causaba desazón.

Junqueras y Marta Rovira hallaron un camino para sacar al partido de la contradicción ideológica y, para ello, pusieron por delante el llamado ‘principio de la realidad’. La dupla republicana, en su libro ‘Tornarem a véncer’, apuntó que el debate entre legalidad, democracia y legitimidad era solo apto para iniciados, pero que había algo que era sí palpable, visible y fácilmente demostrable: el 1-O no había funcionado. Catalunya no era independiente.

Desde entonces, el tránsito de ERC, por ejemplo en sus luchas con Junts, ha sido más fácil al poder bajar toda discusión al terreno de la realidad. Esa ha sido la dinámica republicana, compatibilizar el sentido homenaje al 1-O con la búsqueda de algo que supere al propio referéndum-mito.

Referéndum legal

Hasta ahora, esa mejora pasaba por promover otro referéndum, pero pactado. Legal. Para que no resurgiera el debate de 2017. En las últimas semanas, y quizá como consecuencia de una serendipia (encontrar algo que no se buscaba), Aragonès ha introducido cambios en ese relato.

En el camino hacia ese referéndum pactado, y acaso como un sucedáneo que sustituya la mesa de diálogo en un año de electoralismo rampante, Aragonès presentó su propuesta de trazar un acuerdo de claridad.

En los ocho pasos de ese proceso intramuros catalán se incluyó la creación de un consejo académico que respondiera en un informe a una serie de preguntas sobre el referéndum. Sobre este tipo de consulta versaron los primeros bocetos de preguntas que se presentaron a estos expertos en ciencias políticas. El ‘sanedrín’ pidió abrir el foco y no descartar que se propongan otras opciones, más allá del referéndum. Siempre que fueron efectivas. Aplicables. El Govern aceptó y con el cambio ha salido ganando.

Nota aclaratoria. El Govern, y su ‘president’ al frente, sigue apostando por el referéndum. Por ser la única herramienta práctica que permite preguntar sobre la independencia y permite la libre expresión de los que se oponen. El Executiu sigue creyendo firmemente que no hay ninguna otra opción. Pero discursivamente no se ata a un referéndum. Si no a que la resolución que se acuerde entre todas las partes debe ser obligatoriamente aplicable. 

El resultado es que el Govern ofrece una imagen abierta. Ha incluido académicos que son notoriamente contrarios al referéndum y a la independencia. Y no solo eso, la serendipia es un guante lanzado al territorio socialista.

Espejo y ejemplo

“Los pone frente al espejo. Nosotros nos abrimos a otras opciones que no sean el referéndum, aunque apostemos por él. Y ponemos sobre la mesa que la solución permita opinar sobre la independencia y sea, sobre todo, aplicable. Y ahora son ellos los que si quieren igualar nuestro grado de encaje con la pluralidad de la sociedad catalana, deben de abrir su abanico teórico hasta el referéndum. Aunque lo denosten. Y deben defender que el fruto de la mesa de diálogo sea realmente aplicable, tomando en cuenta que el 52% del electorado votó por partidos independentistas y hay un 80% demoscópico pro-referéndum”, desarrolla una voz republicana.

¿Y por qué deberían dar los socialistas ese paso? El 18 de julio de 2018, Pedro Sánchez reconoció, por vez primera en sede parlamentaria, que la única solución al conflicto catalán es que los catalanes voten. Huelga decir que no se refería a un referéndum de autodeterminación. “Han creado un muro alrededor del referéndum. Bien. Centremos la discusión en cuál es la mejor opción para lograr algo que permita que todo el mundo opine, sin exclusiones, y que sea aplicable”, razona esta voz dando a entender que, en el fondo, se trata de dar un rodeo para llegar a la mejor solución: el referéndum.

El momento que ERC tiene en la cabeza para asaltar ese ‘muro’ parece claro. Pero depende de las urnas. SI Pedro Sánchez vuelve a requerir del voto de los republicanos, por tercera vez, para ser presidente del Gobierno la cuestión estará en la mesa de negociación de esa investidura. Algo que limita el plazo de los trabajos académicos y transmite al 'sanedrín' cierta urgencia, lo que ha generado algunas quejas de sus componentes que, como buenos téoricos, prefieren tomarse las cosas con calma.

Punto débil

Donde no alcanza la serendipia es en solventar a Aragonès su talón de Aquiles: la falta de apoyo parlamentario a su plan. En esta línea, el futuro de Laura Borràs, el papel de Xavier Trias en las elecciones municipales y, en definitiva, la voluntad o no de Junts per adoptar un papel más central en el que busque el cuerpo a cuerpo solo en cuestiones del eje derecha- izquierda, y haya un consenso en cuanto a qué hacer en el 'procés', puede traer aparejados cambios.

Donde sí tiene ERC la absoluta seguridad de que no ha cometido ningún error es en la arena internacional. El banderín de enganche de ERC entre la comunidad internacional no es la independencia, sino la defensa de la democracia. Con los presos y, ahora, con el referéndum. El ‘sanedrín’ y los trabajos que realicen, creen en la sede republicana de la calle de Calàbria, serán juzgados en Europa bajo el rasero de los valores democráticos. Y en ese campo, que el Govern acuda a un grupo de expertos y no les marque el terreno de juego encaja en el manual del buenhacer europeo.