Pederastia en la Iglesia

Los jesuitas reconocen que sabían desde 1968 que el sacerdote Lluís Tó era un "depredador sexual"

En una entrevista en el documental ‘La Fugida’, el máximo responsable de la institución religiosa en Catalunya pide perdón por décadas de encubrimiento

Así se gestó 'La Fugida', el documental que sigue el rastro de los jesuitas pederastas Lluís To y Francesc Peris en Bolivia

El sacerdote jesuita ya fallecido Lluís Tó, condenado en 1992 por abusar de una alumna.

El sacerdote jesuita ya fallecido Lluís Tó, condenado en 1992 por abusar de una alumna. / Archivo

Guillem Sánchez

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Los jesuitas reconocen que sabían desde 1968 que el sacerdote Lluís Tó era un "depredador sexual". Así lo admite Pau Vidal, el actual máximo responsable de la organización religiosa en Catalunya, en el documental ‘La Fugida’, una coproducción de 3Cat y EL PERIÓDICO basada en la investigación que este diario comenzó en 2016 para destapar los abusos sexuales encubiertos en colegios religiosos de Catalunya y del resto de España. Las declaraciones Vidal son uno de los reconocimientos más claros y explícitos del encubrimiento de la pederastia por parte de las instituciones religiosas.

Guillem Sánchez explica cómo se gestó el documental 'La Fugida'

Foto: 'La Fugida' | Vídeo: Patricio Ortiz

Vidal, durante la entrevista en 'La Fugida, pide "perdón" por este hecho, que consta en archivos internos de la orden, y lamenta que la parte "más luminosa" de Tó opacara la otra parte: que el sacerdote fue un pederasta que campó a sus anchas hasta 1992, cuando fue juzgado y condenado por agredir sexualmente a una alumna de 8 años en el colegio Sant Ignasi del distrito de Sarrià de Barcelona. Poco después de esa sentencia, Tó fue enviado a Bolivia, un país con el que la Companyia de Jesús en Catalunya mantiene un estrecho vínculo de cooperación.

El caso de 1992

Tó, fallecido en 2017, ocupó cargos de máxima responsabilidad después de 1968, año en el que los jesuitas admiten ahora que supieron que era un abusador. También el de rector del Sant Ignasi entre 1975 y 1981. Carismático y dialogante, Tó gozaba en el colegio de la admiración de numerosas familias que ignoraban que también agredía sexualmente a un porcentaje todavía desconocido de sus hijos.

Tó fue condenado por abusos en 1992 y enviado a Bolivia, donde siguió en contacto con menores

Cuando los padres de una niña de 8 años osaron denunciarlo en 1992, un gesto sin precedentes, los jesuitas contrataron a uno de los mejores abogados –Eugeni Gay, entonces decano del Il·lustre Col·legi d’Advocats de Barcelona– para defender a Tó. Esa defensa fue, en realidad, un contraataque, tal como ha descubierto este diario: psiquiatras, abogados y maestros se concertaron para calumniar a la menor y presionar a la familia para que abandonara la vía judicial.

Carismático y dialogante, Tó gozaba en el colegio de la admiración de numerosas familias

La dirección del Sant Ignasi además cerró filas con Tó y se negó a apartarlo. El cura siguió en contacto con los alumnos y la escuela dio la espalda a esta familia, a la que invitaron a cambiar de colegio, a pesar de que solo faltaban dos meses para terminar el curso escolar 91-92.

Este es el comunicado que Francesc Xicoy, director del colegio, envió a las familias cuando los medios de comunicación informaron, en la sección de breves, de la detención de Tó:

"Lluís, tan querido por nosotros, lleva más de 25 años en el centro, habiendo realizado siempre una gran labor sumamente apreciada por las familias y colaboradores. Como que el caso se ha llevado por la vía judicial, la dirección del centro quiere que se aclare esta acusación (…). Por eso se han dado los pasos necesarios de cara a una plena clarificación de la actual situación. A pesar de la tristeza que inevitablemente nos lleva esta inesperada noticia, creemos que, por el bien de Lluís y también del centro y de su tarea educativa, es deseable una máxima normalidad en la escuela y, asimismo, la discreción más grande entre todos nosotros".

La APA (Asociación de Padres de Alumnos) del Sant Ignasi del curso 1991-92 convocó una asamblea extraordinaria para tratar el asunto un día después de la noticia y emitió un comunicado en el que únicamente mostró su "incondicional adhesión a la institución" e hizo suyo el mensaje de Xicoy, que también pedía que cualquier persona ajena a la escuela que preguntara por el caso debía ser dirigida a la dirección. 

La ocultación

A pesar de que en el comunicado Xicoy aseguraba que se habían dado "los pasos necesarios" para lograr la "plena clarificación" de la acusación, la realidad es que se había trabajado para encubrirlo amedrentando a la familia denunciante e incluso denigrando judicialmente a la menor de 8 años que sufrió los abusos de Tó.

Maestras de la niña, tal como ha comprobado la investigación de este diario en la que se basa 'La Fugida', colaboraron con el abogado de Tó entregando dibujos de la víctima a psiquiatras privados que redactaron informes para desacreditar su testimonio y también elaboraron un informe en el que llegaron a afirmar que, a sus 8 años, hacía gestos en clase "exageradamente coquetones". Cuando esto sucedió, los jesuitas ya sabían desde hacía 24 años que Tó era un agresor sexual, tal como ha reconocido finalmente Vidal.

Tó fue condenado a dos años de cárcel por estos hechos y fue inhabilitado durante más de 4.000 días para ejercer cualquier cargo docente o ejercer de directivo en un centro educativo. Los jesuitas incumplieron flagrantemente esa sentencia: le organizaron una fiesta de despedida y lo enviaron a Bolivia.

'La Fugida'

El documental 'La Fugida' ('huida', en catalán) muestra además que el de Tó no fue un caso aislado. En 1983, el sacerdote Francesc Peris también fue enviado a Bolivia después de abusar de alumnos del colegio jesuita ubicado en la calle de Casp de Barcelona. Peris agredió sexualmente a menores bolivianos en el colegio Juan XXIII de Cochabamba. Tó, sin ejercer de profesor, también, según sostiene el exjesuita boliviano Pedro Lima.

Tó nunca regresó de Bolivia, un país en el que desempeñó diversos cargos de gestión pero en el que siguió manteniendo contactos con menores. En la ciudad de Oruro, lugar en el que los jesuitas tiene el centro de formación de los nuevos miembros de la compañía, Tó impartió a los jóvenes la materia de ética y moral sexual, según recuerda Lima, que fue uno de sus pupilos.

Lima asegura que durante aquellas sesiones Tó planteó a los estudiantes cómo había que actuar en caso de cometer un delito de pederastia. Según Lima, Tó mantuvo que si el pecador confesaba su pecado, el caso no debía ser denunciado policialmente. Si Dios había hablado, y había perdonado, el hombre no debía intervenir, razonó Tó.

Tiempo después de aquella lección, Lima volvió a coincidir con Tó en la ciudad de El Alto. Allí Tó usó a Lima de intérprete para dirigirse a las menores de la población indígena aymara y se encerró con varias de las niñas –de especial vulnerabilidad– en su despacho. Según Lima, Tó agredió sexualmente a una de las menores.

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