Limón & vinagre

Donald Trump, el regreso

A ojos europeos sorprende que un personaje tan peculiar concite tanta pasión, especialmente si se tiene en cuenta que su única baza para llegar a donde estuvo y quiere regresar es la mentira

MULTIMEDIA | Así va la carrera electoral en EEUU: calendario, candidatos, primarias y encuestas

¿Qué son los caucus de Iowa? Así funcionan y su importancia en las elecciones de Estados Unidos

Trump arrasa en los caucus de Iowa

Trump arrasa en los caucus de Iowa / AL DRAGO / BLOOMBERG

Josep Cuní

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Los caucus de Iowa son un ritual. Salir al atardecer de casa en pleno invierno, sortear la nieve acumulada a palmos, no temer temperaturas glaciales, llevar café caliente y galletas para los correligionarios participantes en el encuentro, escuchar a los delegados de los candidatos exponer sus programas, decidir cuál de sus voces se ajusta más a la propia, votar a mano alzada y descabalgar progresivamente a los perdedores, señalar a un vencedor, saber que de aquella decisión emanará la tendencia que marcará expectativas electorales siendo una comunidad pequeña, agraria, rural… Qué duda cabe que empuja voluntades y satisface vanidades. Las de aquellos campesinos que saben que su voto vale, cuenta y condiciona.

Madison County no es solo famoso por sus puentes cubiertos promocionados por la novela que Clint Eastwood llevó al cine junto a Meryl Streep. Es también el lugar de nacimiento de John Wayne, de quien se conserva la casa donde vivió de niño convertida en modesto museo del actor al que Hollywood convirtió en el arquetipo que los evangélicos blancos elevarían a ídolo de la masculinidad y el nacionalismo cristiano. Lo describe Kristin Kobes du Mez en 'Jesús y John Wayne', libro de obligada lectura para entender el vuelco dado por la política de los Estados Unidos. Algo que desde el primer momento supo aprovechar Donald John Trump (New York City, 14 de junio de 1946).

El polémico expresidente ha ganado de calle los caucus de Iowa. Sin dedicar siquiera la mitad del tiempo y visitas que sus contrincantes, les sacó el doble de apoyos. Inició así un proceso que, a su vez, señala el camino a sus seguidores convertidos en adeptos a su religión. La que está llamada a salvar al país de la perdición. La que cambiará las cosas, expulsará a los inmigrantes, cerrará fronteras, abandonará instituciones internacionales, se alejará del mundanal ruido y recuperará el gran sueño de revertir la situación para que América sea solo para los americanos. Esto dice, esto promete y con esto seduce. Y a los votantes de Madison especialmente. En el condado de John Wayne, Trump se impuso con un 65% de los votos. El segundo, Ron DeSantis, se quedó a un tercio.

A ojos europeos sorprende que un personaje tan peculiar concite tanta pasión. Especialmente si se tiene en cuenta que su única baza para llegar a donde estuvo y quiere regresar es la mentira. “La mentira franca y descarada. La mentira impenitente. La mentira impune. La mentira sistemática”, como escribió Jorge Volpi en un panfleto recién llegado Trump a la Casa Blanca y absolutamente vigente. Si entonces la victoria provocó estupefacción hoy la posibilidad causa pavor. Mientras, él saca partido de sus cuitas judiciales que presenta como persecución para que sus fieles le eleven a la categoría de mártir.

El mundo ha cambiado en parte por sus políticas de entonces. Quienes están tensando las cuerdas de los conflictos actuales parecen esperarle para que les ayude a reconvertir el mundo simultáneamente a como él quiere alejar a su país del resto. Si esto pasa y la justicia no lo impide, no será ajeno el Partido Demócrata por apoyar la candidatura de Joe Biden. Un presidente, a veces ausente, siempre lejano, que se enfrenta al reto a una edad provecta. Y, sin embargo, es el único que puede parar a Trump. Esta es la paradoja. 

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