En el Parlament

Laura Borràs, cara a cara con Alba Vergés en pleno pulso por su escaño tras ser condenada

El Parlament retrasa el cese de Borràs y alega ante la JEC que su condena no es firme

La Mesa permite que Lluís Puig vote telemáticamente en el pleno para sortear al TC

La presidenta suspendida vuelve a la tribuna de invitados del hemiciclo a pesar de su sentencia en plena cuenta atrás de la retirada de su escaño

La presidenta suspendida del Parlament, Laura Borràs, en la tribuna de invitados del hemiciclo

La presidenta suspendida del Parlament, Laura Borràs, en la tribuna de invitados del hemiciclo / DAVID ZORRAKINO / EUROPA PRESS

Sara González
Carlota Camps
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Laura Borràs no se ha movido ni un ápice de su promesa tras haber sido condenada: "No he dimitido. No dimito. Y no dimitiré". Es el 'leitmotiv' del pulso que personalmente ha decidido librar por la presidencia del Parlament, cargo del que lleva nueve meses suspendida. Prueba de que se trata de una batalla que librará hasta el final es su presencia hoy de nuevo en la tribuna de invitados de la institución, la primera vez que pisa el hemiciclo con una sentencia por prevaricación y falsedad documental. La imagen no deja de ser desafiante para la vicepresidenta con funciones de presidenta, la republicana Alba Vergés, sobre quien Junts sitúa todo el foco para defender el escaño de su líder.

Desde que fue suspendida del cargo y la presidencia quedó en 'stand by', ha sido habitual la asistencia silenciosa de Borràs a los plenos, una presencia simbólica integrada en el relato que la dirigente ha buscado alimentar de puertas afuera para transmitir que sigue siendo la segunda autoridad de Catalunya. Sin embargo, desde su suspensión, no ha utilizado -ni tampoco ha pretendido hacerlo- el despacho o la sala de audiencias presidencial. A la práctica, Vergés ha tomado las riendas de la institución de forma coral con la vicepresidenta segunda, la socialista Assumpta Escarp, y el engranaje parlamentario ha integrado en su rutina la situación excepcional en la que se encuentra.

El día en que se anunció su condena de cuatro años y medio de cárcel, Borràs se defendió ante la puerta del Parlament con una comparecencia sin preguntas, pero no lo hizo dentro. Cargó contra lo que considera una "aberración democrática" fruto de una "persecución política", y lo hizo acompañada tan solo de algunos dirigentes de su partido. Nadie, ni de ERC ni de la CUP, la ha apoyado por su situación judicial. Hoy sí que entrará de nuevo en el hemiciclo y aún podría volver a hacerlo en el pleno previsto para la primera semana de mayo, justo cuando se prevé que la Junta Electoral ordene la retirada del escaño.

La paradoja de Borràs con Juvillà

El pleno que arranca este miércoles lo hace marcado por la cuenta atrás que está en marcha hasta ese momento. Borràs ha exigido a Vergés que defienda su condición de diputada mientras no tenga condena firme y que no atienda los imperativos de un órgano que tiene carácter administrativo. La paradoja es que la misma Borràs, cuando era presidenta con plenas funciones, no desobedeció la Junta Electoral cuando ordenó la salida del Parlament, también sin sentencia firme, del exdiputado de la CUP Pau Juvillà.

Por ahora, la mesa del Parlament ha puesto en marcha la presentación de alegaciones para defender el escaño bajo el argumento que la condena de Borràs no es firme y que, de todas formas, ya no cuenta con ninguna prerrogativa porque está suspendida. Que el final sobre el acta de la líder de Junts está escrito lo demuestra el hecho de que, esta vez, ERC y la CUP no han considerado necesario que se reúna la comisión del estatuto del diputado para que elabore un dictamen que sea votado por el pleno. PSC, directamente, se ha opuesto a la presentación de alegaciones y pide "celeridad" para poner fin a la provisionalidad de la Cámara.

La de hoy en el hemiciclo es la fotografía del próximo gran frente que tendrán que librar Junts y ERC, aunque Alba Vergés ya hace días que esta en el punto de mira de los posconvergentes. Sin ir más lejos, con el pulso planteado la última semana por el voto delegado del diputado Lluís Puig, aunque finalmente los republicanos han logrado contener el embrollo.

En pleno ambiento preelectoral, Junts habían colocado a Vergés ante la disyuntiva de la desobediencia, tras la sentencia del Tribunal Constitucional que le vetaba la participación por delegación y la negativa de su grupo a sacar adelante una reforma del reglamento por la vía rápida que permitiera introducir el voto telemático. Para salvaguardar su vicepresidenta, los republicanos han propuesto a la Mesa habilitar un nuevo sistema para que el parlamentario -que reside en Bélgica desde 2017- pueda participar. Se trata del "voto telemático transitorio", que actualmente no existe en el reglamento, pero que se pondrá en marcha ya este mismo miércoles. A pesar de hacerlo a regañadientes y recordando que con la investidura de Carles Puigdemont no se permitió la modalidad telemática, Junts se ha visto forzado a aceptarlo y Vergés ha podido respirar un poco más tranquila.

No obstante, la batalla más estridente será con el escaño de Borrás, con el agravante de que esta vez el terreno de juego es el de una nueva campaña de elecciones municipales que se prevé especialmente agria en el bando independentista. Una disputa abierta mientras el PSC ejerce de Pepito Grillo ante la "incapacidad" de ERC y Junts para deshacer el embrollo del Parlament. Los socialistas esperan volver a sacar tajada de esa división que le ha permitido ganar centralidad en la Cámara catalana y pactar a conveniencia tanto con los unos como con los otros. Y los Comuns reclaman a republicanos y 'cupaires' que no "regalen" la presidencia a Junts.

El calendario, endiablado por la fecha del 28-M -justo ese día se cumplirán diez meses de interinidad-, sitúa el desenlace de la presidencia del Parlament pasados ya los comicios, en medio de vetos cruzados por un lado, pero también dentro de la amalgama de intercambios que se producirán para conquistar las alcaldías. Barcelona y la segunda institución de Catalunya, son, sin duda, de las piezas más preciadas.