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El mar Rojo, un polvorín a punto de explotar

Barcos de rebeldes hutíes rodean el barco carguero Galaxy Leader, el pasado 20 de noviembre, en el mar Rojo.

Barcos de rebeldes hutíes rodean el barco carguero Galaxy Leader, el pasado 20 de noviembre, en el mar Rojo. / HOUTHI MILITARY MEDIA / REUTERS

Gemma Martínez

Gemma Martínez

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Los barcos son los ángeles de la guarda de la prosperidad. Por sus venas circula el comercio marítimo internacional, actividad nuclear para el desarrollo de la actividad económica. Cualquier alteración en su navegación segura y en las rutas marítimas puede desestabilizar los flujos globales y, además, alterar el tablero de la geopolítica mundial. En esta línea hay que enmarcar el incierto y preocupante escenario que desde el pasado noviembre se da en el mar Rojo, la vía naval más corta y rápida que conecta Europa y Asia. Por sus aguas viaja el 12% de todo el comercio marítimo mundial y el 30% del tráfico de contenedores, incluidos 9 millones de barriles de petróleo cada día.

Los rebeldes hutíes de Yemen, respaldados por Irán y en protesta por la guerra de Israel contra Hamás en Gaza, han atacado a una veintena de barcos que navegaban en el mar Rojo, adonde Irán también ha desplazado una fragata. Han forzado así a las mayores navieras, Maersk y Hapag-Lloyd, a suspender el tráfico de buques a través del canal Suez sine die. El conflicto ya tiene una incidencia directa en el encarecimiento del transporte marítimo, que puede ir a más, y amenaza también a los precios del petróleo. De agravarse, no es descartable que interrumpa las cadenas de suministro internacionales, que ya fueron muy castigadas durante la pandemia.

Ante este escenario y para evitar que el mar Rojo se convierta en un polvorín, las grandes potencias internacionales tendrían que elevar su presencia naval en la zona de forma coordinada y garantizar la existencia de un corredor seguro que permita la navegación marítima. Además, habrían de redoblar sus esfuerzos diplomáticos para que países como Arabia Saudí y Egipto se sumen a la pacificación de este estratégico enclave. Lograr que los hutíes suspendan los ataques requerirá un esfuerzo más hercúleo y complejo, incluida la vertiente con Irán, pero siempre será mejor que recurrir a la confrontación directa en la zona.

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